Amazonia
de Juan Carlos Galeano: |
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Guillermo Martínez González |
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Bogotá, Colombia. Por algunos poemas como CANOA I, que ilustra sobre el rito de la separación de la madre como iniciación en la libertad y la búsqueda propias, o CURUPIRA, que trata de la leyenda de una criatura protectora de los animales del bosque; por la presencia del relato oral y la influencia poderosa de la naturaleza, podría pensarse que Amazonia es tan solo un intento de recuperar el universo mágico de los habitantes del río, la visión originaria de los aborígenes de este inmenso paisaje de aguas y selvas. Sin embargo, nada más lejano de la tradición arqueológica que este libro. Resultado de sus viajes, de un conocimiento directo y documentado, de una memoria que ahonda en la infancia, el libro de Juan Carlos Galeano se asemeja, en primer lugar, a una pintura naif en la que se mezclan continuamente la historia familiar y el mito, la realidad y la imaginación, la referencia prosaica y la metáfora que revela: Los pañuelos y pantalones cortos de mis hermanos Al lado de mis medias como palomas, En silencio, las flores del vestido de mi madre
Una de las constantes es la fusión de mitologías distintas, rurales y urbanas, locales y planetarias. Eso le confiere una inquietante complejidad donde las cosas son vistas desde lo inmediato y lo lejano, una mirada en donde por influjo de la globalización conviven al mismo tiempo lo salvaje y lo tecnológico, lo telúrico y lo artificial, lo autóctono y lo extraño: La cartelera del muchacho reúne la tierra y sus cosas. Con la virgen María hay un recorte a colores
de Batman En el póster de Jurassic Park viven bestias
tranquilas La mariposa con el alfiler en el estómago
se queja
Quizá el lector no lo advierta de inmediato, pero detrás de una aparente ingenuidad que evoca los procedimientos de lo oral y lo folclórico del poeta yugoeslavo Vasko Popa, de la concreción imaginista, de la acertada fusión de lo denotativo y lo poético, de la carga simbólica de los mitos, se hallan las pesadillas de la guerra, la violencia y la aculturación. Y también un lenguaje que asume los riesgos de una simplicidad extrema e incluso de la extinción.
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