Amor, todo aquello
que está dentro de ti me llama:
Tu lisura de domingo entre cayenas moradas
Donde vuelas y revuelas sin aliento;
Tus piernas que se juntan en el agua, se mojan
Y custodian un breve espacio de orillas;
El sudario de tu corazón sube y baja en la tierra,
Come fuego, lame sal.
Y tus muertos, que casi me lloran
Con voces apilonadas en la ceniza del cielo.
Amo en ti ese fondo
de tinieblas nutrido de aves en la medianoche.
Amor, cuantas veces
eres, cuantas veces te amo.
Ahora, ven y abre tu pecho de pelusa negra,
Enséñame el temblor.
De El cielo entre cenizas, 2004
Contemplación
Esta noche he sacado
mi estera a la luz de la luna
Y sobre una piedra me acuesto a ver el cielo.
Ahora puedo reír
y volar a mis anchas.
Aquí todo es resplandeciente.
Después del redondo espejo en el cruce de la entrada,
Aparecen las grandes terrazas de los astros,
El plumaje de las estrellas que se queman,
El torrente de aguas que no se encoge,
Las ondas celestes que navegan sin sombras,
El torbellino transparente de nubes,
El paso tembloroso del arcoiris,
El árbol de rocío que nunca cesa
Y las murallas de vapores y lluvias.
Vi todo esto en
el cielo acostado en una estera
Sobre una piedra negra a la luz de la luna.
De El cielo entre cenizas, 2004