Festival Internacional de Poesía de Bogotá

 

Solsticio en Bogotá

 

María Antonieta Flores

 

El festival de poesía de Bogotá me pareció un lugar ideal para la comunicación de la poesía: Bogotá al pie de los Andes, y su luminosidad, el auditoro siempre atento, los colombianos cultos, ávidos de leer escuchar y aun escribir la mejor poesía.
También la convivencia con las y los poetas, además del homenaje merecido a dos mujeres, poetas y casi tan jóvenes como yo, me pareció "justo y necesario".
Agradezco a los organizadores esta oportunidad de conocer el cielo, la luz, la montaña, la ciudad y su gente, y a tantos poetas de América Hispana.
Dolores Castro

 

Noche de solsticio en Bogotá. Estoy en la calle, sola. Atrás la Biblioteca Nacional. Acaba de culminar el XIV Festival Internacional de Poesía de Bogotá.

Rafael del Castillo condujo la clausura. Una primera mesa de lectura con poetas colombianos, gesto de saludo a los invitados. Nos ha presentado, ha dado las gracias a los patrocinadores. Se ha rendido ante las madres de la Poesía en la persona de Dolores Castro (México, 1923). La inauguración, también un homenaje a ellas, al reconocer en Matilde Espinosa (Colombia, 1917) y Maruja Vieira (Colombia, 1922), dos madres de un discurso que arropa tanto a hijos y a hijas, tanto a poetas y a poetas.

En ellas, la huella de la lucha para que la voz de lo femenino encontrara camino y luz en el medio literario y en la sociedad del siglo XX, lucha de todas estas mujeres que comienzan a publicar en nuestros países hacia la década de los treinta, cuarenta y cincuenta. A ellas la preceden otras en países con tradición más antigua, otras como la peor de todas, ella, Sor Juana. Pero en estas poetas vivas y que siguen viviendo en y por el poema, todavía publicando sus textos en este siglo XXI, se cumple el homenaje que purifica la línea ancestral, el linaje de voces y voces que han precedido para las que ahora intentan el poema, se reconozcan en el origen.

Previo a la clausura, con apenas una hora de diferencia, han leído en la Casa Silva la maestra Dolores Castro y la ecuatoriana Aleyda Quevedo (1972). Tal hecho no podía ser más evidente de ese vínculo ancestral. En una lectura, en una cercanía, en un silencio se cumple la herencia.

Me atraviesa el frío de Bogotá. Lo necesito.

Gravita el peso de la próxima partida, los equipajes a medio hacer.

Luego, la despedida se entrega a un tinto de Mendoza. Es medianoche. Salud. Me retiro. Sólo una persona sabe de la causa de mi brindis. Bogotá me verá partir un año más vieja.

Ha sido un encuentro intenso entre poetas. Dedicado a la poesía iberoamericana contemporánea escrita por mujeres, Rafael tuvo sapiencia. Así poetas hombres acompañaron a las poetas en las lecturas. Sin divisiones ni privilegios.

Sigo bajo el frío de la noche de Bogotá.

Veo atrás, muy atrás. Las voces de las mujeres marcan un rumbo.

Rumbo que sin la voz del hombre no es posible transitar.

Argentina, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, España, México, Perú, Venezuela se cruzaron para honrar este homenaje a la poesía iberoamericana escrita por mujeres.

El Seminario Internacional María Mercedes Carranza va precedido por un folleto de colección bajo la curadoría de Luis Fernando Arango y la preparación de Darío Sánchez-Carballo quien abre sus breves líneas de presentación con los versos de la venezolana Ida Gramcko (1924-1994): "Metáfora increíble es el silencio". A este texto, sigue uno de Luz Mary Giraldo y luego un poema de cada una de las maestras Olga Orozco, Alejandra Pizarnik, Blanca Varela, Matilde Espinosa, Maruja Vieira, María Mercedes Carranza, Eunice Odio, Gabriela Mistral, Dulce María Loynaz, Fina García Marruz, Rosario Castellanos, Carmen Conde, Gloria Fuentes e Ida Gramcko. Las mismas fotos y poemas estaban expuestos en la Casa Silva. Propicia invocación de las voces tutelares.

Bueno, el Seminario no le ganó al mundial de fútbol, pero se leyeron ponencias y en mi concepto el homenaje se cumplió (eso lo sabe María Mercedes) y se seguirá cumpliendo cuando las ponencias juntas o aisladas aparezcan en cualquier medio y en cualquier tierra.

Igualmente, de una u otra forma, en las lecturas públicas y privadas, en las confidencias, los chismes y en las tretas de las palabras, perdurarán las voces de Claudia López (Argentina), Adriano Corrales (Costa Rica), Gabriela Castellanos (Cuba) Paula Ilabaca (Chile), Aleyda Quevedo (Ecuador), Gregorio Morales (España), Dolores Castro, María Vásquez Valdez, Guadalupe Elizalde, Alma Karla Sandoval (México), Roxana Crisólogo (Perú), Laura Cracco (Venezuela) y los colombianos Olga Malaver, MarioJota Arbeláez, María Teresa Caro, Fernando Linero, Juan Felipe Robledo, Luis Fernando Arango, Robinson Marín, Pió Fernando Gaona, Ana Mercedes Vivas, Gustavo Mauricio García, Mario Torres Duarte, Manuel Pachón, Carlos Pachón, Celedonio Orjuela, Luz Mery Giraldo, Luz Ángela Caldas, Laura Luna, Federico Cóndor, Mónica Triana.

Del 15 al 21 de junio, acaecieron muchas cosas. Por encima de todas, la palabra y el poema.

