GEORG TRAKL:


Drogadicción y creación poética

 

Wolfgang Ratz

 

 

Georg Trakl nace en 1887 en Salzburgo, Austria, como cuarto hijo de Tobias y María Trakl. La familia es de confesión protestante, sin embargo la niñera, una alsaciana de un catolicismo exaltado, se convierte en una fuerte influencia, ya que la madre, neurótica y fría segun los testimonios, no le da el apoyo necesario.

Durante sus estudios en el colegio comienza a tomar alcohol en grandes cantidades, fuma cigarrillos untados en opio y llega a conocer el somnífero veronal y el cloroformo. Frecuenta los burdeles de Salzburgo y se inicia en un estilo de vida anti-burgués. Lee ávidamente a Nietzsche y Dostoyevski.

Abandona el colegio para aprender el oficio de farmacéutico. Su estrecha relación con la hermana Margarete (Grete) se torna en amor incestuoso. Escribe dos obras simbolistas que se estrenan en el teatro de Salzburgo y fracasan estrepitosamente. Sus primeras poesías nacen bajo la influencia del romántico Lenau y del simbolista Hoffmannsthal, pero sobre todo de Baudelaire y Rimbaud. Continúa sus estudios en Viena, donde Grete estudia el piano. La relación prohibida se intensifica, asimismo los sentimientos de culpabilidad; los hermanos buscan la droga como vía de evasión. Sin embargo veremos luego que para el poeta los psicoactivos tenían un significado adicional y más profundo.

El año 1910 es definitivo para él, tanto a nivel personal como para su creación poética. Muere su padre Tobías. Su hermana Grete parte para Berlín, donde se casará en 1912 con un librero. Trakl se libera de la influencia de los poetas mencionados y desarrolla poco a poco su estilo propio, la técnica de combinar imágenas inconexas, y la desaparición del yo lírico, aspectos de los que hablaremos más adelante.

En 1913 ocupa un cargo de farmacéutico militar en Innsbruck, donde se hace amigo de Ludwig von Ficker, el editor de la revista literaria Der Brenner. Ficker se convierte en un amigo paternal y después de la muerte de Trakl, Ficker asumirá un papel parecido al de Max Brod con relación a Kafka. Este año Trakl publica su primer poemario.

En 1914, prepara el ciclo Sebastián en sueño. Sin embargo vive deprimido constantemente. En marzo, recibe la noticia de que Grete ha sufrido un aborto y viaja a Berlín. El rumor de que Trakl podría ser el padre del niño abortado carece de base. El poeta ve su vida en pedazos y desarrolla los proyectos más desesperados, solicita trabajo en las colonias holandesas y en el nuevo estado de Albania.

Cuando el 28 de junio de 1914 el heredero del trono austro-húngaro Francisco Fernando y su esposa mueren en el atentado de Sarajevo, Europa tiene finalmente el pretexto para lanzarse a una guerra que se ha estado preparando hace tiempo. De todas las intoxicaciones, el fanatismo guerrero es quizás la única contra la cual Trakl es inmune. Sin embargo no se salva de vivir sus horrores. Ajeno a cualquier impetú chauvinista, ve en ella un camino para escapar de su insoportable situación personal o quizás una esperanza de punición y purificación. Se alista voluntariamente como teniente sanitario. Suena como presagio lo que ha dicho a comienzos del año: “Sólo queda el deseo de que llegue una tormenta para purificar o destruirme”.

Después de la batalla de Grodek en Polonia, Trakl atiende sólo y durante dos días a noventa malheridos en un viejo granero, sin poder aliviar sus sufrimientos, por falta de asistencia médica y morfina. Intenta suicidarse y es trasladado al hospital militar de Cracovia para someterlo a observación psiquiátrica. Allí ingiere una sobredosis de cocaína y muere de un paro cardíaco. Tiene 27 años.

El año siguiente, Sebastián en sueño es publicado en Leipzig.

