Un poeta ante su mundo

María Antonieta Flores

 

Epífitas

Un poeta ante su mundo

María Antonieta Flores

Abdellatif Laâbi (Marruecos,1942) ha desarrollado una amplia obra en varios géneros y su trabajo creador va en concordancia con una posición existencial comprometida no sólo con la palabra sino también expresamente con la vida y la sociedad. Ahora, el lector hispanoamericano podrá acercarse a una muestra de su trabajo poético gracias a la edición de su Antología Poética (Caracas: Monte Avila Editores Latinoamericana, 2004) en edición bilingüe con traducción de Amelia Hernández y Aura Marina Boadas quienes ofrecen una selección de Le soleil se meurt (1992), de L´étreinte du monde (1993) y de Le spleen de Casablanca (1996), tres poemarios que ocupan un espacio central entre una producción con 14 poemarios entre 1980 y 2003, por supuesto sin considerar lo que el autor ha publicado en narrativa y dramaturgia. Difiere del estilo tradicional de la casa editorial el hecho de que al final aparece una nota biográfica y la bibliografía del autor para mayor y mejor información del lector.

La traducción más cercana a lo literal, va revelando un discurso que se desprende de lo cotidiano y se moviliza hacia lo lírico en algunos casos, mientras en otros se queda en el nombrar hechos, en lo simplemente exteriorista o evidente, en la fácil solución: “El televisor dijo:/Soy el opio del pueblo/y qué le voy a hacer”. Al lado de textos cómo éste se encuentran poemas que, dentro del mismo registro de crítica social, estremecen, tal como ocurre con el poema escrito en memoria del joven marroquí víctima de un grupo de skinheads y que es arrojado al Sena, donde perece ahogado:

Madre
mi imponente
mi imprudente
Tú que estás a punto de parirme
Por piedad
no me pongas nombre
porque los matones acechan

Madre
Haz que mi piel
sea de un color neutro
Los matones acechan

Madre
no hables en mi presencia
Corro el peligro de aprender tu lengua
y los matones acechan

Madre
escóndete cuando rezas
déjame fuera de tu fe
Los matones acechan

Madre
puedes ser pobre
pero no me eches a la calle
Los matones acechan

Ah madre
si pudieras abstenerte
y esperar días mejores
para parirme
Quién sabe
Mi primer grito
nos haría felices a ti y a mí
Yo saltaría entonces a la luz
como una ofrenda de la vida a la vida

Estas variaciones no responden a etapas escriturales ni a una concepción poética que rija un texto determinado, lo que produce en el transcurso de la lectura una sensación de camino no pavimentado, con desniveles y brillantes momentos poéticos que detienen y asombran.

Entre muchas otras cosas, la poesía es un asunto de elección, cuesta aceptarlo, pero se sabe. Una de las inquietudes que deja la lectura de esta Antología poética es que en Laâbi habitan dos poetas, dos miradas, dos voces, que no es fácil la elección. Quizás sea el reflejo de las contradicciones internas y externas que lo acechan como ser humano que representa una época y una cultura en su palabra capaz de cantar lo erótico y, a la vez, se desgarra ante el mundo que lo determina.

De ahí que “Los derrumbamientos”, un largo poema que afortunadamente en esta edición se presenta en su totalidad, sea quizás fundamental y probablemente el más importante en la muestra que aquí se reúne, pues integra ambas voces bajo el signo de la videncia, cierto tono alucinado e iluminado, y un ritmo que ciñe a tan largo poema y lo eslabona coherentemente. En este texto, la mirada se concreta y sólo es posible a través del otro: ella, la amada, mira por él para que él pueda nombrar y así la inclusión de lo femenino evoca la interna relación anima-animus. Además, esa ella se fusiona con la palabra, creando un universo discursivo que tiende a la totalización desde el fragmento.

Abdellatif Laâbi es un poeta ante su mundo que expresa el desconcierto, la angustia, su impotencia ante lo que le muestra la lucidez de su mirada, la cual le impide obviar actos y acontecimientos desgarradores. Laâbi encuentra en la palabra un camino para registrar ampliamente los aconteceres que lo perturban, señalar el status quo y que lo confirma en su humanidad sin despojarlo de un vínculo con lo trascendente. Y, precisamente, en los poemas donde se manifiesta ese nexo se encuentran el sabor de su permanencia lírica.

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