Morelia, México. Encuentro de Poetas del Mundo Latino

 

El lenguaje es el umbral de lo humano

 

Adriana Almada

 

Muchos poetas juntos hacen una hoguera. Lejos de sus días conocidos, en el límite mismo donde uno empieza a ser “otro”, esta singularidad compartida con otros viajeros de la palabra se arremolina y multiplica, instalando su simiente en nuevos horizontes.

Con muchas ediciones en su haber, el Encuentro de Poetas del Mundo Latino, recientemente celebrado en México (Morelia y el DF) registró un cruce de voces y miradas que reiteran preguntas fundamentales sobre la vida, la muerte, la existencia del arte, la validez de la palabra.

“El lenguaje es el umbral mismo de lo humano”, dice el poeta argentino Rodolfo Alonso, uno de los grandes invitados. “El lenguaje nos constituye: somos lenguaje y somos por el lenguaje”. Estas afirmaciones, oportunas al momento de hablar de poesía, no sólo aluden al género sino que se extienden al habla misma como hacedora de lo humano. Y esta legitimidad del lenguaje como condición es lo que, en concepto de Alonso, hoy está en peligro. Y se pregunta: “¿Sobrevivirá el objeto libro, encontrará la humanidad otras formas de satisfacer su sed de poesía, subsistirá esa sed, aunque no sea escrita?”.

Contrapunto. A mi costado, durante el viaje Morelia-Ciudad de México, el maestro mexicano Juan Bañuelos, luchador por la causa chiapaneca y figura destacada del encuentro, dice que “no es cierto que la gente ya no lea poesía”. Todas sus ediciones están prácticamente agotadas, entre ellas una última y voluminosa antología publicada por Plaza & Janés. Aquí un pequeño poema suyo: “Sentados al borde de un desfiladero / supimos (al fin) con qué savia / con qué luz, con qué piedra / con qué vicio de milpa / nos formaron / cómo el pueblo levanta la montaña / para colgar de los pies al horizonte / con qué carne de mansedumbre / aprendimos los conjuros / cómo muerde esa araña la luz / para su hilo”.

 

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18/10/05 – 19 hs. Casa Universitaria del Libro, Colonia Roma, DF, acto de apertura. Poemas leídos contra reloj. Breves, hay que inscribir la palabra propia sobre la superficie rumorosa de la tarde, ya surcada por otros verbos.

 

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19/10/05. 10 hs. Teatro Ocampo, Morelia, acto oficial de inauguración y primera lectura. Entre otras voces, María Antonieta Flores, de Venezuela, declara: “Yo vengo de una estirpe de mujeres solas / eficaces / inembargables / derrotadas antes de nacer / por la muerte / siempre guardadas / como semillas que arrastra el viento / entregadas al sacrificio de la vida / sin un futuro ni un presente / sin vástagos que las resguarden / aprendidas en soledad / ellas mismas amamantándose / haciendo de cada día una victoria estéril / mujeres que hablan desde muy lejos / ahogadas en su torpeza y en la bruma del deseo / mujeres solas que arruinaron sus manos / en el duro oficio que les entregaron las prendas blancas y perdieron sus días entre toses y dolores de pecho / conociendo todo de la pobreza / administrando los silencios y el alimento diario / entrando en las jornadas / con un dolor irremediable / estirpe sin grandes ambiciones / dulces mujeres que amaron sin respuesta / y fueron una tras otra / mano con mano / fundando la cadena del desamparo”.

Claude Beausoleil, poeta del Québec, con rítmica actitud deconstructiva indaga en los intersticios del lenguaje, con juego provocador y certero: “Repites y dices… Tu repètes et tu dis… Tu repètes et tu dis…”. Acaba de presentar, también en México, su volumen bilingüe Gran Hotel de Extranjeros, uno de cuyos poemas dice: “No sabes más de los otros / que ellos de ti / diseca los vocablos / las imágenes se alejan / sólo queda lo inestable / esa enfermedad de allá / sosteniéndose en la sombra / que proyecta el hotel”.

