Si al nardo se lo lleva la luz
Hay una luz en la cabecera de la cama
fuerza cegadora que interroga
–le dije a la muerte
que nada tengo para ti–
a la hora en que despierto inquieta
interrogante
suspendida
entre el sueño y la noche
contando los segundos
porque otros no habrá
si al nardo se lo lleva la luz.
(con mi Ely)
Espía de silencios
Que la marea suba y nos cubra
eso queremos y lo decimos
espías de nuestros silencios
en una mirada que coincide
La barca sujeta intuiciones,
se aferra al borde la mano
y desgrana otro sentir
al que no renunciamos
Dice el viaje desnudarse
y probar ese lado de la sal
aún cuando no volvamos a ser
los mismos de antes
Que venga o no ya no dependerá
del amor y sí de los naufragios
porque el ojo lejano del huracán
acerca o aleja
sin otro infinito más audaz.
Lo verde es lo mirado
A veces, cuando miro el paisaje
lejano, no lo miro ya
No es el verde la forma voluptuosa
más la porosidad de la espuma
o sus orillas irregulares
lo que va de las nubes al ojo
condensando ilusiones
A veces hacen montaña mis senos
y de allí vas hasta el monte de Venus
de ramillete blanco es el anhelo
y la amante espera
ya ante la espesura de lo errante.
Dame de ti la tarde
Dame la hora que en el andén gira
que hace vías al cruce de caminos
y se mueve y nos mueve
donde tal vez de nuevo te veré
tómale el pulso timado a esa hora
y su deshecha cáscara
acercándote a lo que se ofrece tuyo
alta copa de brindar lo que fluye
en la larga noche que precede al viaje
monta el cepo para cazar la presa
atrapa con voracidad
lo que aún te enamora.
Corazón de ébano
No es el amor lo que enloquece
sino las manos vacías.
Lourdes Ventura
Me gustan tus manos
y me lo dices cuando
tu cuerpo sube al mío
formando un abanico
médulas y tendones
en geometría
círculos y efervescencia
algas del mismo retozar
Nadar, eso hemos hecho
devolverse entre pliegues
al fundir la transparencia
latir el corazón de ébano
Y juntos esculpimos
una sagrada escritura
en una tarde como ésta
o tal vez no
Ya sé, no puede asirse
la plenitud
pero las manos vacías
no estarán nunca más.
Diana, la cazadora
Cuando me quite la piel del tigre
vendrán a dormir conmigo los insectos
cuando me quite los ojos de gacela
el paisaje será más quieto y el viento
el que nos aceche, no lo olvides
a la hora en que se saldan los amores
pues no debes fiarte de lo frágil
dice la diosa de los bosques
que la gacela atrae a los tigres
hasta la charca oscura de las aguas
y quien allí les da caza muere.
Obsidiana en el ombligo
Noche ahogada. Quizá obsidiana
en el ombligo. Lo traes expuesto.
o lo dices. Allá es más. La luz
Reacomoda gestos en soledad.
Lo verás, tú también, tal vez. No sé.
Roto abanico, dije y obsidiana,
ojo de tigre o muerta naturaleza.
Y no seré yo. Allí caer no me veo.
Ni ocuparme de secar las hojas
que caen mustias en mis manos, ¿desde,
así tan amarillas, dónde vienen ellas?,
¿tanto verdor, a dónde fue? Ceniza es.
Quizá en efluvios logres convertirlas
si con sonoro ápice pisas el manto
de este seco otoño en ese mismo parque
en donde sé que ahora no te encuentras.
(a Griselda)
Olivas partidas
Es lo amargo aquello que cuenta
y el centro el que lo encierra
abrirle un boquete y rellenarla
pintarle en tono carmesí
darle oxígeno boca a boca
asir su transparencia de cebolla
acostándonos entre sus capas
como si rosa fuera
ilusión, dirán
migajas de uno
del otro migajas
muérdela aguerrida
sin confiarte
plena y a sabiendas
que es lo queda
del banquete.
En el sabor no existe retorno
Cuando crees que la esfera es la toronja que no
albergaría los sentimientos que de ti emanan
encuentras la cereza para morderla roja
para sentirla intensa para hacerla tuya
una y otra, como si fueran la unidad
lo insípido en busca de ese otro sabor que ignoras
y crees embarcarte en un viaje sin retorno
limbo de atmósfera que es imán y cerradura
tiempo y honra del mismo sentido
quimera de esta vida hasta tu día último.
Torcedura de la luz
Darle otras vueltas al sentimiento
torcerlo más aún para que diga,
afloje, con dolor florezca
y resistir su falta de luz
tomar la fe de todo ese pesar
y padecer hasta su última astilla
De oscuridades y peso cubierto
no flota pero asoma
el filo que queremos decirle
y en esa escama ves el zurcir
de las palabras, estiradas otra vez,
esquivando o traspasada la mentira
Si vendrá le preguntas
y los silencios que la alejan omite,
díselo, dile, a él.
Toma lo simple por el tallo
...primorosa escritura de los tallos
dictada por el aire.
Antonio Moreno
Qué nos puede librar de tantos miedos
si los dioses claudican
y traemos silencios contrariados
Cábala de los juegos en la espiga
indescifrada de un amor a medias
tómala por el tallo
Tómala por el tallo
y así bésala simple
así desnuda como se presenta
puesto que el alma tiene sus reversos
graves sonidos
que conocen muy pocos.
En el número
17 de el cautivo, se puede leer la primera versión
del poema "De vuelta al arenal" que forma parte de este
poemario.
Otros textos de Edda Armas en los números 20
y 25
Edda Armas.
(Caracas, 1955). Poeta, ensayista, productora. Psicóloga social.
Ha publicado Roto todo silencio (1975), Contra el aire
(1977), Cuerdas de serpiente (1985), Rojo circular
(1992), Sable (1994), La otra orilla (1999), La
mujer que nos mira (2000), En bicicleta (2003), Armadura
de piedra (2005), Daga y otras flores. Antología personal
(2007), Casa y arcángel (2008), Toma la espiga
por el tallo (2009).También ha publicado: Alguna vez
el corazón aprendió de la rosa. Relatos sobre mi padre
(2005), Fe de errantes. 17 poetas del mundo en coauturía
con Lihie Talmor (2006). y como compiladora, Teoría
poética de Ludovico Silva. Ha obtenido el Premio Municipal
de Poesía 1995 y el Premio de Poesía de XIV Bienal J.
A. Ramos Sucre. Ejerce la presidencia del Pen Club de Venezuela y
coordina el plan editorial de la Fundación Literaria Alfredo
Armas Alfonzo.
fotografía: Carlos Cardo (fragmento). 2007.