San José Varia

 

Adriano Corrales

 

 

Dama despechada a medianoche en “Las condes”

Son más auténticas las putas
en noche jadeante de pechos abiertos
porque sabiéndose deseadas
--------están dispuestas

No la pose en mengua
--------jeta babeante
ante poeta que también babea
sin advertir que la medialuna
se disipa cadavérica
en el retro alcoholizado
-------- --------del espejo








En la barra

A Alfredo Trejos

1.

Como los Centauros
anclamos una mañana de cumpleaños

pasaron lunas soles distintos astros
cantantes con guitarras desdentadas
acróbatas de aro y fuego milenario
artesanas con malabares en las pestañas

los amigos abandonaban la escena de a poco

Ella también con el turista de turno
que apalabraba a plazos

otras siluetas recortaban las tardes:
estudiantes impresores cuidacarros
trabajadores del césped y la pancarta
artistas y poetas que palmaron antes

persistíamos en el diálogo
con el otro abismado en contra plano
como pesadilla sobre barniz de preciosa madera

así se deslizó la de amplios muslos
en busca de espuma humo nieve
acoplándose en el estribo o en mis regazos

y muchas otras
desaliñadas encubiertas desalmadas
circulan aún
requieren espuma nieve fuego
tubitos de estaño


2.

Como los Centauros que no sabían beber
pero no te avergüence lo mismo le ocurría
a otros ilustres como Baudelaire Edgarpó
Dylan Thomas y Carlitos el del Sheraton
siempre en la brecha entre muchos más

desde hace numerosos años
entonando la canción desafinada
el poemita adobado y chillón de amanecida
con ringlera de sombreros chamuscados
espuelas melladas en la cabalgata del regreso
antifaces de marea alcalina para otro fondeadero

pego la hebra con fantasmas que me nombran
(señalan otro sitio bajo la interminable lámina)
buceo por los cuatro puntos del oriente
esperanzado en una dársena un claro de selva
que no sea el ferruginoso desboque de espigas
instruyéndome a sucumbir en la placidez de la playa
con dos líneas blancas como espuma para el regreso
de quienes no conciben el tiempo descifrado
por el narizaso en la pedagogía del cerdo

exijo que abran las ventanas
pero la oscuridad es similar afuera

¡grito!

(la confidencialidad del escarnio
no se liquida con más tragos ni pases:
acarrea la propina miseria de su salario)








Infancia

Visitar el pueblo de la infancia
es saber que muchos perros ladraron

las pozas las rondas
el temblor del primer beso
se nublaron

los celajes arriba
en la ceniza del volcán
son apenas el indicio

todo es desalojo
los habitantes ya no son los mismos

los fantasmas susurran
nos escoltan
en el autobús
al regreso








Escultura

A Leda

 

No / con las manos tiranas de Rodin no
con las del poeta de Las Elegías
o las de Camille (o Clara) la mayor desprotegida

Con ellas o las tuyas para aspirar al escriba
que logre modelar tu silueta en la noche
donde se confunden brazos torsos y bocas

O tal como el otro poeta
el de la frontera
que con bastón y boina
hiciera de María su amazona primigenia

Que no espero el almuerzo ni la cena
mientras das los últimos toques a una figura

Porque estás más allá de todo inventario

Hablo de tus huellas en los bloques
las que atenazan el barro como tus muslos
con el fuego que enloquece a los hombres

Porque el barro y su envés
en la alquimia de tus destrezas de mujer
son el aguafuerte donde nunca escribiré
acaso el vano intento de abarcar tu onda expansiva
para expresar que tus manos / no las del tirano /
propician y elaboran todas las formas de la vida








Patria

Nací en este pequeño país. Sin embargo, vengo del sol, del viento, del fuego, del socavón en el agua, del arroyo de la sangre. Del barro rojo, de las arenas calcinantes, del vuelo de las primeras aves. De los cráneos que brillaron en la noche de multitudinaria caza o en las innúmeras batallas contra la espada de nuestros contrincantes.

Vengo del África milenaria y renovada en sus tambores. De las estepas del Asia. De las islas y canoas de Oceanía. De las playas, llanuras y montañas de Abia Yala. Y del rayo que no cesa: la cuchillada de la bárbara Europa.