En 1917 Grete se suicida a los 25 años.

La primera edición de las obras completas se publica en 1919.

Georg Trakl es considerado hoy uno de los representantes más destacados del expresionismo ya que sin participar oficialmente en el movimiento comparte muchos de sus temas y preocupaciones.

La droga como fuerza destructora y fuente de inspiración
La drogadicción no es una metáfora, es una realidad, una de las realidades que acabarían con la vida de este poeta. Sin embargo, muchos de los aspectos de las sustancias a las que el poeta recurre en toda su vida adolescente y adulta encajan perfectamente en un esquema de autodestrucción y autopunición. Seguramente no es el afán del placer que le lleva al consumo de alcohol, cloroformo, cocaína, morfina, opio, veronal y mescalina.

Parece que Trakl no hubiera buscado paraísos sino purgatorios artificiales ya que llega a decir: “no tengo ningún derecho a retirarme del infierno”. La droga es en su vida tanto pecado como expiación. Sus problemas emocionales le llevan a embarcarse en un círculo vicioso de desesperación, evasión, obsesión, culpa y desesperación.

Pero - como dije antes - Trakl no es solamente la víctima, y difícilmente se conocerían hoy en día sus obras si no fuera por otro círculo vicioso, que tiene un impacto directo en su trabajo literario. Los elementos de este círculo serían: rebelión, violación del tabú, revelación, castigo y rebelión. Éste es el “medio de cultivo” de una parte significativa de su mundo de imágenes y sonidos.

Desde los tiempos del oráculo de Delfos y del Rig-Veda, los sacerdotes habían buscado entrar en relación y comunicación con los dioses a través de sustancias psicoactivas. Las religiones judeo-cristianas renunciaron a este método de lograr el trance, pero no renunciaron del todo al trance como forma de volverse partícipes de la esencia divina, como en el caso de los místicos.

Fue apenas en la época del romanticismo que los poetas redescubrieron esta vía inmediata pero peligrosa de hallar revelaciones sobre las regiones vedadas del alma y los enigmas del cosmos. Sabemos que muchos escritores, como Novalis, Poe, Coleridge, Baudelaire, Stevenson y Benn emplearon opio, morfina, cocaína o hachís como fuente de inspiración, por curiosidad científica, o directamente para modificar la percepción habitual durante el proceso de creación. Como dijera Cocteau: “no hay que curarse del opio sino de la inteligencia”. Y Artaud afirma que las sociedades prohiben el uso de las sustancias psicoactivas para evitar “que los hombres puedan redescrubrir un concepto antiguo y prenatal del ser que todas las religiones han ocultado.”

La lista de poetas consumidores o adictos es casi interminable, como lo es también la lista de las víctimas. En vista de la prohibición absoluta que vivimos hoy en día, sorprende la actitud indiferente del pasado. Es cierto que poco se sabía sobre los efectos nocivos del opio o de la cocaína que el propio Sigmund Freud consumía y recetaba en los años 80 del siglo XIX con fines terapéuticos hasta que un amigo suyo falleció a causa del abuso de esta droga.

Es difícil saber a partir de cuándo Trakl se acostumbra al consumo de sustancias psicoactivas. Su madre comparte este vicio. Algunos de sus biógrafos sugieren que ella puede haberlo iniciado en el uso del opio, según podría deducirse de algunos poemas, como “Sebastián en sueño”: La madre traía al niño a la luna clara / A la sombra del nogal y del viejo saúco / Ebria del zumo de la adormidera... Sin embargo sería arriesgado tomar cada verso del poeta como dato biográfico, si bien en el caso de Trakl es sumamente difícil distinguir entre su “yo lírico” y su biografía.

Lo que se puede decir es que la creación poética y la adicción surgen de manera paralela en su vida, sin que razonablemente se pueda establecer un lazo directo entre ambas. Seguramente la admiración que siente por Baudelaire, Rimbaud y Verlaine lleva al joven a imitar un estilo de vida que confunde con la personalidad artística. Pero a medida que Trakl - también por sus estudios farmacéuticos - amplía sus conocimientos acerca de los efectos de las sustancias psicoactivas, va descubriendo sus características y aprende a emplearlas según sus necesidades.

