De la sagrada profesión

Raul Rossetti

 

"El primer paso de la sabiduría: criticarlo todo;
el último: soportarlo todo".
Lichtenberg

 

"Al principio fue el verbo" es el comienzo del libro más conocido de los judíos y del mundo occidental. El método elaborado por Freud consiste, justamente, en la comprensión del hombre a través del verbo (incluso de las palabras omitidas, de las equivocadas, de las mal pronunciadas, de las demasiado bien pronunciadas...) Hijo directo de la Ilustración, donde la ciencia mecanicista se propuso solucionar todos los misterios del planeta (ambición que, paradójicamente, está logrando acabar con él), el método psicoanalítico nace de la misma voluntad de sistematizar el comportamiento humano mediante las similares premisas analíticas aplicadas al mundo de la materia. Pero en el insondable mundo del espíritu (más funcional y científicamente denominado inconsciente), reside un imponderable que implícito, de un modo asombroso por su natural y casi obsesiva particularidad, se niega a cualquier tipo de sistematización, siendo esta característica la que torna vulgar y torpe, inconsistente, cualquier intento de generalización o ley universal. Los nuevos físicos - los denominados "pos-cuánticos"-, conocen algo de este tema, cuando desde sus laboratorios comprueban el "principio de incertidumbre o de indeterminación", el "orden oculto o implícito", las "estructuras disipativas" y otros conceptos que fundamentan la indisoluble unión entre espíritu y materia, observador y observado; esa totalidad que las diversas técnicas del budismo, hace milenios consideran primordial para una justa y verdadera comprensión.

"Todo aquello que no es tradición, es plagio", decía Eugènne d'Ors.

El sorprendente fenómeno de la avalancha de psicoanalistas en la Argentina, debería relacionarse con el hecho de que es éste uno de los países más poblados de judíos del mundo y de una mayoría que se podría llamar

"cristianos sin ganas". Para "el pueblo elegido" es fundamental la práctica y eficiente constitución de una feliz comunidad en este mundo (y no en alguno de los próximos).

Para los "cristianos incrédulos", cuya religión está completamente desacreditada y proscripta, sobre todo entre los artistas e intelectuales del país, el psicoanálisis - que surgió y se popularizó en la burguesía de Viena -, pasó a ser la nueva fe, ocupó el lugar que durante milenios fue el centro vital de sus antepasados. Sustituyó a la anticuada e irracional confesión; tergiversó y racionalizó aquel ineluctable sentimiento religioso que fue brújula y guía incuestionable para muchas generaciones anteriores. Los pecados, en la confesión, se purifican, pueden ser borrados con oraciones: mayor cantidad para mayor cantidad de pecados, o para aquellos más graves. En el psicoanálisis, a mayor anormalidad -a mayor cantidad de pecados-, mayor cantidad de dinero... En ambos casos, lo que se persigue es la adaptación del individuo a las reglas del juego del orden social impuesto,... su inserción, su rendimiento...

Se me ocurre que esta técnica es inmejorable en cuanto que básicamente, promueve la afirmación de la idea que tiene el argentino de sí mismo, esa figura que consiste en "pasarla bien", andar bien entre las cosas, como si aún no hubiese hallado la vigorosa expresión que lo refleje y la estuviese reemplazando con una imagen endeble, una pálida copia del verdadero, único, irremplazable ser que, al igual que los niños, aún no se manifestó, no puede decirse, no puede proyectar su sombra.

Hay algo ingenuo, casi infantil quizá en esa desesperada búsqueda de identidad; más que ningún otro pueblo en el mundo, debemos sufrir el peso de nuestra falta de raíces, ese ser "hijos del barco" que en lugar de liberarnos -como proponía Borges-, nos atormenta. Envidiamos el peso insoportable que deben cargar los europeos con sus siglos de historia -que básicamente, no es más que el chovinista recuento de sucesivas infamias y atrocidades.

