Muchos poetas juntos
hacen una hoguera. Lejos de sus días conocidos, en el límite
mismo donde uno empieza a ser “otro”, esta singularidad
compartida con otros viajeros de la palabra se arremolina y multiplica,
instalando su simiente en nuevos horizontes.
Con muchas ediciones
en su haber, el Encuentro de Poetas del Mundo Latino,
recientemente celebrado en México (Morelia y el DF) registró
un cruce de voces y miradas que reiteran preguntas fundamentales sobre
la vida, la muerte, la existencia del arte, la validez de la palabra.
“El
lenguaje es el umbral mismo de lo humano”, dice el poeta argentino
Rodolfo Alonso, uno de los grandes invitados. “El lenguaje nos
constituye: somos lenguaje y somos por el lenguaje”. Estas afirmaciones,
oportunas al momento de hablar de poesía, no sólo aluden
al género sino que se extienden al habla misma como hacedora
de lo humano. Y esta legitimidad del lenguaje como condición
es lo que, en concepto de Alonso, hoy está en peligro. Y se pregunta:
“¿Sobrevivirá el objeto libro, encontrará
la humanidad otras formas de satisfacer su sed de poesía, subsistirá
esa sed, aunque no sea escrita?”.
Contrapunto. A
mi costado, durante el viaje Morelia-Ciudad de México, el maestro
mexicano Juan Bañuelos, luchador por la causa chiapaneca y figura
destacada del encuentro, dice que “no es cierto que la gente ya
no lea poesía”. Todas sus ediciones están prácticamente
agotadas, entre ellas una última y voluminosa antología
publicada por Plaza & Janés. Aquí un pequeño
poema suyo: “Sentados al borde de un desfiladero / supimos (al
fin) con qué savia / con qué luz, con qué piedra
/ con qué vicio de milpa / nos formaron / cómo el pueblo
levanta la montaña / para colgar de los pies al horizonte / con
qué carne de mansedumbre / aprendimos los conjuros / cómo
muerde esa araña la luz / para su hilo”.
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18/10/05 – 19 hs. Casa Universitaria del Libro, Colonia Roma,
DF, acto de apertura. Poemas leídos contra reloj. Breves,
hay que inscribir la palabra propia sobre la superficie rumorosa de
la tarde, ya surcada por otros verbos.
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19/10/05. 10 hs. Teatro Ocampo, Morelia, acto oficial de inauguración
y primera lectura. Entre otras voces, María Antonieta Flores,
de Venezuela, declara: “Yo vengo de una estirpe de mujeres solas
/ eficaces / inembargables / derrotadas antes de nacer / por la muerte
/ siempre guardadas / como semillas que arrastra el viento / entregadas
al sacrificio de la vida / sin un futuro ni un presente / sin vástagos
que las resguarden / aprendidas en soledad / ellas mismas amamantándose
/ haciendo de cada día una victoria estéril / mujeres
que hablan desde muy lejos / ahogadas en su torpeza y en la bruma del
deseo / mujeres solas que arruinaron sus manos / en el duro oficio que
les entregaron las prendas blancas y perdieron sus días entre
toses y dolores de pecho / conociendo todo de la pobreza / administrando
los silencios y el alimento diario / entrando en las jornadas / con
un dolor irremediable / estirpe sin grandes ambiciones / dulces mujeres
que amaron sin respuesta / y fueron una tras otra / mano con mano /
fundando la cadena del desamparo”.
Claude Beausoleil,
poeta del Québec, con rítmica actitud deconstructiva indaga
en los intersticios del lenguaje, con juego provocador y certero: “Repites
y dices… Tu repètes et tu dis… Tu repètes
et tu dis…”. Acaba de presentar, también en México,
su volumen bilingüe Gran Hotel de Extranjeros, uno de
cuyos poemas dice: “No sabes más de los otros / que ellos
de ti / diseca los vocablos / las imágenes se alejan / sólo
queda lo inestable / esa enfermedad de allá / sosteniéndose
en la sombra / que proyecta el hotel”.
Rodolfo Alonso,
primer traductor de Fernando Pessoa al español, y de cuyas palabras
me apropié para titular este artículo, lee: “Vuelvo
a caer en tus redes / en el viento bajo del orgullo, en la marea del
odio, vuelvo a desconocerte / a rodar sin perdón hacia tu belleza
fácilmente aceptable. / Vuelvo a caer en la dura nostalgia /
en tus pantanos ágiles / en el olor inmortal que te oscurece
y te entrega al hombre que canta en medio del peligro” . Del mismo
autor acabo de recibir, a casi un mes del encuentro en Morelia, este
poema: “Olas. De a mil. Y solas. / Madrugador: mendrugos / de
tanta maravilla / son tu herencia / (miserable, magnánima) /
de príncipe y mendigo. /Olas. Eternas. Solas. / Y cantan dulces
pájaros / (no sólo en tu cabeza) / al estruendo del mar.
