Café Kafka

(selección)

 


Enrique Moya

 

 

Nature Morte



I
El cadáver de mi padre
en el escenario de la morgue
Toco la piel de su frente
con la palma de mi mano


Un difunto no parece
quien alguna vez en vida fue
Su cuerpo es un eco impregnado de figuras
que han perdido su color


II
Los ojos de mi padre
aún están abiertos
El enfermero se los cierra
antes de anudarle la corbata


Su mirada al fin se pierde bajo los párpados
Esta vez no era pesadilla
en la cual se soñara a sí mismo
muerto en una sala de autopsias


La eternidad le había llegado
Quizá él (tendido sobre
una placa de metal) no lo sabía


III
El muerto en su ataúd
desesperado busca
aferrarse a una familia


Entonces digo

“No te aflijas
Soy yo, tu hijo
he venido a darte sepultura”


Nadie puede asegurar
que luego de morir
se terminan las angustias


IV
El forense pregunta qué hacer
con el reloj y los anteojos del difunto


Sus anteojos, sin ojos
brillan como estrellas de cristal

Su reloj, sin muñeca
puntual marca la hora





Por accidente y por destino



I
Por accidente y por destino se conocieron mis padres
Accidente sobre todo para mi madre, como diría ella después
de ese encuentro con mi padre en un café de Berlín


Mi padre, como buen alemán, no creía en accidentes
sino en destinos
Su destino, según él, era encontrarse con mi madre


Una noche de Viena de hace setenta años
mi madre tuvo otro accidente
Esa misma noche y en la misma ciudad
mi padre tuvo otro destino


Me trajeron al mundo


Para mi madre fui una noche accidentada
Para mi padre, la claridad de su destino
Frente a tal dilema cada quien parecía razonar
con los mejores argumentos


II
Cuando nací, innegable como el sol
no hubo mayores desacuerdos
Pero me pusieron dos nombres
El primero elocuente para que no me dejara amilanar por la vida
el segundo poético para que me fuera bien en el amor
El segundo fue el que más usé, en homenaje a mi madre
En cuanto al primero, la “Segunda Guerra”
hizo buenas migas con él


Al crecer, tampoco hubo disensos apreciables
Pero no fui lo que quería mi padre que fuera
ni culminé la carrera con la cual mi madre había soñado
Estas discordias familiares
me hicieron luego un profesional inteligente


III
Ya grande, y fallecidos ambos
quise evitar los probables accidentes de mi madre
y obviar, en lo posible, los destinos heredados de mi padre


En ambos casos, tuve un destino accidentado


Por ello, heme aquí
en la ciudad donde vi la primera luz, Viena
narrando un poema que podría ser
el de cualquier otro que, como yo
haya nacido mitad accidente, mitad destino





Arco iris



I

El sol se detuvo
Llovía finamente
El arco iris se fundía
con el borde distante de la Tierra


Que las mujeres eran mujeres
no lo supe hasta ese día
una sombra sobre otra sombra me lo reveló
Entonces me cambió la voz
Fue mi bautizo en un fuego
superior al misterio del arco iris


II
Los años pasan
Hablan sus enigmas
La piedra canta a la pradera
El rocío siembra sus colores en la hierba
En la pradera se aguzan los instintos


De los pájaros aprendí
a girar bruscamente en pleno vuelo
conocí a la sierpe y repté sobre las rocas
pulidas por los elementos
fui resto de sangre y zorro en espera
como muchos animales
devoré y devorado fui


III
La respiración del campanario
el lento paso de los gusanos que mudan
de uno para otro cuerpo
el cascabel de las hojas secas
ya no me son ajenos


Oigo la brisa del camposanto
su tierra negra me habita
corre por mis venas


IV
Al final del arco iris veo a un niño
su sonrisa bien vale otra


Lleva en sus manos sucias de color
una vasija llena de oro rojo
de oro verde y de oro azul





Poema de bolsillo para uso estrictamente personal



I
Quien es dueño de sus sueños
también es dueño de sus sombras


En los sueños y las sombras
se ocultan los poemas y el futuro del poeta
Mas el futuro del poema no siempre halla lugar
en el sueño breve de un poeta


No es misterio que sean los versos que sobrevivan
y no su autor
Sí es misterio, sin embargo, que un autor
tenga tiempo de corregir sus propias frases
a pesar de su efímero paso por la tierra


Si el pasado tuviese la extraordinaria facultad
que atribuimos al futuro (de modificar en el presente
los días por venir) acaso tendríamos la fortuna
de ser poetas con “un pasado prometedor”
obra inédita constantemente publicada como novedad
y una eternidad literaria asegurada más allá de cualquier sueño


II
Conocer el silencio y sus metáforas
No decir palabra alguna por semanas
Comprender mejor el uso gramatical
de los puntos suspensivos y de cierta ortografía
sólo existente en el lenguaje de las serpientes y los gatos


del silencio podemos conservar en el poema
el suspense del reptil y la memoria del felino
pero debemos eliminar las metáforas
y cualquier género de puntos


III
Nos aferramos a una letra
Y esa única letra (que puede ser la E de Enrique
o de Enfermera) nos cura las heridas
nos salva la vida con frecuencia


Aunque el poema nos transforma
no elimina el pesar
el dolor late indiferente
sin importar la calidad de nuestras letras


IV
Los muertos saben mucho de literatura
respiran y conversan con vocablos diferentes
Solos, en medio de un cielo a su medida
se dedican al estudio de nuevas formas de expresión
y de las dudas y sintaxis por ellas generadas


Si el difunto escribe un verso bueno
se le obsequia una cerveza
La cerveza de este modo consumida
vuelve a la cebada (de morir y resucitar en la semilla
trata la escritura)


V
Cuando el poema algo gana
algo de sí pierde el poeta


Cuando el poeta algo gana
todo de sí pierde el poema


Leo en Dostoyevsky


“Individuos con ideas nuevas;
incluso en algún modo capacitados
para decir algo nuevo, nacen poquísimos;
son de una escasez verdaderamente asombrosa”


En poesía hay mucho crimen sin castigo


VI
No hay que creer en los poetas
son demasiado poetas y poco humanos
Yo solo creo en algunos de sus poemas
por humanos


Bien, tomaré ahora un vaso de agua
luego iré para mi casa


Gracias






Enrique Moya. (Caracas, 1958), poeta, narrador, traductor literario, editor, ensayista; crítico de música y literatura. Ha publicado trabajos de diversos géneros literarios en periódicos y revistas especializadas de América Latina, USA y Europa. Poemarios: Memoria Ovalada (Eclepsidra, Caracas, 2000) Café Kafka (Labyrinth, Viena-Londres, 2002 y 2005); Teorías de la Piel, Manual del desamor (La Bohemia, Buenos Aires, 2006); de próxima publicación Rito del Kayak, poemas escandinavos. Lecturas de poesía y conferencias de literatura: Biblioteca Nobel de la Academia Sueca de Literatura; Ledbury Poetry Festival, Inglaterra; Festival Internacional de Poesía de Rosario, Argentina; Casa de las Letras “Andrés Bello”, Venezuela; Universidades de Munich, Viena, Carlos de Praga, entre otras instituciones literarias y académicas. Enrique Moya es director del Foro Literario Austria-América Latina y del Festival de Poesía Latinoamericana en Viena, www.foroliterario.org

 

Café Kafka.2a ed. Viena-Londres: Labyrinth, 2005.

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