Aquí vale la pena hacerse una pregunta: ¿Es que Trakl busca las drogas por tener el carácter que tiene, o son las drogas las que deforman su carácter? Los pocos testimonios acerca de su juventud no nos permiten trazar una línea divisora. Su vida es un permanente estado de excepción.

De todos modos, uno de sus temas principales, el desdoblamiento y la disolución del “yo” corresponde extrañamente con los efectos del abuso de la cocaína y de la morfina, descritos por muchos toxicómanos, entre ellos Gottfried Benn que le canta a la disolución, a la desintegración del “yo” en su poema “cocaína”. Pero de nuevo nos preguntamos: ¿dónde está la causa y dónde el efecto? En una carta de 1910 Trakl escribe : “Quisiera envolverme y hacerme invisible.”

Hay pocos textos de Trakl que hablan de manera tan abierta como el poema “El sueño”: ¡Malditos oscuros venenos / blanco sueño! / Este jardín extravagante / de árboles crepusculares / lleno de serpientes, mariposas nocturnas, / arañas, murciélagos./¡Forastero! Tu sombra perdida / en el arrebol de la tarde, / un tenebroso corsario en la mar amarga del desconsuelo. / Revuelan blancas aves en la linde de la noche / sobre ciudades de acero / que se derrumban.

En una primera versión Trakl habla de manera más explícita de “sedantes oscuros venenos / creando blanco sueño.”

Temas e identificaciones
En contra de lo que se pudiera pensar, el consumo y los efectos de drogas psicoactivas en sí no son un tema frecuente pero pervaden muchos de los textos, ya que Trakl utiliza el trance inducido como método para desenterrar estratos e imágenes ocultos en su inconsciente. De cierta manera, la droga le permite también vivir y explorar una muerte anticipada.

Uno de los temas pincipales en la obra de Trakl es la extrañeza, la enajenación: “En verdad es el alma un extraño en la tierra”. Más adelante veremos como en su poesía crea un universo de arquetipos y símbolos que se adelanta a las palabras de Jung: “Parece que el hombre que en vano busca su existencia ... solamente mediante la vivencia de una realidad simbólica reencuentra el camino hacia un mundo, donde no es un ser extraño. ”

O como escribe Reina Palazón en el prólogo a su traducción de las obras completas: “Así bosqueja Trakl, a través de las configuraciones míticas, un antimundo de la realidad que en la transfiguración del tabú del incesto cumple una vez más el sentido de las mitologías: la justificación de acciones individuales por su inserción en un modelo general. ”

La sensación de no hallarse en este mundo se refiere directamente a su anhelo de la muerte, de escapar de una existencia absurda y su deseo de despersonalización, de disolución del “yo” lírico y físico.

En vista de su biografía, no sorprende que el complejo temático conformado por la culpa, el incesto, la obsesión y la pérdida de la inocencia sea esencial en su obra. Cito como ejemplo un fragmento del poema “Pasión”: Bajo abetos sombríos / mezclaron dos lobos su sangre / en pétreo abrazo; un oro/ se perdió la nube sobre el sendero / paciencia y silencio de la infancia. En la primera versión, a estas líneas les antecede el verso: Sobre suspirantes aguas inclinado / mira, tu esposa: rostro rígido de lepra / y su cabello flamea salvaje en la noche, donde aparece la hermana como reflejo del poeta.

También es este aspecto de su existencia el que lleva al poeta a buscar su redención en la desintegración de un “ yo”culpable e insalvable.

