Poemas

Norah Zapata-Prill

 

Reencuentro

Aquí están, aún de pie
arrimados los unos a los otros
los viejos libros de mis primeras letras

Sus historias aún se ríen de la ignorancia
con la que me iniciaba en el misterio

El aroma ha cambiado
Ya no es el de las lluvias sobre grietas vírgenes
sino el de árboles que han resistido al invierno de muchas estaciones

Este, tiene la página veinte marcada con el verde trébol
Y aquél, la frase subrayada
la que desmenuza el pan por conocer la razón del hambre

Ese, una página rota como si hubiese aquel día
podido más la espina que la rosa

¿Y esta historia en la que actuó el cosmos
su pasión transitoria?
¿Y aquel manual erótico que vistió de papel
el ansia y el poema
y llenó mi cuerpo de viñedo y tierra?

¿Y este otro
quizás el más querido por estar ya tan viejo
el predestinado, que tiene luces propias
en medio de sus sombras
e higuera en cuya savia es fiebre el rezo
y en cuya alma un dios se crucifica cada día?

Que la esencia venga con la noche
puesto que hoy es de noche
Que las palabras en torno a la fogata se incineren
Así como los árboles, sin piedad por si mismos
voy a dejar a la hojarasca mis manos
mis hojeadores dedos, mis esposas
mis pies y la hierba y el camino

Que todo sea por un grano
Un nuevo brote
Un nuevo libro.













 

Los olvidados

Ríen, hablan
conocen los inviernos aún mejor que la nieve

Duermen en sus pesadillas enjaulados
Despiertan y se burlan de sus sueños
Todos los días mastican su memoria y beben la aventura
Contemplan el horizonte como piedras lanzadas al vacío

En vano tiñen las huellas de sus pasos
Son como el viento, sin camino
En sus manos las grietas son dobles
Como son dobles las lágrimas que surcan nómadas

Piensan en el mar, en los puertos donde gaviotas
y pañuelos acogen cansancios y viajeros

¿Qué antiguos pájaros anidan en sus ojos?

Arañados, derraman vino en sus heridas

¿Qué estrellas mueren en sus noches?

Dios los espía. ¿En qué templo el sosiego
sus flores blancas, en qué vergel
en qué planeta el amor de los hombres?

Errantes persiguen la sed y el hambre a tropezones
Se agrupan
Se reparten la lluvia cuando llueve
Se reparten la luna cuando hay luna

A fuerza de mirar el cielo les ha nacido un vuelo
Ya no tienen brazos sino alas
para partir con sus fantasmas.

De De la campana al bronce










 

Abanicos
Ayer te arañaron los pasos
y nadie tropezó
sino tú

Colgaron en tus pupilas aceitunas negras
y no lloraron por tus ojos

Te estrecharon
abandonaron alas en tus brazos
y volaste entonces
con sueño oculto
sobre los abanicos sin alma de los hombres

Hoy
has olvidado el frío que enfriara tu mirada
y llevando al pico la alegría
juegas, capricho humano, con los trompos traviesos
de la vida.

 

De Del trébol y los horóscopos










A los cactus de Oruro

Me siento al lado de los cactus
Las espinas me tocan sin querer herirme
Y por mi espalda se deslizan sus labios hechos tunas
como diciéndome, yo te he querido como a nadie
orfandad de la puna

Duerme

Entonces sé que no hay amor más grande
que el seguir amando
A pesar de la espina y sus espinas.










En la ruta

No te maldigo por truncar mi viaje
ni por haber plantado zarzas
en mis labios

Al contrario, y a pesar de todo
bendigo tus secretos
sus huidas

La pasión es vagabunda y no tiene sosiego
como si el mal estuviera de turno
todo el tiempo

En un instante de la ruta
el bien nos sobreviene
alado, delirante en la miel
de otros cuerpos.

De Del trébol y los horóscopos











Azahar

Vienes de un poema
de una quemadura que el fuego solicita

Y mis ojos al azar de la existencia
como en un sueño no vivido
sueñan

Te elegí

Gota de agua que soy
derramada de ti, lágrima
Temo que alguien crea
que nací esclava.

De Beso en luna llena

 










Fascinación del fuego XIII

Cuántas veces intenté encontrarte

Cuántas
Fui la visita engalanada de gritos veloces
que se pierden en el abismo
sin dejar rastro

Cuántas veces hice el payaso
que conocía el escondite de tu misterio

Y tú diciéndome
-Esto soy yo
descúbreme para ti-

No supe hacerlo.


De Fascinación del fuego

 










No están muertos todos los hombres que han muerto

A René Bascopé


No es la caída del sol quien sangra en la altipampa
sino las amapolas que han crecido
sin el abrazo pródigo de los trigos

El pan es una luna rota que se esconde
haciendo temblar el labio de los hombres

Alguien apaga el cirio
y se infiltra el miedo por las rendijas de chozas

¿Por qué ha de ser tan frío el mundo
este frío que acuchilla las narices mojadas de los niños?

¿Por qué ha de tragar su moco el hombre?

No tienen manta nuestros hijos
y esta noche, junio va a congelar sus sueños

Alcánzame tus manos
frota las piedras de mis ojos
enciende mis cabellos en el fogón sin leña de las bocas
calienta el mate en mis axilas
exprímeme los senos
vamos a hacer un ponche
con el alcohol amargo del sudor que lloramos

Mis solas manos se fatigan.


De De la campana al bronce

 








 

Norah Zapata-Prill. (Cochabamba, Bolivia, 1946). Poeta, miembro correspondiente de la Academia Boliviana de la Lengua. Premio de Poesía "Franz Tamayo" 1973,1977 (el más importante premio literario de Bolivia), otorgado por la Alcaldía de La Paz. Entre sus libros publicados: De las estrellas y el silencio (1975), Géminis en invierno (1978), Fascinación del fuego (1985), Diálogo en el acuario (1985), Anhologie Antología (2008).


Los poemas están tomados de la antología bilingüe español-alemán de Norah Zapata-Prill, editada por el ForoLiterario Austria-América Latina conjuntamente con la Academia Boliviana de la Lengua y la Fondation Donatella Mauri de Lausanne, Suiza. (Zapata- Prill, Norah. (2008). Anhologie Antología. Viena: Liter Atur Forum /Academia Boliviana de la Lengua/Fondation Donatella Mauri.)

 

fotografía: Paul Srna

 
 

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