El
rostro y el sueño
1
Todo es encuentro y resonancia, hallazgo en suma. Mientras cae la
noche sobre la piel espesa del papel que detiene la escritura, sueño
tu rostro envolviéndote en miradas. Estás ahí,
detenida en tu propia imagen, devuelta entre tus rasgos esenciales,
recreada por tus ángeles matinales. Eres igual y diferente,
pero siempre la misma, puro reflejo. Imagen pura. La noche se derrama
inagotable y alta, mientras tú, la misma y la otra, converges
hacia el universo de la sangre iluminada por los días y las
constelaciones.
2
Todo está impregnado de ti. Todo, hasta el aire que te rodea
y te lleva entre su propia esencia. Eres, también, la huella
de la brisa detenida en el árbol de la noche. Y esa repentina
cadencia labrada por el último sonido de tu voz, tan llena
de tu presencia indestructible. El amor te penetra con su radiante
fuerza y el mundo se hace pequeño y hondo para que tú
lo lleves como un latido insomne más allá del recuerdo
y la esperanza. Todo está en ti, mujer, por quien cada día
el corazón levanta su sangre como una bandera cruzada de relámpagos
y vigilias
3
Ahora llegas desde el filo nocturno de la ausencia, inundada de astrales
conjunciones. Estás ahí, entre las últimas luces
del verano, apacentando tus rebaños de luceros y planetas.
El mundo te pertenece y lo consagras. Es tu piel y tu perfil, tu nimbo
y tu vestidura, tu reposo y tu revelación. Nada te puede herir
sin que se modifique el rumbo zodiacal. En ti todo vuelve a nacer.
4
Tu nombre ilumina la sangre y los días. Es el hechizo mismo,
la nota y el presagio, la certidumbre que nos abre las puertas del
ser, mientras el cielo arde calladamente como una sonora-simple-pura-insólita
llama en medio de los huesos terrenales. Es la hora de la búsqueda
y el hallazgo. Siempre hay una lámpara encendida en medio de
las horas y el mundo gira entre las manos plenas de dulces y amorosas
geografías, que sólo te pertenecen. Respirar es poseerte.
5
Has convocado tus ángeles terribles y luminosos. Y te has desvanecido
entre un clima de mapa augurales y feroces. Estás más
allá de ti misma, perdida en medio de las luces violentas de
un cielo de incertidumbres y nostalgias. Cae la noche sobre tus ángeles
como una lenta sombra tutelar donde moras íngrima y sola detenida
en el puro resplandor de la ausencia. Ya nada puede detener tu destino.
Eres camino y rumbo desatado hacia la soledad.
6
Tu voz me llama y me convoca. En ella te habito como en un país
lejano, perdido entre gritos ardorosos y músicas muy altas.
Muerdo tu voz como una fruta prohibida. Canto en tu sangre, donde
la piedra es puro resplandor. Vivo en la cal de tus huesos iluminantes
y gozosos. Te pronuncio entre pulsos acerados y violentos, mientras
me envuelve tu palabra en un coro de mágicas memorias.
7
Otra vez te nombro y te contengo. Estás ahí, frente
a ti misma, como una rosa dentro de otra rosa. Pura esencia y destino.
Puro color de asombro y sortilegio. Milagro matinal donde la luz reposa
y se concentra. El mundo es tu más cercana referencia, tu signo
inviolable y repetido, tu cierta condición inenarrable. Estás
allí y aquí, en medio del código y la cabala,
presente y definida, pensamiento y memoria, llama y temblor, destino
irrevocable ardiendo entre las venas amorosas.
8
¿Dónde buscarte ahora que he perdido tu rostro y me
envuelve la distancia en un aire de olvido? ¿Dónde hallar
tu voz de agua limpia derramada en el amanecer del universo? ¿Dónde
volver a sentir tu presencia herida de soledades y memorias? ¿Por
qué no estás en medio del día que me retiene,
como una revelación? Ah, todo me toca y me rechaza. Te miro
y te pierdo a un mismo tiempo. Te toco y te dispersas hacia otras
latitudes. Eres la pura materia traspasada de signos abismales, de
lentos y melancólicos horóscopos, de mágicos
anillos familiares. Eres el laberinto y la nostalgia donde arde mi
cuerpo traspasado por tu llama devoradora y milenaria.
