Texto leído por el poeta en el acto de presentación de El idioma de las hormigas en el Instituto Austríaco para Latinoamérica en Viena.

 

Poesía y paranoia en Caracas

Wolfgang Ratz

 

La Casa de la Poesía Pérez Bonalde en Caracas organiza desde hace 11 años un festival donde participan poetas de todos los países, para un rico intercambio entre ellos y un público venezolano muy entusiasta y muy enterado de la poesía.

Este año participaron, por primera vez, poetas austríacos: Susanne Toth y mi persona. Otros invitados venían de Suecia, España, Italia, Francia, Eslovenia, Marruecos, Australia, Chile, Bolivia, Mexico, Colombia, Paraguay, Uruguay y Cuba.

La capital de Venezuela tiene unos 5 millones de habitantes. Debido al boom del petróleo, el centro de la ciudad cuenta hoy con varios ejemplos espectaculares de arquitectura futurista y un sistema de metro modernísimo, pero también visité el hermoso centro histórico alrededor de la plaza Bolívar y el Jardín Botánico.

Es una típica ciudad latinoamericana, bullosa, alegre y, a veces, caótica. Lo más enervante de Caracas fue para mí esta obsesión con el aire acondicionado, vicio gringo muy generalizado en toda la región.

Del tema de la seguridad no puedo decir nada, pues en dos semanas no tuve ni una sola experiencia desagradable. Llegué con la paranoia normal para todo turista europeo, pero la amabilidad de los caraqueños disipó rápidamente mis temores.

Durante la Semana de la Poesía, también se sentía la fiebre política. Eran pocos días antes del plebiscito que la oposición había exigido para decidir sobre el futuro del presidente Chávez. Los participantes venezolanos del festival estaban muy divididos en cuestiones políticas, pero esto no influyó para nada en el respeto mutuo ni diminuyó el amor y la atención a la poesía.

El programa preparado por los organizadores (Santos López y la editora Carmen Verde) fue más que completo. De las 10 de la mañana hasta las 9 de la noche durante 6 días se ofrecieron recitales, talleres, y debates. Después siempre nos llevaban al bailadero "El maní es así" donde seguían más recitales, tabaco y ron hasta las 4 de la mañana.

Sin embargo cada noche para el recital principal en la sala congeladísima del Banco Corp Group, acudían más de 500 amantes de la poesía. Después de los recitales se nos acercaron los oyentes con sus comentarios y preguntas, una experiencia muy rica y sorprendente para un poeta centroeuropeo.

Me parece que el entusiasmo que se siente por la poesía en países como Venezuela y Colombia se debe entre otras cosas a que los temas y la forma de escribir de muchos poetas de aquella región están más cercanos a las emociones del ser humano, que hay más textos escritos no para una minoría iluminada y elitista sino para toda la gente capaz de sentir y pensar. La buena poesía es siempre leída por una minoría, de eso no cabe duda, pero la buena poesía no se dirige necesariamente de antemano a un círculo cerrado de eruditos.

Mi participación en la Semana de la Poesía era fruto de la publicación de mi poemario “El idioma de las hormigas“ por la Colección Vitrales de Alejandría de la Editorial Eclepsidra en Caracas. El contacto con Carmen Verde, la mujer admirable que dirige la editorial, lo establecieron los poetas venezolanos Enrique Moya y Santos López. Ellos también me ayudaron mucho con el libro, me ofrecieron sus consejos y Santos revisó conmigo la versión española línea por línea.

Al fin y al cabo yo no soy autor latinoamericano aunque a veces se me olvida. Mi idioma materno es el alemán, y es en alemán que escribo el 80 por ciento de mi poesía.

El libro se terminó de imprimir el mismo día para el cual estaba programado mi primer recital. Me puse algo nervioso, pero Carmen solamente me dijo “no te preocupes, Wolfgang“ y dejé de preocuparme. “Just-in-time“ a la venezolana ...

Santos también me había pedido dar una conferencia acerca del poeta austríaco expresionista Georg Trakl. Me sorprendió que este autor oscuro de vida profundamente trágica fuera tan popular entre los poetas venezolanos. De hecho muchos de ellos conocían su obra tan bien o mejor que yo. A mí me salvó mi subtítulo “Drogadicción y creación poética“, un aspecto que interesó muchísimo.

Puedo decir que el encuentro con tantos autores de todos los confines del mundo fue para nosotros una experiencia única. Esta semana de amistad e intercambio más allá de geografías, corrientes y generaciones nos permitió vivir por siete días como en un mundo paralelo, un paraíso de poetas.

Lamentablemente en esta euforia es fácil olvidar los problemas sociales de una megaciudad como Caracas, donde la tercera parte de la población vive en los “ranchos“ como allá le dicen a los barrios pobres.

Parece que en materia de alfabetización, educación y salud, el gobierno ha tomado algunas iniciativas prometedoras, pero naturalmente no es posible dar una opinión objetiva acerca de su trabajo después de una visita de apenas dos semanas.

Sin embargo, una forma muy positiva de conocer a los venezolanos mas allá de chavistas y antichavistas, pero también más allá de los clichés de reinas de belleza y rumberos profesionales, fue encontrarnos - como nosotros - con cientos de seres humanos contagiados por la fiebre de la poesía. Es cierto que los que escribimos lo hacemos, en primera instancia, para nosotros mismos. Pero sin la reacción de los demás nos falta el aire, se nos secan las raíces, las palabras. No creo en una poesía creada en el vacío.

Pienso que todos volvimos de Caracas físicamente agotados pero espiritualmente enriquecidos. Y le digo gracias a Caracas y a todos los que hicieron posible esta experiencia.

Viena, Noviembre 2004

Palabras leídas por el poeta en el acto de presentación de El idioma de las hormigas (edición bilingüe. Caracas, Vitrales de Alejandría, 2004), el pasado 23 de noviembre en el Instituto Austríaco para Latinoamérica en Viena. La presentación estuvo a cargo de la poeta venezolana Verónica Jaffé.

 

Wolfganz Ratz. (Austriaco, nacido en Bilbao,Euskadi/España, 1959). Poeta, traductor, pintor, dramaturgo, compositor.



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