|
||
|
||
Moraima
Guanipa
|
||
|
Un poema no es más que una
palabra pensante en el horizonte de lo no dicho. Admirable
¿Concluir lo que se presiente abierto?... ¿Ser definitivo cuando lo que se confirmó fue lo imprevisto?... ¿Acaso la poesía no es un viaje que constantemente rehace sus naves y avizora nuevas islas "de verde eternidad", como reza un poema de Borges 1? En los poemas de Cadenas nos adentramos por distintos rumbos: primero por la indagación verbal, la riqueza de las máscaras y de las voces de una palabra fundadora, como fue Los Cuadernos del Destierro; la constatación de nuestro desamparo existencial en Falsas Maniobras e Intemperie. Si bien en estos libros el lenguaje no asoma como tópico predominante, percibimos en los diálogos descarnados de un yo haciéndose "a la lentitud, al gesto consciente, al rumor del desierto" (p. 98), una experiencia del lenguaje que cobrará progresivamente mayor presencia. En Los Cuadernos del Destierro y Falsas Maniobras asoma uno de los aspectos más ricos y permanentes en la obra cadeniana: los trabajos de aniquilación del yo. La búsqueda por deslastrarse del dominio yoico que tanto ha ensalzado Occidente, se convierte en esta poesía en un alegato humano que trasciende las fronteras del universo egocéntrico sobre el cual se ha cimentado buena parte de nuestra consciencia cultural. Luego vino la ruta del mirar desnudo y el acceso a la realidad sin atavíos verbales o intelectuales en Intemperie y Memorial. El primero se despide con el poema "Ars Poética", el cual señala un momento crucial de confluencia entre lenguaje y decir poético, marcado por una toma de posición respecto al valor de las palabras y de su posibilidad de nombrar poéticamente el mundo. Aquí el poeta muestra los ángulos de una poética propia. Memorial se abre con una invocación al "idioma desintegrado", el que le permite seguir el periplo por la interioridad de una voz ensimismada y, paradójicamente, abierta a la calle y al diálogo con lo real. Amante será la ofrenda estremecida del silencio, el verso como ex-voto. Más recientemente, la poesía asume la palabra para hablarnos sobre un oficio que en Cadenas ha sido devoción artesana y testimonio de vida, como lo comunica su Gestiones, donde se mostrará fehacientemente la coronación de este vínculo misterioso entre poesía y lenguaje. A lo largo de la obra de Cadenas encontramos también el permanente enmascaramiento y juego de voces, a los que no renuncia ni siquiera en sus momentos de mayor desnudez verbal. Con mayores acentos en libros como Los cuadernos del destierro, pero presente en su obra posterior, estas veladuras, estos matices marcados por las distintas voces y sus personajes, le sirven al poeta para proponernos una suerte de puesta en escena de la poesía. No hay en la obra de Cadenas un hablante único: puede ser un yo abrumado por el peso de la existencia, o puede ser un "él" condenado a las arduas tareas de la vida, o un "tú" anhelado como devoción del amante. Allí, diríamos, radica la riqueza esencial de esta poesía que no desoye la herencia de sus orígenes: el drama antiguo, pero cuyo decir abandona toda seguridad preceptiva y estilística, para afirmarse en la palabra desnuda de atavíos. Del esplendor verbal que asoma en Los cuadernos del destierro, hasta la síntesis alcanzada en Gestiones, podemos seguir los trabajos del poeta por ganar autenticidad en su expresión, un decir que busca proximidad al habla de todos los días, sin abandonar su gusto y dominio por el verso libre, en lo que éste tiene de libertad en cuanto a normativas prosódicas o rítmicas. A lo largo de sus libros, podemos encontrar en Cadenas su comodidad en el uso de versículos, de versos ajenos a rimas y metros, cuya unidad de sentido se presta a su deseo de expresar “el habla del vivir, que siempre está traspasado por el misterio”2 . La prosificación de su poesía responde, pues, a un deseo manifiesto de deslastrarse de todo adorno, de búsqueda de un decir esencial que bien puede ser atravesado por las flechas luminosas del silencio y del pensamiento acallado. No hallaremos en su poesía la expresión metafórica o la preferencia por figuras retóricas. A lo sumo, la presencia viva de algunas figuras de repetición, que sirven para crear climas de oración y de cánticos más próximos al corazón que al pensamiento. El poeta se reconoce, como él mismo lo expresa, en un decir antipoético, en los rasgos antirretóricos, o más bien en lo que llamó alguna vez una retórica, legítima, una retórica natural: “la