Exposición: del 8 de noviembre de 2006 al 14 de enero de 2007 |
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Museu d'Art Contemporani de Barcelona (MACBA) |
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Gego (1912-1994) es, sin duda, junto con las brasileñas Lygia Clark y Mira Schendel, una de las artistas sudamericanas más importante de la segunda mitad del siglo XX. Las tres iniciaron su obra bajo la influencia, por una parte, del arte abstracto y cinético dominante en América Latina desde los años cincuenta y sesenta, y por otra del constructivismo de raíz europea para llegar a propuestas estéticas que se alejan del mito moderno. Ahora bien, mientras que hoy en día la obra de Clark y Schendel es reconocida internacionalmente, Gego continúa siendo una figura poco conocida en Europa. La exposición del MACBA pretende corregir esta situación mostrando las diferentes facetas de su trayectoria artística a través de una selección de obras que comprenden el período entre 1958 y 1988. La muestra, concebida como una antología, hace especial hincapié en el período central de su producción, representado por las Reticuláreas y los Chorros. La obra de Gego constituye un excelente ejemplo de la evolución del arte abstracto en América Latina y se presenta, hoy, bajo el prisma de nuevas lecturas que enfatizan nociones desarrolladas por la artista: la escultura planteada como problema de tensión y fuerzas, el papel decisivo de la experiencia corporal —no solo visual— de la obra y la interacción del espectador y la obra en un mismo espacio. Nacida en Hamburgo en 1912, Gego (Gertrud Goldschmidt) se formó como arquitecta en la Universidad de Stuttgart y emigró a Venezuela en 1939, donde se inició en la práctica del arte dentro de la tendencia constructivista de inspiración neoplasticista. En un entorno dominado por la influencia del arte cinético y concreto, Gego introduce una voz propia que explora el comportamiento de la línea en el espacio contrastándolo con la ilusión óptica y la fascinación por la masa o el material que tenían sus contemporáneos. Compuestas fundamentalmente de líneas e intersecciones, las esculturas de Gego organizan y dan movimiento al espacio a la vez que definen y enmarcan el vacío. De alguna manera, el vacío es utilizado en sus obras como elemento activo, como materia modeladora del espacio. Huyendo del proceso de la soldadura —en la que dependía de asistentes o técnicos para realizar sus obras— Gego idea un sistema de ensamblaje de varillas metálicas que se irá depurando con el uso de materiales industriales que, a su vez, le permiten autonomía total en su producción. Las líneas, redes y mallas llevan a sus esculturas hacia una evolución en forma de estructuras geométricas que van dando paso a formas orgánicas. La exposición se inicia con obras de los años cincuenta donde se puede observar claramente el diálogo de la artista con el material (metal soldado) y su paulatina evolución hacia la depuración de la línea en el espacio. Entre 1957-1971, Gego realiza series de dibujos en los que se observan sistemas de líneas paralelas a partir de los cuales surgirán sus primeras esculturas. Será en 1969 cuando inicia las Reticuláreas y realiza la que se considera su obra más emblemática: Reticulárea, expuesta en el Museo de Bellas Artes de Caracas y pensada exclusivamente para ese espacio que ocupa completamente. La obra consiste en un gran entramado de líneas suspendidas que, con alambres enroscados en sus extremos, permiten ser unidas unas a otras o con varias a la vez. En ella, el espectador se convierte en actor cuya percepción se convierte en una experiencia corporal múltiple. Reticulárea, construida mediante la acción de la costura y los sistemas de conectividad entre líneas, irá evolucionando en forma de esculturas autónomas que nos remiten a una ilusión de infinitud, a una intención de conectividad. Gego experimentó los problemas de composición y relación de volúmenes en numerosas series de dibujos, donde la línea se expresa, primero, en formas triangulares para, posteriormente, dar paso a formas geométricas y orgánicas de mayor complejidad. De hecho, las estructuras, líneas y conexiones en su obra nos hablan también de discontinuidad, irregularidad y azar, donde la potencia conceptual contrasta con su aparente fragilidad. A partir de 1970-1971, Gego creó los Chorros mediante un sistema similar de articulación. En estas obras, las líneas ya no están en intersección constante, sino que caen verticalmente en un aparente desorden. La gravedad aparece aquí a través de la imagen del peso y de la «caída». Si las Reticuláreas se refieren a una visión etérea de la escultura, los Chorros introducen la imagen de la cascada, de lo líquido y del movimiento suspendido en el tiempo. La exposición presenta un conjunto excepcional de 13 “chorros” restaurados recientemente y no expuestos desde 1985, cuando la artista los instaló en el Museo de Barquisimeto en Venezuela. El orden, la armonía y la precisión casi matemáticos, mostrados anteriormente en las obras de Gego se transforman ahora en caos, contingencia y entropía. En los años setenta, Gego investigó nuevamente formas geométricas en series como Troncos y Esferas, que nos recuerdan algunas de las exploraciones formales de sus trabajos iniciales. Los Troncos (1974) están basados una vez más en sistemas triangulares que se hacen eco de las preocupaciones del dibujo en el espacio pero renuevan el interés de la escultura como objeto. Con los Troncos y las Esferas, Gego indagó la continuidad de sus obras a través de instalaciones en grupos en los que conviven las preocupaciones por la estructura formal del objeto con formulaciones inéditas sobre la ocupación en el espacio. Irrepetibles hoy, estas instalaciones pueden verse como un paso más allá en la consideración del volumen y, sobre todo, de la presencia del espectador en el espacio. La vulnerabilidad introducida por Gego en su obra a final de los años sesenta, visible a través de sistemas abiertos y que fue posible gracias a la fragilidad y flexibilidad de los materiales, le permitió deformaciones, así como convertir la transparencia en motor de la escultura. Esta paradoja de la estructura transparente que la sitúa por encima de las convenciones del arte de su tiempo, se refleja claramente en los Dibujos sin papel que cierran la exposición. Realizados con frecuencia con materiales de deshecho de los que disponía en su taller, los Dibujos sin papel flotan en la pared con formas de nuevo azarosas u ordenadas geométricamente. La variedad de tamaños y de combinaciones formales da testimonio de la dedicación que, al final de su vida, Gego seguía concediendo al ensamblaje, a los materiales pobres y a la experimentación formal. (TEXTO HOJA DE INFORMACIÓN DE SALAS)
Inauguración:
Martes, 7 de noviembre de 2006, 19.30h.
Ilustración: Gego. “Sin título”.
1970. Tinta y pluma de fieltro sobre papel, 26,2 x 18,6 cm. |