/ ¿Pero es posible estar a solas / con el mar? / (Humo de Terezin
/ Bergen-Belsen, Dachau / Auschwitz, Treblinka / Buna-Monowitz, Ravensbrück
/ Birkenau, Mauthausen, Sobibor / Buchenwald, Maidanek... / ¿Y
si un mínimo grano / de esta arena en que crees / reclinar tu
cerebro / fuese polvo de hornos?)”. Entre estos notables de la
primera noche sobresale la serena lucidez de Dolores Castro y la vitalidad
exquisita de Eduardo Lizalde, quien recibe en este encuentro el Premio
Jaime Sabines/Gatien Lapointe.
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20/10/05. 10 hs. Nuevo día. Mañana de sol en el Palacio
Clavijero. La segunda mesa de lectura reúne, entre otras
propuestas, la voz sustanciosa y despojada de Andrea Montiel, la poesía
torrencial de Francisco de Asís Fernández, la brevedad
precisa y prolongada de José Luis Justes y la inquietud existencial
de María Inés Zaldívar. En la misma ocasión
Miguel Angel Muñoz, escritor y crítico de arte, dice:
“Perdí el lenguaje / en un espejo desierto / perdí
el lenguaje / en ese fragmento. / Volví sumergido / en muchos
siempres / en respuestas súbitas. / Pero vuelve / la niebla”.
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17 hs. Tarde fresca en el Conservatorio de las Rosas. Con el
fondo de un aria de Rossini comienza la lectura. Están convocados
Laura Cerrato, poeta argentina de alta condensación expresiva;
Mariano Flores Castro, de México, y los belgas Liliane Wouters,
reconocida escritora y académica, e Yves Namur, recientemente
galardonado en París con el Premio Tristán Tzara. De tono
filosófico y refinada sensibilidad, la poesía de Namur
se despliega con delicada belleza hasta alcanzar el punto en que pregunta
y respuesta se fusionan en un solo y único eje: “Ces longues
branches de l’arbre / que je regarde /s’approchent-elles
vraiement / des voix du Très-Haut?/ Ou sont-elles simplement
là / pour temoigner de l’éphemère / et de
l’infinie beauté / du vent?”. (“Estas largas
ramas del árbol que miro / ¿se acercan verdaderamente
a las voces de lo Alto? ¿O están allí / simplemente
/ para dar testimonio de lo efímero / y de la infinita belleza
del viento?” ). Cabe señalar aquí también
la fuerza poética de los textos, todavía inéditos,
de la joven mexicana Ana Alonzo: “El viento arrastra besos color
sangre / empuja pétalos al interior de un altar / en una noche
con estrellas / limpia mis ojos por un instante / hace del mundo un
solo silencio / trashumante”.
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21/10/05. 19 hs. Teatro Ocampo, nuevamente. Ultima sesión
en Morelia, con dos mesas de lectura. La primera, que comparto, incluye
al cubano Nelson Simón y sus largos poemas narrativos, la lacerante
dulzura de la guatemalteca Ana María Rodas, el prolongado clima
existencial de Pedro Serrano, y la poética místico-metafísica
de Theodor Damian, escritor rumano radicado en Nueva York, a quien pertenecen
estas líneas: “Vuelvo a andar tras lo insondable / aunque
he corrido hacia la tumba /hacia adentro / y nunca lo he alcanzado.
/ Cuando me fue dada la antorcha de este deseo / mis años eran
escasos / y yo, pobre y niño de mirada limpia / no sabía
lo mucho que iba a arder / que me iba a quemar / y que no me salvaría
de su ardor / nunca jamás”.
El poeta chileno
Gonzalo Millán, también parte de la mesa, alcanza uno
de sus mejores momentos cuando dice: “Aquí no hay hoy ni
ayer ni mañana / aquí o allá, ni esto o aquello.
/ Aquí no hay reducción ni expansión del universo
/ aquí no existe ni el espacio ni el tiempo. / A veces las miradas
se escuchan / y lo que oyes es todo lo que ves. / Una blancura uniforme
que se funde con la negrura. / Aquí sueña (suena) un cierto
silencio”.
