De lunares y de lunas
A esas noches de mar y de sabana,
bajo las estrellas.
Llegué preguntando dónde estaba
la casa de los ángeles heridos
y me invitaste a entrar.
Quizá reconociste en mí a uno de ellos
o tenías tú también un ala rota.
Abordé tu cuerpo
y descubrí
la geometría celeste
que dibujan tus lunares.
Encontré en tus ojos
escondido,
un árbol de castañas.
y reconocí en tu corazón
el mayor de los tambores
de la tribu.
Yo vengo a ti
para tocar en él y desatar la lluvia.
Para tentar
en el mapa de tus manos
a los demonios de la risa.
Aquí estoy, criatura de lunares y de lunas
tú que conoces el lenguaje de los bosques
ayúdame a leer en este rastro de hojas secas.
El náufrago
Apacentar mis sueños
a la sombra de tu acacia en flor,
pastorear la bestia del deseo
hasta tu manso abrevadero,
...............................amor
Imaginar la ruta
que elegirán tus manos
para hallarme,
escudriñar el horizonte con
la tristeza de un marino
en busca de tus ojos:
esos faros
que me lanzan su luz
como una soga al náufrago.
El mismo río
Aguas arriba
la vida profanada se descuaja en sangre.
Vegetal y humana sangre
de las tierras arrasadas.
El plasma se ha mezclado con el río
y los niños se bañan en ese flujo atroz.
Las mujeres bajan con la ropa sucia
para lavarla en la corriente
.........................sin imaginar
cuánta culpa pondrá ella
sobre la piel de los suyos.
Las niñas llevan a casa el agua cruda
para cocinar el alimento
y es así como el pescado
acaba hirviendo en sangre,
sedimento y vergüenza.
La lluvia cree limpiarlo todo
pero en realidad, todo lo ignora,
en su infinita inocencia.
Carreteras
Manglares muertos hieren mis ojos
durante horas.
Siglos llevados a ceniza.
Escombros de lo que tuvo vida.
¿Adónde se fueron la savia y el cangrejo?
¿Adónde el refugio de raíces,
el brindis de salobre bebida,
la posada del pájaro viajero?
¿Adónde dicen que conduce
esta larga y rugiente carretera?
Golfo del Darién
Con rumbo norte
la selva estará siempre a mi derecha
La mar, junto a mi corazón.
A ella la he visto, apacible,
lamer la arena y besar el arrecife.
La he visto teñirse el pelo con el color del río
y ponerse el traje negro para sortear la noche.
He visto el bosque nocturno cerrarse sobre mí
y rodearme con sus cantos de todo origen.
Me he sentido una hoja más, un soplo
entre sus manos.
He temblado ante su grandeza y sus criaturas.
Me he asombrado con su esplendor diurno.
He transitado ese mapa bajo un aguacero,
temiendo a la roca lisa, al lodo, a la serpiente.
Pero he visto más: he visto la triste huella
del hombre sobre la playa.
Su rastro de desperdicios, su voracidad, su indiferencia.
He oído, al atardecer, el ronquido de la motosierra,
y sentido escalofrío al imaginar su tarea.
He escuchado el testimonio de su gente
sobre lo que había, y lo que era.
Y yo, que no puedo comparar, lloro con ellos.
Patricia Iriarte.
(Sincé, Sucre, Colombia,1962). Periodista, investigadora
y poeta. Fue jefe de prensa del Ministerio del Medio Ambiente y
miembro fundadora de la Asociación Nacional de Periodistas
Ambientales, con sede en Bogotá. En 1998, se vinculó
al proceso que permitió crear el Observatorio del Caribe
Colombiano. Obtuvo en 2001 una beca nacional de creación
en la categoría de periodismo escrito, otorgada por el Ministerio
de Cultura, la cual le permitió terminar la investigación
y escribir la historia sobre Totó, la momposina. Ha publicado
los estudios: Manual para cubrir la guerra y la paz (1999),
Totó, nuestra diva descalza (2004). En poesía,
Mal de amores (1992), Territorio de Delirio (1998),
Libro de Viaje (2008).
fotografía: cortesía de la autora