El rostro y el sueño

Pedro Francisco Lizardo

 

El rostro y el sueño

1
Todo es encuentro y resonancia, hallazgo en suma. Mientras cae la noche sobre la piel espesa del papel que detiene la escritura, sueño tu rostro envolviéndote en miradas. Estás ahí, detenida en tu propia imagen, devuelta entre tus rasgos esenciales, recreada por tus ángeles matinales. Eres igual y diferente, pero siempre la misma, puro reflejo. Imagen pura. La noche se derrama inagotable y alta, mientras tú, la misma y la otra, converges hacia el universo de la sangre iluminada por los días y las constelaciones.


2
Todo está impregnado de ti. Todo, hasta el aire que te rodea y te lleva entre su propia esencia. Eres, también, la huella de la brisa detenida en el árbol de la noche. Y esa repentina cadencia labrada por el último sonido de tu voz, tan llena de tu presencia indestructible. El amor te penetra con su radiante fuerza y el mundo se hace pequeño y hondo para que tú lo lleves como un latido insomne más allá del recuerdo y la esperanza. Todo está en ti, mujer, por quien cada día el corazón levanta su sangre como una bandera cruzada de relámpagos y vigilias


3
Ahora llegas desde el filo nocturno de la ausencia, inundada de astrales conjunciones. Estás ahí, entre las últimas luces del verano, apacentando tus rebaños de luceros y planetas. El mundo te pertenece y lo consagras. Es tu piel y tu perfil, tu nimbo y tu vestidura, tu reposo y tu revelación. Nada te puede herir sin que se modifique el rumbo zodiacal. En ti todo vuelve a nacer.

4
Tu nombre ilumina la sangre y los días. Es el hechizo mismo, la nota y el presagio, la certidumbre que nos abre las puertas del ser, mientras el cielo arde calladamente como una sonora-simple-pura-insólita llama en medio de los huesos terrenales. Es la hora de la búsqueda y el hallazgo. Siempre hay una lámpara encendida en medio de las horas y el mundo gira entre las manos plenas de dulces y amorosas geografías, que sólo te pertenecen. Respirar es poseerte.

5
Has convocado tus ángeles terribles y luminosos. Y te has desvanecido entre un clima de mapa augurales y feroces. Estás más allá de ti misma, perdida en medio de las luces violentas de un cielo de incertidumbres y nostalgias. Cae la noche sobre tus ángeles como una lenta sombra tutelar donde moras íngrima y sola detenida en el puro resplandor de la ausencia. Ya nada puede detener tu destino. Eres camino y rumbo desatado hacia la soledad.


6
Tu voz me llama y me convoca. En ella te habito como en un país lejano, perdido entre gritos ardorosos y músicas muy altas. Muerdo tu voz como una fruta prohibida. Canto en tu sangre, donde la piedra es puro resplandor. Vivo en la cal de tus huesos iluminantes y gozosos. Te pronuncio entre pulsos acerados y violentos, mientras me envuelve tu palabra en un coro de mágicas memorias.


7
Otra vez te nombro y te contengo. Estás ahí, frente a ti misma, como una rosa dentro de otra rosa. Pura esencia y destino. Puro color de asombro y sortilegio. Milagro matinal donde la luz reposa y se concentra. El mundo es tu más cercana referencia, tu signo inviolable y repetido, tu cierta condición inenarrable. Estás allí y aquí, en medio del código y la cabala, presente y definida, pensamiento y memoria, llama y temblor, destino irrevocable ardiendo entre las venas amorosas.

8
¿Dónde buscarte ahora que he perdido tu rostro y me envuelve la distancia en un aire de olvido? ¿Dónde hallar tu voz de agua limpia derramada en el amanecer del universo? ¿Dónde volver a sentir tu presencia herida de soledades y memorias? ¿Por qué no estás en medio del día que me retiene, como una revelación? Ah, todo me toca y me rechaza. Te miro y te pierdo a un mismo tiempo. Te toco y te dispersas hacia otras latitudes. Eres la pura materia traspasada de signos abismales, de lentos y melancólicos horóscopos, de mágicos anillos familiares. Eres el laberinto y la nostalgia donde arde mi cuerpo traspasado por tu llama devoradora y milenaria.

