En las escrituras
de Ifá, los dos verbos que más se repiten son: Adivinar
y Ofrendar. Hoy día estas dos acciones han perdido originalidad,
se han desnaturalizado y degradado. Es el ritmo de los tiempos lo que
ocasiona la erosión, la dilución y la corrupción
en la conciencia humana.
Adivinar es un atributo cargado de realeza, es una obra divina. La adivinación
corresponde al cielo, ya que sólo el espíritu divino -expresión
de las leyes ocultas- conoce el porvenir por su vínculo con los
dioses: los únicos que nos revelan el futuro. Por lo tanto, todo
adivino tiene un don profético y sabe que todo existe simultáneamente,
pero se realiza en el tiempo. Esta es su más poderosa herramienta.
En la historia de la humanidad, ninguna cultura ha podido ignorar el
impacto de los oráculos en la conciencia humana; tampoco ninguna
religión. Desde el Oráculo de Delfos, el de Júpiter,
el de Dodoma, hasta hoy día el de Ifá, todos han iluminado
nuestras vidas.
Los babalawos (1) son iniciados en el misterio de Ifá.
Eso significa tener memoria y destreza en la parafernalia adivinatoria.
Se requieren muchos años para dominar todo lo referente a este
oráculo y memorizar la esencia y las enseñanzas de cada
uno de los versos de los doscientos cincuenta y seis signos o mandalas
de Ifá. Al mismo tiempo, se desarrolla y se profundiza el vínculo
con el Espíritu del Destino (Orúnmila u Orula),
la divinidad que habla a través de dicho oráculo.
Wande Abimbola dijo que "hay pocos ejemplos de actividades humanas
que requieran tanto esfuerzo y disciplina mentales, psicológicas
y físicas. El entrenamiento de los babalawos representa
un ejemplo supremo del entrenamiento tradicional". Con esto, Abimbola
se refiere a la piedra angular de toda esta práctica: desarrollar
el buen carácter. La definición del buen carácter
es una síntesis que resume las virtudes más importantes:
la paciencia, la humildad, el amor, la rectitud, la moderación,
la honestidad, etc. Pero también implica el amor a la madre tierra
y la reunión de lo masculino y lo femenino para completar la
unidad que somos en esencia.
La adivinación parte de la siguiente enseñanza: cuando
residimos en el reino del espíritu, y recibimos el permiso para
regresar a la tierra, postrados ante el Creador, escogemos el alto destino
que venimos a cumplir. Pero como el viaje de caída atraviesa
fuertes pruebas de fuego, tormentas de aire y agua, cuando ya se materializa,
olvida su alto destino. Crecemos con el olvido.
Cuando un cliente se consulta con un babalawo, busca que le
recuerden cuál fue ese alto destino que vino a cumplir en la
tierra. Sólo el Espíritu del Destino, quien fue Testigo
en el momento de la Creación, puede hablar y recordarle su elección.
En realidad, consultar un Oráculo como el de Ifá significa
preguntarse hoy día ¿cómo obtenemos conocimiento?
Cuando un babalawo ejerce su oficio parte de la misma pregunta
¿cómo llegamos al conocimiento? La adivinación,
entonces, es la adquisición de conocimiento sobre el origen y
naturaleza de un problema, mientras que la ofrenda demuestra la sabiduría
para aceptar la solución del problema. Y esa solución
siempre sintetiza una transformación, es decir, una rectificación
del camino.
La importancia de la adivinación hoy día reside en tener
la posibilidad de acceder a nuestro más alto destino; dentro
de nosotros hay infinitos conocimientos, conocemos muchos de nuestros
atributos, pero poseemos otros que desconocemos y que debemos esforzarnos
por descubrir el resto de nuestra vida. Y cuando no estamos en el centro
del camino de nuestro destino, el oráculo nos dirá dónde
está la fuente de disrupción o de desarmonía. El
oráculo de Ifá reconoce que las causas de la acción
humana están localizadas en tres fuentes: la conciencia, el ambiente
y el reino metafísico. El babalawo podrá interpretar
entonces el signo del oráculo de Ifá y decir cuál
es la solución para que el cliente recupere su armonía
y equilibrio.
(1) Babalawo:
significa “padre del misterio”, es iniciado en las artes
adivinatorias y en otras técnicas espirituales. Y su práctica
interior está consagrada a profundizar la comunicación
con el espíritu del destino, cuyo ancestro se denomina Orúnmila
u Orula.
foto: detalle de
Badeja de madera tallada para los ritos de adivinación de Ifá.
Museu Etnològic de Barcelona (Archivo Endusa)