Encuentros y desencuentros. También nos otorgó ver un poco más allá. Y nos llevó a Sopó. Y otro día a Tunja, breve parada, y a Villa de Leyva para una larga contemplación, para que el paisaje andino y la luz en sus montañas nos invadieran la memoria, para que las antiguas iglesias reveleran tradición y esperanza. Para ver cruzar cuatro velos negros al comienzo de la tarde en la plaza de Villa de Leyva, y luego el transitar de un entierro rumbo a la iglesia para salir de allí, luego de culminada la misa de cuerpo presente. Un tiempo detenido entre tantas actividades, lecturas, escuchas.

Y las aromáticas.

Harold Alvarado Tenorio fue compañía solidaria y firme. Juan Manuel Roca, siempre Juan Manuel, fue una cita obligada.

Jota Mario estuvo en varias lecturas y en la clausura, pero es que no he podido intercambiar palabra con él y no puedo inventar más que lo que vi: Su presencia de caballero y su lectura solidaria, su ironía y su poesía siempre.

Festival es fiesta, y es tragedia, es prueba, también.

Allí estábamos, cribados por la poesía y por lo humano.

A los que partieron antes, a los últimos en partir, la poesía sostuvo.

No hay cuerpo más desnudo que el que lee sus versos, que el que se expone pudoroso e inevitable.

Que no fue fácil Bogotá en esta décima cuarta entrega, no lo fue y a la vez, supremamente dócil y amorosa.

Por ello invoco la vivencia de cruce, de pasaje, de crecimiento y transformación para los que supimos, para los que nos dimos cuenta o apenas olfateamos que las fuerzas arcaicas de la poesía se imponían a los vientos contrarios que siempre intentan atacarla.

¿Qué poder convocó Rafael del Castillo al reunir a estas mujeres poetas? Una anciana, madre y sabia, conjuró el tejido milenario que nos define. Dolores Castro fue fuerza apaciguadora, fundamento.

El poeta Rafael del Castillo (Tunja, Colombia, 1962) y quien celebró hace poco los 25 años de la revista Ulrika, de la cual es también director y fundador, sacrifica, como todo aquel que abre espacio a las voces poéticas de otros, su propia palabra, su fuerza poética. ¿Será que nadie se lo advirtió o que aún así se quema en esa llama? ¿Alguien nos los avisó realmente? Lo cierto que es que él apuesta a la poesía como expresión de la amistad, de esa amistad que va más allá de la herida y el yerro. Y apuesta a una poesía exigente.

En Casa de Citas, en la lectura nocturna que cerraba el día de la inauguración, al inicio de la lectura, Rafael confiesa que el festival es, también, un homenaje a su madre, quien falleció en 2003.

De las mujeres, el fuego. Hasta la ceniza.

Así nos vimos y nos encontramos.
Y fue posible porque teníamos el espejo de lo masculino.

De centros nocturnos hasta prisiones,y en las bibliotecas y en las universidades y en la Casa Silva. Lo normal, lo que se espera.

El fracaso llega con el respirar de una mujer, con el deseo de un hombre, con la fuerza justa de la coyunda. Así, algunas cosas erraron, para luego hacerse más fuertes.

Bajo el frío de Bogotá, llega el temblor.

En mi tierra, se preparaban los tambores de San Juan. Yo me reconocía bajo lana y aguardiente, bajo el vino tinto que sostenía los adioses.

Claudia López (Argentina, 1960), en lágrimas retenidas, sabía que se nos iba algo que era permanencia. Ella supo de esos arcángeles rafaeles que se cruzaron en Sopó y en Tunja. Supo también de la lectura de poemas en el lugar más propicio para un poema de mujer.

Ante mi necesidad de cribar los días bogotanos, me responde la poeta argentina Claudia López: "decantar es urgente. Será una forma de cobijarse y alimentar la fe poética." y se me vuelve a atravesar la urgencia bajo el cielo bogotano.

Caracas, Julio 2006

 

 


n.e.
El texto que aquí se presenta es una versión corregida del original, que permanece inédito.

Matilde Espinosa falleció en marzo de 2008. Una selección de sus poemas se puede leer en el cautivo n. 23. (julio 2006).

 

El XVI Festival Internacional de Poesía de Bogotá se llevará a cabo entre el 26 y el 31 de mayo. Dedicado a México, homenajea al poeta colombiano José Luis Díaz-Granados, padre del también poeta Federico Díaz-Granados. Entre los asistentes están: Marcos Silber (Argentina), Floriano Martins (Brasil), Pablo Armando Fernández, Alberto Rodríguez Tosca (Cuba), Pablo Maire (Chile), Marcelo Báez, Xavier Oquendo (Ecuador), José Daniel García, Antonio Agredano (España), Francisco Morales Santos (Guatemala), Eduardo Lizalde, Juan Bañuelos, Sergio Mondragón, Silvia Tomasa Rivera, Eduardo Langagne, Antonio Del Toro, Vicente Quirarte, Efraín Bartolomé, Fabio Morabito, Margarito Cuellar, José Ángel Leyva, Raúl Renán,José Antonio Alvarado, Rocío Cerón, Víctor Cabrera, Yohanna Jaramillo, Oscar Blancarte (cineasta) (México), Nicasio Urbina (Nicaragua), Gerardo Ciancio, Enrique Bacci (Uruguay), Jorge Gustavo Portella, Ernesto Román Orozco (Venezuela) y una valiosa representación de la poesía colombiana.

 

Si desea más información sobre el evento visite www.poesiabogota.org

 

fotografía: maría antonieta flores. Aeropuerto El Dorado, Bogotá, 2007.

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