9
Te vigilo, te construyo, te recobro. Afuera la noche, limpia y espesa, te va envolviendo dulce y terriblemente. Ya no queda sino el rumor de tus pasos hacia la aurora entrevista y rosada donde navega tu fulgurante imagen. Estás aprisionada en tu propio azar. Y ya nada podrá detenerte. La fortuna es terrible y constante, como el espejo que te contiene y proyecta sobre el mundo...


10
Mirarte hasta el límite de la noche y el día. Sí. Recobrarte para después construir una nueva realidad. Así apareces y desapareces, entre un rumor iluminado por relampagueantes lluvias y cielos detenidos en la mano de Dios. Así te siento, única y total, para entender el mundo y la evidencia de las altas primaveras. porque estás en medio de la tormenta diaria, cuando el tiempo se detiene para verte mejor. Todo regresa al origen y el ciclo de las doradas estaciones nunca cesa. Por eso cabes en la palabra como en un vaso colmado de eternidad.


11
El espejo te contiene y prolonga. Vas de la luz a la sombra, del reflejo a la imagen, del resplandor a la penumbra. Estás ahí, caída, pura reverberación iluminante. Te sales del cristal entre un azogado gemido delirante. Tocas la rosa del mediodía y su secreto sideral. Y vuelves a tu desnudez gozosa, donde permaneces otra vez, espejo sobre tu propio espejo, en un íntimo y total desprendimiento donde arde y crepita el tiempo que todo lo penetra y destruye, inventándote siempre.


12
Uno abre las puertas del delirio y sueña. O te busca en el sueño.Porque estás ahí, detenida entre presagios y preguntas, transida de respuestas y nostalgias, colmada de lentas fantasías y ternuras. Uno es apenas el navegante detenido en medio de la ola, mientras cae solemne y distante, la espuma del recuerdo. Uno te sueña hasta el límite mismo del rumor, con su duelo de huesos derramándose y ardiendo en la ardorosa soledad del hombre.

De Permanencia en lo cotidiano.

 








IV

Prisionero dos veces me levanto
para cantar tu nombre verdadero,
niña del nardo azul y del quebranto,
dulce país donde agonizo y muero.

Eres la viva materia de mi canto,
caracol desatado donde quiero
inaugurar la forma de mi llanto
con que tu sangre enamorada hiero.

Dos veces me levanto y caigo luego
rendido por tu amor y por tu fuego
cautivo, prisionero, enamorado.

Y al mirarme a tus pies al fin herido,
por tu frente y tu boca perseguido
tu nombre hallo entre mi voz atado.


1943.

De Pura, encendida rosa, 1945.








 

VII

"... también en soledad de amor herido".
SAN JUAN DE LA CRUZ.


Soledad: tallo vivo de amargura,
distancia entre los dos, oh sucesivo
estarnos sin estar mientras yo vivo
ausente de tu amor y tu ternura.

Entraña del olvido, honda altura,
piedra donde se rinde el impulsivo
cantar del corazón, en sustantivo
combate por vencer mi desventura.

Torre del abandono, clara pena,
naufragio de la luz y la azucena,
nieve sin fin en llanto arborecida.

En tu oscura corriente sumergida
anda mi voz buscando la serena
lumbre del corazón ya desprendida.

 

De Pura, encendida rosa, 1945.

 








9
TODO es adivinación.
Hasta la vida diaria
y el hombre
detenido en su magia
como en un cruce
de puras circunstancias.

 

De Los días de la vida,1992.

 

 

 

 

Pedro Francisco Lizardo (Bejuma, Carabobo, Venezuela, 1920-2001) Poeta. Canción del agua clara (1939), Comarca de amor (1939-1940) (1941), La viva elegía (1943, 1972), Pura, encendida rosa (1942-45) (1945), El tiempo derramado. (Poemas 1947-1952) (1954), Los círculos del hombre. Poemas. (1959) La memoria y los días (1975), 9 poemas (1990), Los días de la vida (1992), La mágica memoria. Antología mínima (1998), Poesía Esencial. Antología Poética (2000). Premio Internacional de Poesía Andrés Eloy Blanco, Premio Municipal de Poesía.

 



fotografía: Cortesía de Amparo Montañez.

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