Llevo a cuestas equipajes, siglos, la custodia cubriendo mis espaldas. Traigo la palma, el papiro, la seda y el amatl; la vihuela, el laúd y la guitarra; las monedas de la suerte dibujadas en el golpe místico de los dados de la muerte. Llevo un pan y un pescado, tortillas de maíz y casabe. Y el vino en todos los costados.

Despliego dioses tallados en humo y piedra, en las cuentas largas y cortas de las cosechas, en el estallido de la primavera.

Y una tristeza que no se apaga sino en el encuentro con ella, la belleza del tiempo estampada en sus pechos y caderas.

Sostengo lanzas y fusiles que cumplieron la hazaña, armas de la derrota, piélago de la victoria. Porto el talante de lucha y resistencia porque soy guerrero de cabellera larga y mirada tenaz. Libertario de barricada y trinchera.

Un manantial de placeres en el susurro del vendaval.

Y millones de palabras para defenderme cuando mi cuerpo ya cansado traza el itinerario por mi comarca, la de todos.

Por eso la defiendo verde y amplia como el planeta.

Dibujada en mi mano la extiendo por todas las galaxias.









Jorge Debravo

El machetazo despedazó, ciertamente, la motocicleta.

Pero yo no pregunto por ella.

Pregunto por las palabras que se trizaron en el aire,
las impronunciadas, las impronunciables.

Pregunto por los niños abandonados en las calles,
las madres sin techo ni lecho en la vorágine
de un tiempo que se lleva también la poesía y sus comandantes.

Pregunto por los trabajadores humillados por el hambre.

Y por tus manos esculpidas en la sangre.

Por aquella manera de contrapuntear sin monumento,
pero acompañado por la noche en su ropaje de incienso.

Y por los fusiles que nos asesinaron,
las bayonetas caladas que continúan destazando
bajo las bombas de racimos y los misiles interoceánicos.

Pregunto por vos hermano hombre de las locuciones populares,
vos compañero de viaje trunco en alamedas y hospitales.

Es por vos hermano mayor, no por el cuerazo de agosto.
Por tu voz en esta aldea de sombras y vapuleos.

Porque ahora viene la tormenta y el pequeño grande país que amaste
se nos escapa como el sueño del agua entre las manos.

Se nos escapa como vos hermano, como tu voz…

Pero permanece en la lucha cotidiana de la resistencia
organizada por los poemas de acero en la tierra profanada.

Aquí estás hermano, con los constructores del viento.

Aquí vas, con la trova de cantores solidarios.








Ciudad

El cósmico basurero de luces
no es la última botella
que acabamos en Bolero barrio Escalante
o Rayuela San Pedro Montes de Oca
tal vez Ceferinos bar Ciudad Quesada
ya avanzados los 80

tampoco los amigos sentados en la acera
tras la humareda de cigarrillos dobles
o la lenta marcha de un furgón
hacia la guerra
como dedos que desabrochan
el vestido de una muchacha
en el silencio de la clandestinidad

laberinto de imágenes temblorosas en la llanura sos
selva vaciada de la memoria
reverso en el daguerrotipo de lo contrario

paraje oscuro de otras voces
palabras que no pronunciamos
--------ni escribimos
promesas hechas en la ebriedad
del círculo de señoritas universitarias
que no se lo creyeron hasta la caída de sus calzones
el ronroneo alto de sus pechos
la nalgueada
el mordisco de la camisa en el rostro
la paliza de amor al verde ramazón del hipo
lo simple en la sublimación de luceros sobre el agua

sos eso y nada y todo
gesto que se expande por la ventana
como aullido o disparo
en el edificio del pánico donde palmaste

o la mano humedecida que apaga la luz
para enviarnos a la cama sin una hierbecita siquiera
--------tristes y ajenos como vos
aldea hipertrofiada por el sueño que no llega