retórica que viene del corazón” 3. Poesía desnuda que en el decir sencillo, en el uso preciso de palabras, intenta mantener la fidelidad con lo real. Encontramos también un aspecto propiamente constitutivo de su poética: su apego a la prosa, cercana al habla del vivir, su preferencia por el verso libre (que elude la métrica tradicional). Igualmente su manejo de formas versiculares, que en algunos momentos lo conducen al clima de oración próximo a la sacralidad que intenta comunicar en sus poemas. En esta misma vía, percibimos el distanciamiento del poeta de las figuras retóricas y los desvíos del lenguaje común, que distintos enfoques teóricos caracterizan como expresión de literariedad, de poeticidad del lenguaje poético. En cada una de estas estaciones, el lenguaje se mantiene como una certeza, como medio para expresar lo insondable, la sacralidad de la existencia cuando se asume como aprendizaje de autenticidad y de fervor hacia la vida en su resplandor. Asistimos a procesos de despojamiento y de renuncia interior que a su vez se hicieron carne de palabra. O de silencio. Hechura de silencio, esta obra ha aceptado dolorosamente la vastedad de un proyecto de hondas raíces humanísticas. Ha sabido dialogar en presente con la tradición cultural occidental, pero también ha bebido de fuentes del misticismo oriental en su camino por ganar el pálpito de lo auténtico. La poesía de Cadenas muestra la hondura y desnudez de un decir que hace del silencio otra forma del lenguaje, su rostro más radical, así como también la cualidad insondable e indecible del lenguaje y de la poesía:
.......................¿Quién
puede nombrarte
.......................Tu corona es para silencios desconocidos. 4
Con una coherencia y una continuidad a salvo de las oleadas de las modas o de los estilos, Cadenas ha hecho del idioma un espacio entrañable, un lugar para la reflexión humanística sobre el papel del hombre en tiempos convulsos como los que nos ha tocado vivir, en medio de las amenazas y de los arrases de un siglo que ha mitificado el racionalismo científico-técnico, aún por encima de los valores esencialmente humanos. Esta preocupación de Cadenas por el lenguaje se enlaza con una noción si se quiere filosófica sobre la poesía y su quehacer, que define una poética y una ética del decir. El poeta se reconoce portador de un legado que es menester resguardar de las imposturas y de los caminos minados de una verbalidad encubridora de la realidad. Pero también el poeta, al ser portador del lenguaje, es portador de cultura, de historia. La poética de Cadenas se construye sobre esta consciencia de la posibilidad y, también de la imposibilidad, del lenguaje. Posibilidad de comunicación, de puente entre la vida y el decir poético, pero imposibilidad de que la palabra pueda ser portadora de la vivencia interior, ancla de la realidad, sin que ésta pierda algo de su genuina certidumbre o se falsee en los brillos de la expresión adornada y vacía de sentido. Lo escribió el poeta en uno de sus libros: “Lenguaje/ emanado/ puntual/ fehaciente,/ no el engaño/ de la palabra que sirve a alguien” 5. En estos procesos por ganar la limpidez, por “aprender a ser nadie”, la palabra también se desnuda, se deslastra, se acerca al habla de todos los días y al enmudecer, asume esa otra forma del lenguaje que es asentimiento y comunión, proximidad espiritual. Y nosotros, los lectores, también en silencio seguimos al poeta en su camino, tratamos de acompañarlo en la construcción del sentido, porque sabemos o intuimos que la escritura poética se completa en la lectura. La poesía no es un hecho dado e inmutable al cual el lector asiste pasivamente como testigo o espectador. El lector es co-autor, compañero silente del poeta en su discurrir, una tarea nada fácil, que exige nuestro compromiso. Los poemas de Cadenas aguardan por nosotros para revelarnos, para confrontarnos en un espejo donde no hay nadie, salvo nuestra propia imagen: precaria y auténtica. Démosle gracias al poeta por ese camino abierto, por devolvernos a la casa primigenia del ser y de nuestra condición humana: la del lenguaje.
Notas 1. Jorge Luis Borges. "Arte Poética". Obras Completas. p. 843 2. Rafael Cadenas. Anotaciones. p.85. 3. María Ramírez Ribes. Conversaciones con Rafael Cadenas. p. 47. 4. Rafael Cadenas. Memorial. p. 144. 5. Ibid. p. 91.
Palabras finales del libro: Hechura de silencio. Una aproximación al Ars Poética de Rafael Cadenas. Fondo Editorial de la Facultad de Humanidades y Educación- UCV, Caracas, 2002.
|