VII
mientras espero a que me hagan una citología
de cuello uterino
pregunta como si tal cosa
¿has tenido hijos?
y se coloca en la frente una luz de minero
mientras estudia el tamaño adecuado
de cada instrumento
¿has tenido hijos?
¿por qué pregunta de nuevo?
tengo que saber es mi obligación
todo lo quiere saber
hay que ver adentro
la duda
la sospecha
el miedo
respira hondo
¿te duele?
oh tú tan triste y con presagios de horror
recuerdo:
la gente muere porque sí
quién puede saber de qué murió este cuerpo
un cuerpo cualquiera
la gente espera
pacientes como vacas
extenderán el brazo
cuando se lo ordenen
y las venas gruesas
el burbujeo el burbujeo
un poquito de zumo
para saber más
aquí bajo el seno izquierdo
un cátodo frío
un zigzag negro sobre el papel rosado
para saber del corazón
aquí
deje el zumo amarillo
la gente espera su turno
paciencia de animales
hay quien lee el periódico
peores cosas han sucedido
un niño hastiado dormita
hay quien sonríe
hacen discretos ruidos los cuerpos que esperan
¿fumas?
¿toses?
¿lloras sin motivo?
oh estamos tan tristes
y con presagios de horror
De Balada de la revelación
VIII
baile con mi padre en la terraza
el torso desnudo de mi padre
come carne asada
hay calor en la terraza
es de noche y hay calor
el bebé llora
mi padre hace un hermoso gesto de fastidio
—todos sus gestos son hermosos—
mi madre trata de calmar al bebé
pero también a ella la fastidia
mi madre no tiene paciencia
aunque es vaca
porque su sangre bulle en los pies
hace burbujas bajo la delgada piel blanca
hermosa piel la de mi madre furiosa
trata de calmar al bebé
es inútil
nunca se calmará
todavía no lo saben
oh vosotros padres míos míos
tan absortos tan ajenos
mi padre con el torso desnudo
come carne en la terraza
es hermoso mi padre
la regia cabeza nos desdeña
mi madre le teme
ah los oscuros presagios
mi madre lo desea
y yo
yo no sé nadar
soy una niña sin habla
soy la quieta junto al agua espesa
De Balada de la revelación
Sueño
la humareda cubre todo
cubre el sol y el aire
el viento frío
aviva las llamas
de El Jardín del verdugo
Amar es difícil
a Yolanda Pantin
duerme sueños feroces
duerme en silencio
–un cielo mudo
una ciudad extraña–
sólo una línea
de su frente la delata
sueña que ama
todo es frío
incluso la sangre
de El Jardín del verdugo
Río Orinoco, agosto de 1818
Nunca antes había visto
un río de tal majestad
Tomé una copa y bebí
de sus aguas
Rumbo a Trinidad, pasó a nuestro lado una flechera.
Lucían hermosos bajo el sol los uniformes de la tropa. Un emblema
en el pecho brillaba:
"Morir o Vencer. Venezuela"
(…)
1º de enero de 1819
Las tropas que esperamos no están aquí sino
en El Palmar. Damos marcha atrás. Las tropas no llegan. Ya es de
noche. No son 1.200 los hombres de general Monagas, sino 400 soldados
desnudos y 50 ingleses bajo el mando de Rooke.
Descienden las aguas del río
y aparecen bancos de arena
con miles de tortugas y sus huevos
de los cuales comimos
para capturar a las tortugas
basta esperar a que salgan del agua
y avancen en la arena
tomándolas por el borde
del caparazón
y tirándolas de espaldas
pierden todos sus poderes
así derribadas
y sin poder escapar
son llevadas donde uno quiera
(…)
Estoy extenuado y aún así no logro dormir el mugir de
miles de reses
el relinchar de tantos caballos
el rebuzno de cientos de mulas
el chocar de las armas el santo y seña que pasa
de una a otra partida de soldados
el ulular extraño
melancólico de los indios
que cantan reunidos
alrededor de sus fuegos
el cielo oscuro sobre el río
oprime el aire
(…)
Cuelgo mi hamaca bajo los árboles y cierro los ojos. Sueño:
Como tempestad que pasa por el Neguev vienen del desierto del país
espantoso Logro huir y estoy a salvo en Edimburgo la ciudad helada Camino
por el borde
de abruptos peñascos
estremecidos por los vientos
del mar del Norte
¡Ah, días inocentes de mi amada Escocia!
frías lluvias de Highlands
blancos, monótonos hielos
nieves de mi infancia
Ah, Príncipe del Mal
Angel Caído
¿Dónde conservas tu grandeza original?
Algo me golpea y despierto con el rostro cubierto de sangre.
un indio me da a entender por señas que el golpe fue causado por
un murciélago.
Siento lo insustancial de todas las cosas, salvo mi desgracia.
(…)
Sueños llenos de horror me impiden descansar
cada animal de este país
desde el más pequeño insecto
hasta el más grande cuadrúpedo
es carnívoro
no hay vegetales
pan
leche ni granos
en realidad no hay nada
excepto carne
(…)
Nos detuvimos porque domarán caballos y mulas salvajes para poder
acelerar la marcha con bestias frescas.
La doma se hace así:
enlazado el caballo
lo tumban
sujeto con fuerza
le colocan el freno
y la silla de montar
el domador sube a la silla
toma el freno
y junto a varios más
armados de garrotes
golpean al animal
en la cabeza
hasta que se levanta
una vez en pie
lo vuelven a golpear
y el caballo cae
luego lo colocan
entre dos caballos frescos
y los tres se lanzan al galope
hasta que el domado
cae
exhausto
ya está así amansado para siempre
pues su espíritu
ha sido destruido
de Diario de John Roberton
Blanca Strepponi.
(Buenos Aires, 1952).Escritora venezolana autora de varios libros, entre
ellos: Birmanos (teatro), Diario de John Roberton
(poesía), El jardín del verdugo
(poesía), Las Vacas (poesía), El médico
chino (cuentos). Tiene inéditos: Balada de la revelación
(poesía) y El ángel (teatro). Coguionista de los
films Mecánicas Celestes y Piel. Miembro
del Consejo Editorial del Fondo Editorial Pequeña Venecia con 98
títulos de poesía publicados desde 1989 hasta el presente
y gerente editorial de Los Libros de El Nacional desde su creación
hasta el presente. Ha merecido los siguientes reconocimientos: Premio
Bienal Ramos Sucre de Dramaturgia, Premio de Poesía Casa de la
Cultura de Maracay y Premio de Narrativa Alfredo Armas Alfonzo.
fotografía: cortesía
Fundación Casa de la Poesía Pérez Bonalde.
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