Nocturno de ciudad en tono de réquiem

Noche larga como embudo de la metrópoli
penetra en su bóveda de alcoholes y neón
más larga aún que las ciudades todas
inmensa olla de carne donde se cuecen los relojes
mientras salta el asesino que todos llevamos dentro
como agua estancada de la primera caricia
o la inocencia perdida en el sueño cuando despertamos
con la balacera extraviada en el patatús o la asfixia

así viene y se marcha en las noches
en la madrugada donde me aguardo con mi propia emboscada
por eso el miedo se apodera de nosotros y nos cuelga la soga
que bambolea en el pecho invitándonos como un trapecio donde saltan ellos
amigos perdidos en la niebla guerrilleros fusilados por la palabra
saludan con el pañuelo rojinegro se despiden
en el andén serpentean otros pañuelos banderas multicolores
lanzan sombreros los chicos las novias lloriquean

partimos hacia el centro de la noche cuadriculada
con las espesas manzanas de la ciudad que caen
se quiebran en cascada bajo el arrecife de las bayonetas

vamos en la marcha de todos modos protestamos
hacemos el amor bajo los puentes en las discotecas
o reunidos bajo el árbol con la enseña del astro
acurrucados en la hierba o en la cama alborotada
en el motel de mala muerte en la banca abandonada
porque somos amantes de nosotros mismos
masturbadores persiguiéndonos en el abismo

a veces llegamos vencidos a ofrecernos disculpas
a santiguarnos frente al muro de los lamentos
como si la noche amaneciera amontillada en la luz
más oscura que el llanto o la rueda eterna de la carreta sin bueyes

escucho el gemido de la ciudad y de la noche

el vecino lanza a la calle a su hija prostituida
luego se lanza por el quinto piso sin dejar siquiera un escrito

hemos ensordecido bajo el metal del gran concierto
lluvia de sonidos electrónicos diapasón de viento eléctrico

no vemos las figuras que se deshacen en el pavimento
los travestis bajo la luna del farol la mueca de sus labios cubiertos

no avanzamos los autos rugen se estrellan en los parques
despedazan la madrugada en las autopistas del éxtasis
giran alborozados como héroes celestes

la oración no nos ayuda ni el aullido ni el canto ni la pena
nada somos el caballo de alambre vuela por la llanura
sin ningún quijote ningún guerrero indígena o saharaui
caballo loco desbocado bajo las estrellas sin jinete

creemos reconocernos en el impacto del tren que se descarrilla
en el remezón del sismo 7.5 escala richter
en el calor que abulta los termómetros persiguiendo a la jauría
mientras suben las aguas de los océanos y las aves caen
desvanecidas como nosotros en la noche inmensa

ciudad donde se ceban los crímenes que no publican los diarios
los asesinos se refugian en tribunales y bancos
en inmensas criptas donde descansa el becerro sobre la sangre de los obreros
en altos rascacielos construidos sobre osamentas de millones
que yacen en los sótanos donde debe aparecer el vengador
el hombre de la máscara justiciero contra las mafias financieras
enquistadas en parlamentos casas presidenciales
con la baba homicida de policías y ejércitos

no nos salva nada

ni el poema

se repite en la rosa negra que se abre y se cierra

en las palabras mutiladas del evangelio que no cesa
se lee se reescribe se borra de nuestras conciencias

 







 

Adriano Corrales. (Costa Rica, 1958). Poeta, narrador, promotor cultural. Ha publicado: Tranvía Negro (Poesía, Ediciones Alambique, San José, 1995; Ediciones Perro Azul, San José, 1999), Los ojos del Antifaz (Novela, Ediciones Perro Azul, San José, 1999; Ediciones Piel de Leopardo, Buenos Aires, Argentina, 2001; EUNED, San José, 2007), La suerte del Andariego (Poesía, Ediciones Perro Azul, San José, 1999), Profesión u Oficio (Poesía, Ediciones Andrómeda, San José, 2002), Caza del Poeta (Poesía, Ediciones Andrómeda, San José, 2004), El jabalí de la media luna (Cuento, Ediciones Arboleda, San José, 2005), Balalaika en clave de son (Novela, Editorial Costa Rica, San José, 2006), Hacha encendida (Editorial Arboleda, 2008), Kabanga (Editorial Arboleda, 2008), San José Varia (Editorial Arboleda, 2009). Es profesor e investigador del Instituto Tecnológico de Costa Rica y dirige la revista Fronteras. Ha sido antologador de poesía y narrativa costarricense y centroamericana y ha participado en múltiples festivales y encuentros de escritores nacionales e internacionales, entre ellos el XII Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia. También escribe teatro y colabora con varias publicaciones nacionales y latinoamericanas.

 


otros textos del poeta en el cautivo n. 45

 

fotografía: Mario Maffioli

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