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Miguel
Ángel Zapata |
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Ya no tengo ángel de la guarda Ya no tengo ángel de la guarda. Un día inesperado se perdió en la llanura buscando la plenitud y el reposo. A pesar de todo, el movimiento del cielo no cesa todavía. Sigo caminando por el bosque con los ojos abiertos, y a veces siento en el aire una breve eternidad. Pienso que mi ángel de la guarda - por ese inmenso cariño por las islas - está de custodio de las profundidades del mar, que después de todo, es la otra cara del cielo. Sé que no está en el monte Nebo contemplando el tiempo que vendrá. Mi ángel tenía una larga cabellera negra y sus ojos te seguían por todas partes. Cuando iba de paseo en mi bicicleta su cabello era una llamarada de fuego negro que llamaba la atención en todo el vecindario. Nadie la podía ver, excepto mi perro que agachaba la cabeza cuando volaba por encima de los geranios. Ya no tengo ángel de la guarda. Ahora camino solitario por las oscuras calles de los pinos y presiento que alguien todavía me vigila.
Mi caballo se ha quedado sin estrellas Mi caballo se ha quedado sin estrellas. En la noche ya no levanta la cabeza para leer el firmamento ni tampoco corre libremente sin temer el desfiladero. Por primera vez ha sentido el vacío que otorga la tinta a los olvidados, y galopa con el hocico babeante por la enramada. Mi caballo ya no relincha como antes, el amor le ha carcomido la mente y los nervios. Su pelaje vuela con el viento mientras pasta bajo el sol o camina entre la niebla de la ciudad, y espera y espera el regreso del gran fuego para que lentamente lo depure.
Mi perro observa Parece que finalmente llegará la lluvia: mi perro observa atento como van llegando las nubes gordas por detrás de los cerros. Escribo con las patas de mi perro penetrando la arena del árbol más grande del jardín. Cuando la lluvia llega hay una mezcla de alegría y tristeza, algo que no se puede explicar con palabras. De pronto cambia el tono del paisaje, las astillas de la luna se clavan en la ventana que da a la sala, el árbol alumbra el patio sin hojas, y los geranios cambian el color del cielo. El cielo rojo envejece con las nubes y mi perro le saca la lengua a los pájaros muertos.
Camino a Logroño
Miguel Angel Zapata (Perú, ). Poeta y ensayista. Entre sus libros de poesía más recientes destacan: Los muslos sobre la grama (Buenos Aires, 2005), A Sparrow in the House of Seven Patios (versión bilingüe) (Nueva York, 2005), Cuervos (Puebla-México, 2003), El cielo que me escribe (Lima, 2005-México, 2002), Escribir bajo el polvo (Lima 2000), y Lumbre de la letra (Lima (1997). También ha publicado: El Hacedor y las palabras. Diálogos con Poetas de América Latina (FCE, 2005), La pirámide y el signo. Literatura y Cultura de México, Siglos XX-XXI (Nueva York, 2004), Luces de la memoria. Diálogos con Isaac Goldemberg (Caracas, 2003), Moradas de la voz. Notas sobre la poesía latinoamericana contemporánea (Lima, 2002), Nueva poesía latinoamericana (UNAM, 1999). Es Premio Latino de Literatura 2003 que otorga el Instituto de Escritores Latinoamericanos de Nueva York, y Premio José María de Hostos de ensayo 2004. Catedrático de literatura latinoamericana en Hofstra University, Long Island, Nueva York, desde donde dirige, Hofstra Hispanic Review- Revista de Literaturas Hispánicas.
fotografía: www.primerfestivalpaisimaginario.blogspot.com |