El Dios que adora
Soy un dios en mi pueblo y mi valle
No porque me adoren Sino porque yo lo hago
Porque me inclino ante quien me regala
unas granadillas o una sonrisa de su heredad
O porque voy donde sus habitantes recios
A mendigar una moneda o una camisa y me la dan
Porque vigilo el cielo con ojos de gavilán
y lo nombro en mis versos Porque soy solo
Porque dormí siete meses en una mecedora
y cinco en las aceras de una ciudad
Porque a la riqueza miro de perfil
mas no con odio Porque amo a quien ama
Porque sé cultivar naranjos y vegetales
aún en la canícula Porque tengo un compadre
a quien le bauticé todos los hijos y el matrimonio
Porque no soy bueno de una manera conocida
Porque amo los pájaros y la lluvia y su intemperie
que me lava el alma Porque nací en mayo
Porque mi madre me abandonó cuando precisamente
más la necesitaba Porque cuando estoy enfermo
voy al hospital de caridad Porque sobre todo
respeto sólo al que lo hace conmigo Al que trabaja
cada día un pan amargo y solitario y disputado
como estos versos míos que le robo a la muerte
De Tríptico cereteano,
1988. Retratos, 1980-1986
Pequeña elegía
Ya para qué seguir siendo árbol
si el verano de dos años
me arrancó las hojas y las flores
Ya para qué seguir siendo árbol
si el viento no canta en mi follaje
si mis pájaros migraron a otros lugares
Ya para qué seguir siendo árbol
sin habitantes
a no ser esos ahorcados que penden
de mis ramas
como frutas podridas en otoño
De Tríptico cereteano,
1988. Amanecer en el Valle del Sinú, 1983-1986
El viajero del río
Parloteo de comadres aceitosas
Tiernas Sosas
Final de la tarde
Tú
vienes
como un pequeño dios
entre las flores
Tú
Las observas en sus mecedoras
Sol que muere
Dios que pasa
Mirada que enamora
Ellas
dicen un adiós
hacia las dalias
enamoradas
Yo que te espero al otro lado de mí
sonrío
al verte caminar sobre las aguas
del cuerpo mío
De Tríptico cereteano, 1988. Del
amor, 1982-1987
Casi obsceno
Si quisieras oír lo que me digo en la almohada
el rubor de tu rostro sería la recompensa
Son palabras tan íntimas como mi propia carne
que padece el dolor de tu implacable recuerdo
Te cuento ¿Sí? ¿No te vengarás
un día? Me digo:
Besaría esa boca lentamente hasta volverla roja
Y en tu sexo el milagro de una mano que baja
en el momento más inesperado y como por azar
lo toca con ese fervor que inspira lo sagrado
No soy malvado Trato de enamorarte
Intento ser sincero con lo enfermo que estoy
y entrar en el maleficio de tu cuerpo
como un río que teme al mar pero siempre muere en él
De Tríptico cereteano,
1988. Del amor, 1982-1987
Erótico imaginario
Está quieto el jardín soportando la tarde
de un Marzo que se anunciara ventoso
Tan fugaz que parece un Enero
Penetrado de noche en limoneros y acacias
Opalino a lo lejos en la frente del cielo
El jardín se estremece por dentro
Entre ramas secas y hojas podridas
dormitan escarabajos Libélulas Lagartos
Un gato de ocio y maldad acecha una mariposa
De repente una casi invisible neblina desciende
y posa su penumbra en la fronda
acariciando el nudo de nuestros cuerpos
con la misma dulzura lentísima
con que yo mitad fuerza mitad miedo
beso tu cuello y tu barba de negro cristal
Está el jardín oloroso a sudor masculino
a saliva de besos profundos que anhelan
desatar el torrente del deseo en su cima
y que fluyan las savias y descansen los cuerpos
De Tríptico cereteano,
1988. Del amor, 1982-1987
Raúl Gómez Jattin. (Cartagena,
1945-1997). Su infancia y juventud en Cereté marcaron profundamente
su poesía. Poemarios publicados: Poemas (1980), Tríptico
cereteano (1988), Hijos del tiempo (1992), Esplendor
de la mariposa (1993 y 1995), Poesía 1980-1989 (1995
y 1997), El libro de la locura (póstumo) (2000). La
selección de poemas que aquí se presenta ha sido tomada
de Poesía 1980-1989 (Santafé de Bogotá:
Norma)
foto: Casa de Poesía Silva