*
(Frente al cementerio de Heredia, 2 a.m.)
Las calles traen ecos de besos
y de adioses
pasos caminando hacia la fábrica
tangos y boleros en cantinas de barrio
beatas que murmuran dentro y fuera del templo
adulterios y abortos
escondidos bajo losas de culpa
escolares y perros disputando
la banca bajo el cedro
nubes de silabario
procesiones de luto sin destino posible,
cuerpos y memorias desmoronándose
bajo la losa pesada de la noche.
(de “Tren sin retorno”, en
imprenta)
*
Cuerpo tan golpeado
semejante a paredes de cuartel
serpientes en la boca
oxigenando la vida de la muerte,
furia de tu cuerpo
resistiendo el punzón de la Nada.
a tu pupila se le acaba el mundo,
ya no sos vos el que respira, viejo,
el alma se confunde en la humedad de la sábana.
¿apretaste mi mano?
sí, yo también oí los pasos
del que apaga la luz.
*
Querida Madre Superiora:
allá usted si no quiere
hacerse una conmigo al estilo kamasutra.
allá usted si prefiere
jugar al solitario con su piel
en lugar de mis labios
provocando el temblor
de sus más profundas humedades
allá usted si renuncia a mi ternura
enfebreciendo
los cinco puntos cardinales de su vientre
allá usted y lo que haga con sus remordimientos
pero hágame un favor:
deje de convocarme con su aureola
deje de provocarme con su murmullo en celo.
si no,
mejor póngase el hábito
............................y
se va.
*
(sobre un tema de Agustín de Hipona)
Ahora que, igual que siempre,
estoy muriendo,
puedo decirte, amada,
que decenas de pupilas reflejaron
mi amor y mi deseo,
que la sangre nunca tuvo fronteras,
que no quise jamás poner bridas a la piel.
Ya lo ves, amada, estoy muriendo
y no es por cobardía que confieso,
tampoco es una súplica a destiempo
-amores y silencios son cualidades humanas
de hermosa condición-
ni pretendo, al hablar, la expiación de la culpa
(igualmente anhelo un paraíso
con vino y odaliscas);
en verdad, amor mío, estoy muriendo
y si en este momento abro los labios
es para hacerte la única heredera del secreto:
es para traicionar a las demás.
*
XIV
Eramos legionarios
de la “Legio Mariae”
jóvenes varones
de comunión diaria,
rosario cotidiano,
lista de buenas obras
que semana a semana
íbamos a desgranar
en los albos altares de la Casa Apostólica.
Amábamos
el tufillo medieval de sacristía
y las castas imágenes de la
“Madre Admirable”
amábamos también
-de vez en cuando-,
a las vírgenes que bailaban desnudas
en los otros altares
del “Georges Hideaway”.
(del libro inédito Huellas
del primer amor )
*
Vamos, Magdalena,
no le aguantés ni medio a
tan apostólicos machos.
insultalos en el griego de tu helénica Magdala
-creerán que los bendices-
Un levísimo guiño de tu falda
o el inocente asomo de tus senos
bastan para desnudar el arrabal de sus almas.
El Mesías te sacó siete demonios
ninguno tan poderoso como vos
Una mujer libre y segura
no encaja en una ronda de patriarcas.
no le aguantés nada a tan apostólicos
machos;
se asustaron, magdalena, y ya ves,
todavía no te dejan entrar.
*
juan
hijo de elizabeth
hijo de zacarías
cuando nació
su padre quedó mudo
para que juan pudiera hablar
hasta la muerte.
(del libro inédito En el silencio
baila salomé)
*
juan
hijo de una conspiración
perpetrada en el Lugar Santísimo
salió de ain-karem de madrugada y
cuando llegó al desierto
un hilillo de sangre
teñía sus sandalias
un hilillo de sangre
que la arena guardó en su corazón.
(del libro inédito En el silencio
baila salomé)
*
la mirada de juan
abarcaba las profundas ciudades del rey
y del desierto
(juan se vestía con pieles de camellos y cabras
y comía grillos y miel silvestre)
juan olía a camello y a cabra montés
sus feromonas atraían a los nómadas
y al rey.
(del libro inédito En el silencio baila salomé)
Carlos Bonilla Avendaño.
(Heredia, Costa Rica, 1954). Poeta, pastor luterano y abogado. Ha publicado
los poemarios Alguien grita mi nombre y yo me escondo (1996)
y Puerta de los ciegos (2001), reeditado en El Salvador ese
mismo año. Tiene en prensa Tren sin retorno y un par
de inéditos.
Su poesía ofrece una mirada irónica, crítica
y humorística ante la religión institucionalizada y frente
a los convencionalismos que han propiciado las interpretaciones religiosas
y sociales tradicionales. Esto, sin dejar de revelar la inevitable y
sana convivencia entre lo sagrado y lo profano. Por supuesto, una escritura
incómoda. (n.e.)