Rodolfo Alonso, primer traductor de Fernando Pessoa al español, y de cuyas palabras me apropié para titular este artículo, lee: “Vuelvo a caer en tus redes / en el viento bajo del orgullo, en la marea del odio, vuelvo a desconocerte / a rodar sin perdón hacia tu belleza fácilmente aceptable. / Vuelvo a caer en la dura nostalgia / en tus pantanos ágiles / en el olor inmortal que te oscurece y te entrega al hombre que canta en medio del peligro” . Del mismo autor acabo de recibir, a casi un mes del encuentro en Morelia, este poema: “Olas. De a mil. Y solas. / Madrugador: mendrugos / de tanta maravilla / son tu herencia / (miserable, magnánima) / de príncipe y mendigo. /Olas. Eternas. Solas. / Y cantan dulces pájaros / (no sólo en tu cabeza) / al estruendo del mar. / ¿Pero es posible estar a solas / con el mar? / (Humo de Terezin / Bergen-Belsen, Dachau / Auschwitz, Treblinka / Buna-Monowitz, Ravensbrück / Birkenau, Mauthausen, Sobibor / Buchenwald, Maidanek... / ¿Y si un mínimo grano / de esta arena en que crees / reclinar tu cerebro / fuese polvo de hornos?)”. Entre estos notables de la primera noche sobresale la serena lucidez de Dolores Castro y la vitalidad exquisita de Eduardo Lizalde, quien recibe en este encuentro el Premio Jaime Sabines/Gatien Lapointe.

 

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20/10/05. 10 hs. Nuevo día. Mañana de sol en el Palacio Clavijero. La segunda mesa de lectura reúne, entre otras propuestas, la voz sustanciosa y despojada de Andrea Montiel, la poesía torrencial de Francisco de Asís Fernández, la brevedad precisa y prolongada de José Luis Justes y la inquietud existencial de María Inés Zaldívar. En la misma ocasión Miguel Angel Muñoz, escritor y crítico de arte, dice: “Perdí el lenguaje / en un espejo desierto / perdí el lenguaje / en ese fragmento. / Volví sumergido / en muchos siempres / en respuestas súbitas. / Pero vuelve / la niebla”.

 

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17 hs. Tarde fresca en el Conservatorio de las Rosas. Con el fondo de un aria de Rossini comienza la lectura. Están convocados Laura Cerrato, poeta argentina de alta condensación expresiva; Mariano Flores Castro, de México, y los belgas Liliane Wouters, reconocida escritora y académica, e Yves Namur, recientemente galardonado en París con el Premio Tristán Tzara. De tono filosófico y refinada sensibilidad, la poesía de Namur se despliega con delicada belleza hasta alcanzar el punto en que pregunta y respuesta se fusionan en un solo y único eje: “Ces longues branches de l’arbre / que je regarde /s’approchent-elles vraiement / des voix du Très-Haut?/ Ou sont-elles simplement là / pour temoigner de l’éphemère / et de l’infinie beauté / du vent?”. (“Estas largas ramas del árbol que miro / ¿se acercan verdaderamente a las voces de lo Alto? ¿O están allí / simplemente / para dar testimonio de lo efímero / y de la infinita belleza del viento?” ). Cabe señalar aquí también la fuerza poética de los textos, todavía inéditos, de la joven mexicana Ana Alonzo: “El viento arrastra besos color sangre / empuja pétalos al interior de un altar / en una noche con estrellas / limpia mis ojos por un instante / hace del mundo un solo silencio / trashumante”.

 

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21/10/05. 19 hs. Teatro Ocampo, nuevamente. Ultima sesión en Morelia, con dos mesas de lectura. La primera, que comparto, incluye al cubano Nelson Simón y sus largos poemas narrativos, la lacerante dulzura de la guatemalteca Ana María Rodas, el prolongado clima existencial de Pedro Serrano, y la poética místico-metafísica de Theodor Damian, escritor rumano radicado en Nueva York, a quien pertenecen estas líneas: “Vuelvo a andar tras lo insondable / aunque he corrido hacia la tumba /hacia adentro / y nunca lo he alcanzado. / Cuando me fue dada la antorcha de este deseo / mis años eran escasos / y yo, pobre y niño de mirada limpia / no sabía lo mucho que iba a arder / que me iba a quemar / y que no me salvaría de su ardor / nunca jamás”.

El poeta chileno Gonzalo Millán, también parte de la mesa, alcanza uno de sus mejores momentos cuando dice: “Aquí no hay hoy ni ayer ni mañana / aquí o allá, ni esto o aquello. / Aquí no hay reducción ni expansión del universo / aquí no existe ni el espacio ni el tiempo. / A veces las miradas se escuchan / y lo que oyes es todo lo que ves. / Una blancura uniforme que se funde con la negrura. / Aquí sueña (suena) un cierto silencio”.

