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Algo muerde el costado de la noche.
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--------No: algo muerde
el costado de mi aliento. Abro los ojos. El techo se ahonda en su
cansancio vegetal. El espejo no devuelve la mirada: absorto, hace
anagramas con los signos de su insomnio. Nada se agita, nada parece
inquietarse. Pero una fractura arde su camino a través de mis
costillas
-------- --------y
se me entraña
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--------como persiguiendo una gravedad
oculta. Un gusano que se retuerce y se estira buscando besar mi boca.
No me puedo mover. Hay un horizonte endurecido, un
tajo lúcido en mi pecho. Hay una piedra que se inhala y se
exhala roncamente,
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--------pulida hasta la nitidez más
cruenta,
--------vertical sobre la cama, mi garganta,
esta página.
En este instante algo me recuerda cuerpo,
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-------- --------sol
trunco:
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---------esta
caligrafía dentada, rabiosa, que justo ahora le arranca nuevas
orillas a mi respiración.
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Este dolor se pronuncia hacia atrás,
-------- --------como
el sonido arrugado de los pasos se desteje al salir de la casa,
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--------como --avanza
el -taxi --hacia
-- la --clínica
---a contracorriente de la noche. Este
dolor es un tacto enceguecido, cosiendo sus bordes a mi pecho. Una
mano de polvo rojo, tatuada en los sótanos de mi respiración.
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---------¿Qué
se esconde en estos dedos que aprietan tanto bajo mis costillas? ¿quién
se repite lejanamente, con voz deshabitada?
No sé a quienes viste mi cuerpo, ni qué
gestos perdidos,
--------qué soles bajo tierra,
------- ---------trae
amasados con llaga y sal de ayer. Pero son ellos los que se me clavan
ahora, como un trozo de vigilia hambrienta, los que me imponen esta
carne meridiana que oficia su ausencia.
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-----------Se
arraigan, anudan su peso a mi espalda, duermen en mis pulmones lo
que resta de sus muertes.
Necesitan ser absueltos de esa grafía que los
confina a mis venas,
--------que algo desdiga esa memoria
que se les filtra entre las rasgaduras del sueño y les ahueca
los huesos. Necesitan que devore mis labios
------- -------
----------hasta
hacer de ellos
------- --------
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------- --------
---------transparencia.
*
Líquido en los pulmones. Eso dice la doctora,
sosteniendo unos papeles nerviosos y cansados como ella. Habla, y
mientras tanto busco un rincón que me refugie, la mancha que
fermenta de mudez sobre el techo, la fisura en la pared que da hacia
una habitación que no existe.
-------- --------
--------Pero es inútil: cada objeto
se deja tallar por su aridez, erosionado quedamente bajo el brillo
sonámbulo de la lámpara.
-------- --------Aquí
todo es límite exasperado, piel de desgaste: todo estira sus
manos hacia ningún después.
Son más de las 3 a.m. La doctora sigue ahí,
quizá todavía se explica. No estoy seguro. El tiempo
es una frase escrita contra su propio reflejo, una y otra vez, hasta
la cal de la asfixia.
------- ---------Apoyo
la cabeza sobre el respaldo de la silla, la hora sedimentada bajo
las uñas, la mirada convexa de mi madre. Es ella quien me habla
por momentos en este salitre que me roe. Sus ojos agotando mis venas
--------que copulan como serpientes bajo
un miedo invertebrado.
-------- ---Su
memoria, su desvelo encanecido en este deshilacharse de mis manos.
-------- --------
--------Por eso ahora siembro
nieblas, ríos desandados en su espera: le devuelvo el limo
afásico que le debo, que me debe.
Y me retorno, así, como quien recoge los pasos
encandilados de su propia muerte. Para irme solo, ahogado sin haber
visto una gota de ese mar secreto que llevo a cuestas.
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--------Como si alguien me hubiera abierto
murmullos en el pecho. Como si un olvido echara raíces en la
respiración.
-------- ------La
doctora ya no está. No la vi marcharse. Dejó sus papeles
por error.
*
Esta madrugada apoya su frente asmática contra
la ventana.
Y jadea, una vez tras otra, la garganta llena de piedras exhaustas:
--------un puñal se le hace hondo
entre las costillas
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-------- -------
---------y
no la deja descansar.
Ella sostiene esta vía de plástico que me muerde el
insomnio. Ella da de comer al silencio que ulcera el revés
de mi cuerpo. Ella deja abierta la puerta, para que así el
frío me trepe el cuello y los minutos con su boca desdentada,
siguiendo los dictados de una vieja sed.