En su descripción de la sexualidad es frecuente la fusión de imágenes religiosas, eróticas y decadentes. Como en el poema “De profundis”: A la vera del caserío / recoge aún la dulce huérfana escasas espigas/ Sus ojos redondos y dorados pacen en el crepúsculo / y su seno anhela al esposo celeste // De vuelta al hogar / encontraron los pastores el dulce cuerpo / podrido en el espino.

A diferencia de otros poetas expresionistas, Trakl rara vez tematiza la ciudad moderna. Cuando lo hace la pinta como paisaje apocalíptico, donde habita la locura y la fealdad, conviertiéndola en reflejo de sus propias contradicciones “Oh, el delirio de la gran ciudad, cuando en la tarde / junto al negro muro achaparrados árboles se tensan; / bajo máscara argéntea mira el espíritu del mal”

La última y terrible experiencia de Trakl es la primera guerra mundial, a la que se deben varios de sus poemas más conocidos como “Grodek”, un texto fantasmal donde por última vez aparece la pálida figura de la hermana y que comienza con los versos:

En la tarde resuenan los bosques otoñales / de armas mortales, las áureas llanuras / y lagos azules, sobre ellos el sol / rueda más lóbrego; abraza la noche / murientes guerreros; la queja salvaje / de sus bocas destrozadas

El “universo trakliano”
Voy a mencionar brevemente algunas de las figuras del universo simbólico de Trakl:
Elis (del ciclo “Sebastián en sueño”) es el “muerto vivo”, su nombre escogido quizás en homenaje a una obra de Hölderlin. El poema “Al muchacho Elis” dice: pero tú entras con tiernos pasos en la noche / que cuelga cargada de uvas purpúreas / y más bellos mueves los brazos en el azul. // Un espino suena / donde están tus ojos lunares. / Oh, hace tanto tiempo, Elis, que has muerto. Elis es un dios-poeta sacrificado, Dionisos o Cristo. Pero como casi todos los personajes del universo trakliano, Elis-Orfeo es también el mismo Trakl, o más bien la esperanza de aquel de redimirse, de encontrar en la muerte el sendero para una resurrección.

Helian es otra faceta del mismo personaje mítico. “Las gradas del delirio en negros cuartos / las sombras de los mayores bajo la puerta abierta / cuando el alma de Helian se mira en espejo rosado / y nieve y lepra bajan de su frente”. Su nombre recuerda a Helios, dios del sol, o a “Hiperion”, protagonista de la obra de Hölderlin, o al mismo Hölderlin, puesto que ambos comienzan con una H y terminan con una N. Pero el sonido de “Helian” también es un eco de “Heiland”, salvador o redentor en alemán.
Kaspar Hauser, también del ciclo Sebastián en sueño es quizás la identificación más trágica, ya que es el muchacho sin habla, sin pasado conocido, es el extraño en el mundo por excelencia.
Sebastián es sin duda un otro yo bastante autobiográfico como revela el poema que le da el título al ciclo. Cito un fragmento que se refiere a los supuestos intentos de suicidio durante su niñez: También oscuro el día del año, triste infancia / cuando el muchacho a frescas aguas, peces argénteos, suave descendía / serenidad y faz / cuando pétreo se arrojó ante furiosos potros negros / En noche gris vino sobre él su estrella. San Sebastián, el mártir, representa mejor que cualquier otro figura la unión entre el sufrimiento y la belleza.

Y ahora: la hermana, objeto de deseo, terror y compasión. Es reflejo e identificación del poeta. De hecho, Gretl tenía un gran parecido físico a Georg. Aparece bajo muchos nombres como Sonja, Afra, Eva, Maria, y muchos disfraces como la monja, la jóven, etc. donde Trakl -en alemán- crea novedosos géneros femeninos que subrayan esta duplicidad.

Poética e interpretaciones
Heidegger dice: “El rigor del lenguaje de Trakl es, en el sentido más alto, tan unívoco que es incluso infinitamente superior que cualquier exactitud técnica de un concepto de univocidad siplemente científica”.