La última
mesa se desarrolla con la presencia de Juan Gelman, el reverenciado
poeta argentino al que México rinde homenaje. Con discreta gravedad
e ironía inexpugnable, las expresiones de Gelman son las de un
hombre maduro que, más allá del dolor, se alista en las
filas de la resistencia con la fuerza trasmutadora de la poesía.
Así dice en uno de sus breves textos de Salarios del impío:
“Nadie debe hacer ruido en el secreto corazón. Amo las
apariencias del no ser normal. La verdadera nada es el espejo que envenena
los rostros de deseo, convierte a la memoria en cuerpo fugitivo de la
unión. Desde que nací estoy lleno y vacío de mí
mismo y así conozco que la verdad más inocente es un destino”.
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Extramuros. La última lectura, un mediodía en
Coyoacán (DF), se desarrolla al aire libre y es tan conmovedora
como la realizada en Morelia, una noche, también a la intemperie.
En la(s) plaza(s) la gente se reúne, habla, comenta, y se abandona
al silencio para escuchar a los poetas. “Este público es
increíble”, me dice Rodolfo Alonso, con quien comparto
la feliz impresión. El respeto que México exhibe por el
arte y la cultura (desde la institucionalidad del Estado hasta el espontáneo
entusiasmo de la gente común) sigue siendo un paradigma para
América Latina.
Poetas invitados
Con la participación de 65 poetas de 18 países de América
Latina, el Caribe y Europa, así como de México y Canadá,
del 18 al 23 de octubre se realizó el Encuentro de Poetas del
Mundo Latino / Morelia 2005. El evento es organizado de manera conjunta,
desde hace tres años, por el Seminario de Cultura Mexicana y
el Gobierno del Estado de Michoacán, a través de la Secretaría
de Cultura, con la colaboración de la Secretaría de Relaciones
Exteriores, el Instituto Nacional de Bellas Artes, la Universidad Nacional
Autónoma de México y la Secretaría de Cultura del
Distrito Federal. En Morelia el encuentro se desarrolló en el
Teatro México, el Palacio Clavijero y el Conservatorio de las
Rosas. En el DF las lecturas se realizaron en la Casa Universitaria
del Libro, el Centro Cultural España y el Jardín Hidalgo
de Coyoacán.
Participantes
Mexicanos: Eduardo Lizalde, Juan Bañuelos, Hugo Gutiérrez
Vega, Jaime Augusto Shelley, Dolores Castro, Mariano Flores Castro,
José Francisco Conde, Enzia Verduchi, Mónica Nepote, Malva
Flores, Pedro Serrano, José Angel Leyva, Francisco Hernández,
Carlos Montemayor, Guillermo Fernández, Bernardo Ruiz, Víctor
Toledo, Aura María Vidales, Andrea Montiel, Ana Alonzo, Miguel
Ángel Muñoz, Silvia Castillero, Martha Favila, José
Luis Justes, Héctor Esquer Quiñónez, Alfredo Espinosa,
Gerardo Carrera, José Antonio Alvarado, Yolanda Domínguez
Campos, Carlos Alberto López Ahumada, Nayeeli María Ocampo
Tapia, Elizabeth Pérez Tzintzun y Arturo Castrejón Salgado.
Extranjeros: Juan Gelman, Rodolfo Alonso, Diana Bellesi y Laura Cerrato
(Argentina); Yves Namur, Liliane Woters, Stefaan van den Bremt y Guy
Posson (Bélgica), William Ospina, Álvaro Miranda, Andrea
Cote y Juan Manuel Roca (Colombia); Elvira Hernández, María
Inés Zaldívar y Gonzalo Millán (Chile); Carlos
Cortés (Carlos Cortés); Nelson Simón (Cuba), Luis
García Montero y Jesús García Sánchez (España);
Ana María Rodas y Carlos López (Guatemala); Livio Ramírez
(Honduras); Paolo Ruffilli (Italia); Francisco de Asís Fernández
(Nicaragua); Adriana Almada (Paraguay); Claude Beausoleil y Bernard
Pozier (Canadá); Soledad Álvarez (República Dominicana);
Liliana Popescu y Theodor Damian (Rumania) y María Antonieta
Flores (Venezuela). Como invitada especial asistió la escritora
polaca Krystyna Rodowska, traductora –entre otros- de Octavio
Paz, Carlos Fuentes y Juan Gelman.
publicado en Takuapu (literatura/arte/humanidades)
Nº 8, Asunción, noviembre 2005, pp. 10-11.
* Editora, crítica de arte y poeta. Asistió
al Encuentro de Poetas del Mundo Latino 2005 invitada por el Seminario
de Cultura Mexicana.
fotografía: cortesía
de la autora