9
Te vigilo, te construyo, te recobro. Afuera la noche, limpia y espesa,
te va envolviendo dulce y terriblemente. Ya no queda sino el rumor
de tus pasos hacia la aurora entrevista y rosada donde navega tu fulgurante
imagen. Estás aprisionada en tu propio azar. Y ya nada podrá
detenerte. La fortuna es terrible y constante, como el espejo que
te contiene y proyecta sobre el mundo...
10
Mirarte hasta el límite de la noche y el día. Sí.
Recobrarte para después construir una nueva realidad. Así
apareces y desapareces, entre un rumor iluminado por relampagueantes
lluvias y cielos detenidos en la mano de Dios. Así te siento,
única y total, para entender el mundo y la evidencia de las
altas primaveras. porque estás en medio de la tormenta diaria,
cuando el tiempo se detiene para verte mejor. Todo regresa al origen
y el ciclo de las doradas estaciones nunca cesa. Por eso cabes en
la palabra como en un vaso colmado de eternidad.
11
El espejo te contiene y prolonga. Vas de la luz a la sombra, del reflejo
a la imagen, del resplandor a la penumbra. Estás ahí,
caída, pura reverberación iluminante. Te sales del cristal
entre un azogado gemido delirante. Tocas la rosa del mediodía
y su secreto sideral. Y vuelves a tu desnudez gozosa, donde permaneces
otra vez, espejo sobre tu propio espejo, en un íntimo y total
desprendimiento donde arde y crepita el tiempo que todo lo penetra
y destruye, inventándote siempre.
12
Uno abre las puertas del delirio y sueña. O te busca en el
sueño.Porque estás ahí, detenida entre presagios
y preguntas, transida de respuestas y nostalgias, colmada de lentas
fantasías y ternuras. Uno es apenas el navegante detenido en
medio de la ola, mientras cae solemne y distante, la espuma del recuerdo.
Uno te sueña hasta el límite mismo del rumor, con su
duelo de huesos derramándose y ardiendo en la ardorosa soledad
del hombre.
De Permanencia en lo cotidiano.
IV
Prisionero dos veces me levanto
para cantar tu nombre verdadero,
niña del nardo azul y del quebranto,
dulce país donde agonizo y muero.
Eres la viva materia de mi canto,
caracol desatado donde quiero
inaugurar la forma de mi llanto
con que tu sangre enamorada hiero.
Dos veces me levanto y caigo luego
rendido por tu amor y por tu fuego
cautivo, prisionero, enamorado.
Y al mirarme a tus pies al fin herido,
por tu frente y tu boca perseguido
tu nombre hallo entre mi voz atado.
1943.
De Pura, encendida rosa, 1945.
VII
"... también en soledad
de amor herido".
SAN JUAN DE LA CRUZ.
Soledad: tallo vivo de amargura,
distancia entre los dos, oh sucesivo
estarnos sin estar mientras yo vivo
ausente de tu amor y tu ternura.
Entraña del olvido, honda altura,
piedra donde se rinde el impulsivo
cantar del corazón, en sustantivo
combate por vencer mi desventura.
Torre del abandono, clara pena,
naufragio de la luz y la azucena,
nieve sin fin en llanto arborecida.
En tu oscura corriente sumergida
anda mi voz buscando la serena
lumbre del corazón ya desprendida.
De Pura, encendida rosa, 1945.
9
TODO es adivinación.
Hasta la vida diaria
y el hombre
detenido en su magia
como en un cruce
de puras circunstancias.
De Los días de la vida,1992.
Pedro Francisco Lizardo
(Bejuma, Carabobo, Venezuela, 1920-2001) Poeta. Canción
del agua clara (1939), Comarca de amor (1939-1940) (1941),
La viva elegía (1943, 1972), Pura, encendida rosa
(1942-45) (1945), El tiempo derramado. (Poemas 1947-1952)
(1954), Los círculos del hombre. Poemas. (1959)
La memoria y los días (1975), 9 poemas (1990),
Los días de la vida (1992), La mágica memoria.
Antología mínima (1998), Poesía Esencial.
Antología Poética (2000). Premio Internacional
de Poesía Andrés Eloy Blanco, Premio Municipal de Poesía.
fotografía: Cortesía de Amparo Montañez.