Un estado de sacralización inconsciente está asociado al fenómeno - como al del agónico relativismo cultural posmoderno: nadie que cuestione la masiva aceptación de sus virtudes puede ser tomado en serio -nadie que no sea un loco, un anquilosado, un fascista..., cualquier denominación vendría bien para nombrar lo que antes se lapidaba con un vergonzoso "hereje".

¿Significa, entonces, con lo dicho, denostar de un modo rotundo "la sagrada profesión", o la medicina en general o la psicología? De ningún modo, en cuanto están hechas por individuos, y así me tocó conocer verdaderos psicoanalistas cuya vocación está inspirada en una auténtica voluntad de sanar, de querer el bien y sufrir por las desgracias de los demás. No son muchos, pero, desgraciadamente, todos sabemos que entre profesionales o no profesionales, la integridad siempre es patrimonio de pocos.



Septiembre 1999.


Raúl Rossetti. escritor y ensayista, nació en Cañada Rosquín, Pcia. de Santa Fe, Argentina, el 22 de abril de 1945. Sin escuela secundaria en su pueblo, fue enviado cinco años al Liceo Militar General Belgrano de la ciudad de Santa Fe, donde además de bachiller se recibió de Sub-Teniente de Reserva – títulos que, aparentemente, de mucho no le han servido.
Después de estudiar dos años de Psicología en la ciudad de Rosario, ganó una beca en la Alianza Francesa de esa ciudad con la que pasó poco menos de un año en Francia (en su libro Túnez y Otras Orillas, en el capítulo La Vida en el Castillo relata esa experiencia y su trabajo de chofer para una multimillonaria escocesa a las afueras de Paris).
De regreso en Buenos Aires, estudió en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático y en 1968 se unió al Grupo Lobo, actuando durante un año en el mítico Instituto Di Tella con la obra Tiempo de Fregar, experiencia teatral que críticos locales como Ernesto Schoo e internacionales como la revista The Village Voice, consideraron tan trascendental e importante en la dramaturgia del momento como lo fueron el Living Theater, La Mamma o el Open Theater.
Después de estudiar Letras en la UBA de Buenos Aires y Letras Modernas en la Sorbonne de Paris, viajó y residió durante más de veinticinco años en numerosos países de Europa, América, África y Asia, derroteros y experiencias que relata en sus libros.
De Gulle Tijd El Tiempo Pródigo, fue su primer libro publicado en Ámsterdam en 1988 en colaboración con Felicitas Casavalles y traducción de Robert Lemm, el mayor conocedor y traductor de la obra de Borges al holandés.
En Holanda, durante doce años, fue jefe de redacción de la revista bilingüe Ámsterdam Sur, ahora en su versión digital, donde publicó numerosos ensayos.
Entre los numerosos países en donde vivió, asiduamente regresó a Marruecos, donde trabó una larga amistad con Paul Bowles, el célebre escritor norteamericano que residió en Tánger.
En Argentina publicó Samsara (Editorial Legasa, 1989), Túnez y Otras Orillas (Editorial Sudamericana, 1993) y últimamente Los Mandatos Ocultos (Editorial Biblioteca del Muelle, 2007).
Tradujo en Buenos Aires, para Editorial Ameghino, Los Mejores Cuentos Franceses y fue asesor de publicación para la Editorial Puerto de Palos.
Colaboró durante muchos años en varias revistas literarias nacionales, tales como Proa, Lote, Encuentros, Criterio, Unicornio, Tokonoma, Otros Paises y Continentes y en otras europeas tales como la española Sal Común, la francesa Paroles, la inglesa Latin America y las holandesas José Martí, Pasaje y Ámsterdam Sur.
Actualmente colabora en las revistas digitales Daphne y Ámsterdam Sur. (www.revistadaphne.com.ar y www.amsterdamsur.com.nl )
Su libro de ensayos Entre Líneas y sus Memorias permanecen inéditos.
Reside en Buenos Aires y de tanto en tanto vuelve a Holanda y Marruecos, sus países adoptivos, como le gusta definirlos.

Bs.As. Agosto de 2008.

[copia textual de la nota biobibliográfica enviada por el autor]


fotografía: maría antonieta flores, 2007

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