Tiempo
¿Qué
hace enfriar tanto al metal
o calentarlo?
¿Será mi espíritu obeso
desparramado por esta habitación?
¿Acaso
el día ha entrado y salido
tan de prisa
que no ha dado tiempo a la fuga?
De
Otras costumbres en Soy el animal que creo. Antología,
2004
El
diente que fuiste
Concedo
el oro a la tristeza
Al polvo rojo tarde horizonte
Herir
los ojos las realidades
Son hebras
De ahogo
o luto mis huesos
Me fatiga
tanto bostezo
Tanto relincho sobre el viento
Enamorado
Siento el diente que fuiste
De
Soy el animal que creo en Soy el animal que creo. Antología,
2004
Púa
La emoción
Mas
no la memoria
En este límite
Alambre
triste en mi garganta
El amor está como lavar un hielo
Y puedo
oír
Y calco
Somos
de tanto espacio
Delirantes en el estío
Con
un fulgor adentro
Casi ajeno
Como
una enorme púa
Que me despecha
De Soy el animal que creo en Soy el animal que creo.
Antología, 2004
Vasija
del corazón
Extrañamente
algunas veces somos herederos de un corazón
que, como una vasija, otros han llenado primero.
Desde
hace muchísimos años una tinaja permanece en un rincón
de mi casa.
Perteneció a mi madre, pero primero fue de mi abuela y,
mucho antes, de mi bisabuela...
De la tinaja, ellas sólo bebieron agua fresca. Y siempre la
tuvieron llena, incluso conocieron al hacedor de la vasija.
Hoy, sin embargo, yo la conservo vacía, sin saber el porqué.
Insisto en cubrirle la boca cuidadosamente, así como lo
hacían mi madre y mis abuelas para mantener el agua
limpia y clara.
Tal
vez creo que en su fondo reposa todavía algún silencio
que en vano intento descubrir.
O quizás no quiero que hable, me revele todo y sienta de
pronto mi sed saciada.
De Los buscadores de agua en Soy el animal que creo.
Antología, 2004
Peonía
del alma
Durante
muchos años mi pensamiento fue esfera en la noche,
La ronda inconfundible de mi destino.
De un lado a otro, mi obsesión era el caos;
De un lugar a otro, me creía dormido.
Sin embargo, la aflicción de mi voz,
La tristeza inmóvil durante muchos años,
No me hicieron más muerto que la piedra
O que la profunda sombra.
Durante muchos años mi trabajo fue anhelar en lo oscuro.
No conocía el destello de la sangre.
Pero
en una medianoche, la quietud de tu boca
Me despertó y me repitió el amor hasta el amanecer.
Este fuego me reveló de una vez el intenso rojo del alma.
De Los buscadores de agua en Soy el animal que creo.
Antología, 2004
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