Amazonia

 

Juan Carlos Galeano

 

 

 

Aprendizaje


Con los primeros fogonazos de la guerra y agujeros en las paredes
mis padres corrieron a la selva.

Para salvarme me pintaron con los colores de una guacamaya
y me dejaron viviendo entre los indios.

Mi hermano creció en la ciudad estudiando la vida interior
de las piedras y silbando música clásica.

Cuando me trajeron de vuelta, mis padres leían los periódicos
y la casa brillaba en los espejos.

Por mi parte, era feliz mirando los informes meteorológicos.

Borrador

El hombre que necesita espacio en su mente para cosas de importancia,
todas las noches se pasa un borrador gigante por la frente.

Borra muchos pensamientos de su tierra, y cada día se despierta
con menos kilómetros cuadrados de recuerdos.

Sus padres le dicen que borre con cuidado. Que no se le vaya la mano
y un día termine borrándolos a ellos.

El hombre les asegura que ya tiene mucha práctica, que él sólo borra
las tierras y las cosas que no son importantes.

Les dice que sabe quitarles las hojas a los árboles y dejar intactas las casas y la gente.


Chacra


La chacra se toma su café y sale con su sombrero de flores,
hojitas de tabaco, plátanos y piñas para saludar a la mañana.

(Las estrellas y los planetas compraron sus boletos hace millones de años
sólo para verla sonreír este momento).

El mediodía y la tarde tomados de la mano salen a mirarla y a decirle sus cumplidos.

Unas nubes les dicen a sus hijos, los truenos y relámpagos, que dejen de jugar
al escondite; que vengan y admiren a la chacra.

El tabaco filósofo nacido en la chacra dice con sus hojas:
“nada mejor que estar aquí en la chacra para vivir este momento”.

La chacra se emociona hasta las lágrimas y se imagina que los relámpagos
van a fotografíar este momento.

Curupira

Con un pie mirando adelante y el otro para atrás, el Curupira camina por la selva,
cuidando los animales y haciéndoles las trenzas a las palmeras jovencitas.

Los cazadores le regalan muchísimos tabacos al Curupira para que les diga sus secretos.

El Curupira se fuma los tabacos y del humo
se forman los caminos donde aparecen los animales, árboles y frutas.

Pero los hombres no deben llevarse todos los animales, ni todos los árboles y frutas.

El Curupira puede soplar el humo para que desaparezcan los animales, árboles y frutas.
Podría soplar todo su humo para que desaparezcan los caminos.

También podría decirles a los animales sus secretos para cazar a los hombres.


Isla


Una isla que sale de su río con árboles y orquídeas en la cabeza,
guacamayas que hablan idiomas en sus hombros,

una isla aburrida de los barcos, de las gentes que vienen y le dicen “hasta luego”,

no quiere nada con los mares que le mandan siempre fotos y recuerdos a la isla.
Sale para visitar a los reyes, viajar por otros mundos, conocer a las estrellas...

En su viaje las montañas la saludan, otros ríos le sonríen, pero la isla sigue su camino.

A las ventanas les encantaría abrirle sus brazos,
y seguro que si la isla quisiera, podría entrar y saludar a nuestros corazones.

Pero la isla no quiere, y viaja mientras las ciudades duermen, aun cuando la tierra se duerme,

(incluso si el universo bosteza y apaga sus últimas estrellas, la isla no se detiene).

Juan Carlos Galeano. (Caquetá, Colombia, 1958). Poeta, traductor y ensayista. Residenciado en Estados Unidos desde 1983. Ha publicado los poemarios Baraja inicial (1986) y Amazonia (2003) y en ensayo, Polen y escopetas. También como traductor ha publicado: El pollo sin cabeza de Charles Simic (1999) y Los muertos y los vivos de Sharon Olds (2001). Su poesía ha sido traducida al inglés, portugués y alemán.


fotografía: Juan Carlos Galeano en Manaos. Al fondo, el río Amazonas. 2000

 

 

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