La última mesa se desarrolla con la presencia de Juan Gelman, el reverenciado poeta argentino al que México rinde homenaje. Con discreta gravedad e ironía inexpugnable, las expresiones de Gelman son las de un hombre maduro que, más allá del dolor, se alista en las filas de la resistencia con la fuerza trasmutadora de la poesía. Así dice en uno de sus breves textos de Salarios del impío: “Nadie debe hacer ruido en el secreto corazón. Amo las apariencias del no ser normal. La verdadera nada es el espejo que envenena los rostros de deseo, convierte a la memoria en cuerpo fugitivo de la unión. Desde que nací estoy lleno y vacío de mí mismo y así conozco que la verdad más inocente es un destino”.

 

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Extramuros. La última lectura, un mediodía en Coyoacán (DF), se desarrolla al aire libre y es tan conmovedora como la realizada en Morelia, una noche, también a la intemperie. En la(s) plaza(s) la gente se reúne, habla, comenta, y se abandona al silencio para escuchar a los poetas. “Este público es increíble”, me dice Rodolfo Alonso, con quien comparto la feliz impresión. El respeto que México exhibe por el arte y la cultura (desde la institucionalidad del Estado hasta el espontáneo entusiasmo de la gente común) sigue siendo un paradigma para América Latina.



 

 

Poetas invitados
Con la participación de 65 poetas de 18 países de América Latina, el Caribe y Europa, así como de México y Canadá, del 18 al 23 de octubre se realizó el Encuentro de Poetas del Mundo Latino / Morelia 2005. El evento es organizado de manera conjunta, desde hace tres años, por el Seminario de Cultura Mexicana y el Gobierno del Estado de Michoacán, a través de la Secretaría de Cultura, con la colaboración de la Secretaría de Relaciones Exteriores, el Instituto Nacional de Bellas Artes, la Universidad Nacional Autónoma de México y la Secretaría de Cultura del Distrito Federal. En Morelia el encuentro se desarrolló en el Teatro México, el Palacio Clavijero y el Conservatorio de las Rosas. En el DF las lecturas se realizaron en la Casa Universitaria del Libro, el Centro Cultural España y el Jardín Hidalgo de Coyoacán.



Participantes
Mexicanos: Eduardo Lizalde, Juan Bañuelos, Hugo Gutiérrez Vega, Jaime Augusto Shelley, Dolores Castro, Mariano Flores Castro, José Francisco Conde, Enzia Verduchi, Mónica Nepote, Malva Flores, Pedro Serrano, José Angel Leyva, Francisco Hernández, Carlos Montemayor, Guillermo Fernández, Bernardo Ruiz, Víctor Toledo, Aura María Vidales, Andrea Montiel, Ana Alonzo, Miguel Ángel Muñoz, Silvia Castillero, Martha Favila, José Luis Justes, Héctor Esquer Quiñónez, Alfredo Espinosa, Gerardo Carrera, José Antonio Alvarado, Yolanda Domínguez Campos, Carlos Alberto López Ahumada, Nayeeli María Ocampo Tapia, Elizabeth Pérez Tzintzun y Arturo Castrejón Salgado.
Extranjeros: Juan Gelman, Rodolfo Alonso, Diana Bellesi y Laura Cerrato (Argentina); Yves Namur, Liliane Woters, Stefaan van den Bremt y Guy Posson (Bélgica), William Ospina, Álvaro Miranda, Andrea Cote y Juan Manuel Roca (Colombia); Elvira Hernández, María Inés Zaldívar y Gonzalo Millán (Chile); Carlos Cortés (Carlos Cortés); Nelson Simón (Cuba), Luis García Montero y Jesús García Sánchez (España); Ana María Rodas y Carlos López (Guatemala); Livio Ramírez (Honduras); Paolo Ruffilli (Italia); Francisco de Asís Fernández (Nicaragua); Adriana Almada (Paraguay); Claude Beausoleil y Bernard Pozier (Canadá); Soledad Álvarez (República Dominicana); Liliana Popescu y Theodor Damian (Rumania) y María Antonieta Flores (Venezuela). Como invitada especial asistió la escritora polaca Krystyna Rodowska, traductora –entre otros- de Octavio Paz, Carlos Fuentes y Juan Gelman.



publicado en Takuapu (literatura/arte/humanidades) Nº 8, Asunción, noviembre 2005, pp. 10-11.

* Editora, crítica de arte y poeta. Asistió al Encuentro de Poetas del Mundo Latino 2005 invitada por el Seminario de Cultura Mexicana.


 

fotografía: cortesía de la autora

 

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