No queda nadie. En esta madrugada sólo cabe
la pared. Ahí, frente a mí, erguida sin dónde,
afilada como un ayuno:
--------duración aterida que no
soporta su peso
-------- --------y
se derrumba sobre sí misma,
--------osamenta de un animal enloquecido
de terror mineral.
-------- ------Nada
la toca. Un vértigo es todo su envés, un hambre fósil
la sostiene.
-------- --------
-------- --------Pero
la nombro. Llamo pared a esa ceguera. Aunque nada en ella se convoque,
busque abrevar en una voz.
Lo hago para asirme. Para clavar un vocablo, al menos
uno, en ese fervor hostil,
-------- --------tan
ruina, tan hueso agotado por la desnudez brutal de la podredumbre.
Y tal vez así ------
----------apuntalar
algo de esta noche a la deriva.
*
Aún no hemos aprendido a ser pronunciados
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--------por esta luz áspera. La
que abre el tajo de una simetría insólita, furtiva.
La que arquea su espalda contra el desgaste del cielo, como pulso
rasgado de presagios.
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-------- --------
--------Bajo ella, el carro es apenas
un grumo de noche sin consumir, la última sílaba de
su edad.
Todo el rato miro por la ventana y pienso
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-------- --------todavía
nadie ha fundado esta ciudad. Cada edificio es una vértebra
de aire ronco, cada calle un nervio a punto de grito. Y cada memoria
quebradiza, un gramo de su médula exasperada.
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-------- -------
---------Todo
levantado desde esta arcilla, piel de nunca: esta ciudad tiene la
respiración dura de la afasia.
Esta ciudad es un cadáver que se sueña --------
ávidamente.
Hay que empezar dibujando cada fruto en su desnudez
insomne, rotunda; no por la raíz mortificada de su historia.
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--------Partir de esa otra Caracas
apenas latido, cuyas grietas transitamos inadvertidamente,
------- -------
------ ------------la
adivinada en los pasos de los gatos, la dibujada a escondidas por
nuestras sombras.
Y fundar un andamiaje de fugas sobre esa huella no saciada:
--------que Caracas se inscriba en un
azar no nacido,
-------- --------en
el siempre amanecer de su éxodo.
*
Eres otro cuando miras las llaves de tu puerta sin
reconocerlas (como descubres que has muerto cuando tu mano ya no sabe
encender una lámpara).
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-Aun así limpio la baba
somnolienta que cubre la cerradura, y entro. El pasillo está
repleto de una mañana vacilante, como un bostezo; nada le queda
de la noche, que se llevaron los perros que la aullaban.
La casa me ha esperado sin dormir. Parpadea con lentitud, y su respiración
espesa se ahueca en las paredes.
--------Sé que ha pasado las horas
conversando con los ahogados que flotan en el espejo. Sé también
que por consolarse ha palpado el musgo de algunos recuerdos,
------- ---------como
quien tienta entre un instante y su desvelo la piel de una huida.
-------- --------
--------Atravieso la sala casi a oscuras,
esquivando muebles que no están ahí. Sin fotos ni objetos
familiares, con una mesa y alguna que otra silla, ahora un brillo
oxidado le agrieta el piso y los minutos a la casa,
--------le dibuja la
tregua cruel de su amnesia tras las paredes, bajo los párpados,
sobre la frente. Hasta se le ha filtrado en las hendiduras de la voz:
apenas balbucea su olvido.
Con la cabeza sobre la almohada y los ojos cerrados,
la siento cambiar de lugar puertas y ventanas, mover pasillos, como
un animal que se sueña.
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------- ---------Y
justo antes de que me gane el cansancio casi puedo sospechar un pliegue,
una cavidad donde algo se desdice:
-------- --------un
nombre que se devora oscuramente.
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--------Pero se me escapa, y de
nuevo quedo solo con la certeza de que la casa me susurrará
su sombra al oído mientras duerma.
Adalber Salas. (Caracas, 1987). Completó
estudios de Letras en la Universidad Católica Andrés
Bello, teniendo sólo la tesis pendiente. Incluido en la antología
La imagen, el verbo (UCAB, 2006). Ganador del II Premio Nacional
Universitario de Literatura, mención Poesía, con el
poemario La arena, el vidrio: ascenso en tres movimientos,
libro que fue publicado por la Editorial Equinoccio en el 2008. Textos
suyos han sido publicados en la revista El Cautivo, año
4, nº 32.
Poemas suyos en el
cautivo n. 32
fotografía: cortesía del autor.