Es una paradoja que una obra que parece volver siempre sobre sus pasos, yendo en círculos, formando una especie de “metapoema” hasta sonar con la univocidad que menciona el filósofo alemán, desafíe en sus elementos imaginativos, metafóricos y semánticos los intentos de interpretación racional y unívoca.

Como sus coetáneos expresionistas, Trakl desarrolla un lenguaje poético que combina imágenes aparentemente inconexas en un ensamblaje espacio-temporal, donde todo ocurre o existe de forma simultánea. Pero como hemos podido ver, en el poeta austríaco este método no se debe tanto a la experiencia de un mundo urbano fragmentado por la velocidad y el exceso de imágenes, sino a su intención de conciliar en el poema las polaridades incompatibles de su propia personalidad. En este contexto, la polivalencia y polisemia juegan un papel esencial.

Según Walther Killy, quien publicó la edición histórica-crítica de las obras de Trakl: “la polivalencia es (para Trakl) el medio de resolver las incompatibilidades de este mundo”.

Llama la atención en Trakl el excesivo uso de colores que no corresponden ni a nuestra realidad cromática ni a un código de colores simbólicos establecido. Eckhard Philipp dice al respecto en su estudio “La función de la palabra en los poemas” de Georg Trakl que el poeta “asocia frecuentemente los adjetivos de color más heterogéneos a un sustantivo, de manera que el adjetivo de color se convierte en la realidad, usurpando el contenido de realidad de las cosas”. Esta especie de sinfonía de colores disociados del mundo de los objetos reales tiene mucho en común con el efecto de la música, que tampoco es susceptible de una sola interpretación.

La repetición de ciertos adjetivos y colores, pero también de imágenes, situaciones y figuras recuerda la técnica del leitmotiv de Richard Wagner, uno de los compositores favoritos de Trakl; sin embargo la utilización de aquellos leitmotivs obedece más a un ritmo intuitivo que al deseo de guiar al lector a través del texto.

La musicalidad de este poeta permite establecer otro paralelo: En su poesía, el contenido muchas veces no es un contenido decible, está en la textura de melodías, colores y asociaciones y se parece a la música también en que no permite una interpretación unívoca.

Las combinaciones y variaciones de un vocabulario relativamente reducido produce la sensación de un movimiento giratorio, una especie de vorágine que ejerce una extraña atracción sobre el lector.

Ya hemos visto que en Trakl se manifiesta un deseo de desaparecer, de hacerse invisible, derivado de su tragedia personal y la visión de ser apátrida en este mundo, pero el concepto de eliminar más y más el “yo” de sus textos obedece también a una poética moderna que caracteriza su obra madura. Un comentario de Trakl en una carta a su amigo Buschbeck en el año 1911 nos permite entender mejor sus intenciones: “La nueva versión del poema es tanto mejor que la original en cuanto ahora es impersonal, pero llena a reventar de movimientos y visiones”.

Georg Trakl, poeta de oscura luminosidad, emplea imágenes y figuras de la herencia romántica y simbolista, para insertarlas en un contexto radicalmente personal. Sin embargo, su universo le permite trascender lo meramente biográfico, convirténdose en “visionario de un inconsciente general” como dice Reina Palazón.

Para cerrar quisiera leer el poema “A Novalis” que de cierto modo podría ser leído también como epitafio para Georg Trakl:
“En oscura tierra reposa el santo extranjero / de dulces labios le tomó el dios la queja / cuando cayó en la flor de sus años. / Una flor azul / sobrevive su canto en la nocturna casa del dolor”.

Conferencia presentada el miércoles 21 en la XI Semana Internacional de la Poesía de Caracas, celebrada entre el 19 y el 24 de julio de 2004.

Wolfgang Ratz. poeta austriaco nacido en Bilbao, España en 1959, autor de los poemarios Zimt und metall (2002) y El idioma de las hormigas (edición bilingüe. Caracas, Vitrales de Alejandría, 2004).

 

fotografía: Wolfgang Ratz en Caracas. 2004


 
 

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