A mi hermana Beatriz
Los nombres de Dios
lavan las heridas
-no son victorias-
El muecín llama a la oración de la tarde
aguas apacibles responden
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Los magos se escuchan
con piedad
El corazón
se aferra a la esperanza
de los vaticinios
como el tamarisco
expone sus flores
al fuego
sin importarle
la sal del desierto
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Puedes volar y cantar en mi ventana
ruiseñor
puedes traer la mirada
de lo celeste
dejar tus alas
cerca de mí
El Más Alto
renueva todas las cosas
no se retira de nosotros
ni vacía nuestras almas
Uno Sin Igual
extiende su protección
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La pesadumbre se desliza más allá del río
de la vida
Testigo de lo que somos
Al- Fattah
ocúltanos de nuestros enemigos
de los que tienden lazos de afecto
que después olvidan
son muchas sus armas
cómo podemos resistir
sin tu clemencia
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Las aguas del Zagros
bajan sobre nuestras cabezas
dejan la blanca cumbre sin pesar
Descalzas nos dirigimos
al santo
acercamos nuestros labios
a la piedra
en amplios círculos
una al lado de la otra
oramos para ti
Ya Rahim
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El Sutilmente Gentil
antes de que hablemos
conoce nuestros deseos
no es necesario elevar demasiado nuestras voces
El corazón debe pesar menos que una pluma
antes de llegar a Él
Los pecados añaden peso
cómo deshacernos de ellos
sin tu misericordia
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A la manera de Hafez
Cuando las puertas
se abran
barreré con mis pestañas
tu sagrado templo
No amanece todavía
y aquí estoy
junto al derviche que
ora y canta sin cesar
sus palabras
reducen al polvo mi esperanza
Quisiera atarme al viento
que empuja la barca
creciente de la luna
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La historia permite algunas precisiones
acepta que digamos
primero fue Darío
y después Alejandro
el vándalo
el destructor de Persépolis
Recuerda los nombres
repítelos
la ondulación del agua y la frescura de las
encinas
se grabarán en tus ojos
Amir Darius
el certero perfil de tu rostro
no ha dejado de guiarnos
Un pueblo devastado tantas veces
se olvida de la muerte
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En esta ciudad
no hay espacio
donde no crezca el jazmín
no hay pórtico
donde no asome una cabeza
poseída por los extremos
de la noche
Cuerpos inclinados como ánforas
se unen a las aguas del río
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La mezquita extiende sus azules hasta lo más alto
Al- Karim haz descender sobre nosotros
tus bendiciones
pronunciamos tus nombres
porque sabemos de su eficacia majestuosa
Que el rostro del amado no se oculte
Tú que todo lo puedes
acércalo a mí
María Clara Salas. (Caracas, 1947).
Poeta. Doctora en Filosofía (UCV, 2000), docente universitaria.
Ha publicado los siguientes poemarios: Dibujos de la Sombra (1980),
Linos (1989), Un tiempo más bajo los árboles
(1991), Introducción a la Hermenéutica (1999),
Cantábrico (2003), 1606 y otros poemas (2008).
Entre los premios y reconocimientos, destacan: Premio Bienal de Poesía
“José Rafael Pocaterra” (1986), Premio “Municipal
de Poesía de la ciudad de Caracas” (1991), Premio CONAC de
poesía “Francisco Lazo Martí” (1992), Primera
Mención de la Bienal “Mariano Picón Salas” (Poesía)
Universidad de los Andes (2001). Incluida en destacadas antologías
nacionales.
fotografía: cortesía de la autora
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