Fanes

José Delpino

 

IV

has enjugado tu ojo sediento
su vértigo enorme entre el lleno del mundo
y donde el árbol
certero ante la lluvia
has enjugado el cielo bajo el peso de tu techo

tus pájaros de piedra has emplumado
en esa ventana abierta alguna tarde,
has deshecho ceniza entre tus dedos como un pan escrito,
y ahora tu lengua está
seca
atenta al silencio de tus párpados,
al peso del agua alzada sobre el aire

has deshojado insistente entre tu dedo
la pluma de la piedra en la clausura,
has emplumado tus pájaros bajo el cielo de tu techo,
y al encierro de tu lengua,
rodeado de paredes y postigos,
has alzado en la memoria del instante
la escama blanca
de la cal,
la sed del ojo
que adentro se despeña,
el tacto impenetrable de la altura,
tus arduas,
silenciosas,
vecindades,
de distancia










VIII

la saliva,
amarga laguna en el labio
cuerpo del derrame;
la grieta roja en la lengua,
jaspe de sangre contra el cielo;

el plexo,
respirando
jadeando
elevando costillas,
manojo blanco de la muerte
enterrado siempre en carne
siempre en tierra,
hincado desde arriba
fósil blanco
elevando
con su fuelle de tiempo;

torso hincado,
torso escrito moldeado de la tierra,
por su cauce,
aire hervido,
jaspe rojo,
fuelle hincado,
largo cielo,
de la boca










IX

cuál,
nuestro ejercicio de calma
al espejo
al filo de las madrugadas,
de la cara
siempre cortando
lavando boca
lavando castigado genital,
comiendo el pan exactos
a la hora del hambre










XII

Naipes

un pasto de fruta rota
extiende su paso muerto,
servida en mesa negra
sorbe el tiempo su vianda

mudo comensal ausente de sus fastos
mudo comensal de soles
mudo comensal en sitio
de la carne


la fruta rompe
del aire blanco,
casca su inmóvil pulpa al horizonte caído,
es muerte tendida alfombra
el largo rosario de los soles,
oro exacto, que no rueda
por el río enmudecido,

río inmóvil que esculpe de su lengua el tiempo
de su lengua como salmo
hirviente y mudo,
río que habla agua del hisopo caído;
del hisopo que carcome fértil tierra

piedras por el río cruzado de agua ausente
piedras por el río, roto, de la carne que revienta

lanza el aire dados de la luz hundiendo filo
se abren ríos, hacia abajo, de la pulpa en mesa negra,

es cruz de agua, de aire hirviente, el río roto

cae el tiempo en su vianda ausente viandando muerte
iza dientes por la barca de los aires
iza boca
por los campos
y suena cáscaras de eco
suena pulso insistente y cava el día

por mesa negra
el sol lanza sus dados
por mesa
de piedra
el extenso río roto hace su zarpa









XIII
Naipes

imanta arena la colina
compacta oro
sube la carreta a descadera
cabalga erguido el de la copa de dientes

el eje de la rueda, que traba
que tantea y cambia mano
que empuja, viene al suelo
cruza rodillas la madera y tuerce el vientre,
sube la risa de este oro dando vueltas,
la mueca abierta de esta tierra larga
lenta joya de sol caído

golpe el gozne de la rueda
el eje que avanza
el casco que tantea sangre
el ojo de la bestia por el polvo arduo de la luz

un manantial de arena baja de la boca de la altura
hiere
polvo sólido de oro
labio de la sangre, seco,
la mano por la rienda que urga el agua
la estática corriente raja el paso
la cuchilla sinuosa del ascenso
la altura
que mutila

aldeas rompen a los cuatro costados de la carne
es viento sorda puerta
vuelve, mazo
llama blanca sobre el pasto
pasto en lanza, abierto, hollado

aldeas rompen a los cuatro costados de la carne
un manantial de arena baja de la boca de la altura
el vértice del cielo en piedra apoyado sobre el ojo,
y de pie, en punto, persistente,
la marea rota, percutida,
de la rueda










XIV
Naipes

escalones de roca
marchan botas por el charco
la clavícula colgada sobre el viento
el pie
que parte por el cardumen de los rostros

se clava el manto de esta agua
las piernas recogen nuestras redes
la flor de silencio
partida en turbio lecho

salpica la embriagada bota
alimenta cenizas de agua la mañana
se extienden las partidas por el tiempo

manchados los dientes de la brea ungida
ambulante manada por el charco
chapotea sordera de la bota

azadón el fémur que se calla
que guarda tierra dura bajo el charco
su grito ------------bastón hundido
el axeo de los cuerpos
la siembra de su peso en esta brisa

pétalos los pasos en su húmeda rama negra
pétalos los rostros en racimos negros,
los días sostenidos por los ángulos de las clavículas
contados, con el dedo, en la rienda de la pasos

cuerpo roto enjambre
la ruta de un río negro entre las venas
el avance de las redes en cosecha del no tiempo
cosecha de agua desde el pie, que a ojos nos derrama

siembra fémur por cercado blanco en agua negra
murmullo de ónix de cristales rotos el agua negra
boscosos huesos que rajan noche
que acuchillan noche de alba
como lanzas de la carne más blanca

fuelle entero que hinca
se descome gravedad impenetrable de lo blanco
gruesa entraña, la niebla de la carne por el pecho
el negativo de los pasos
la erguida armazón de piedra que sostiene,
los huesos, siempre blancos
el monótono caminos de las botas
la cal que cuaja sus cristales
el lento negativo de los pasos
la erguida, muda, armazón de nuestra alba
que sosteniendo los racimos

imanes blancos erguidos como puentes de la altura,
racimos negros, por el barro,
bastos blancos
royendo grafías extensas
en el lomo de la carne adormecida,
bastos blancos que enmudecen en montones
bastos blancos
blancos como pesos en las grietas de esta agua










XVII

pasmo

salitre

pastoso ojo

la tarde que llega
a bloque
a dentellada
vela de mar mordida
junta de gozne por bisagra negra
unión a nada
a no término
junta pura
mutilada
sin miembros
junta
juntura
borroso tacto
luz espalda
luz huida
puerta abierta
puerta espalda

dos pechos se ensombrecen
laten
anudan pétreo puño
despojados de ojos
suspendidos en ida
bloque pesa
cae tiempo
cabeza
llega tarde
puño
se hace hueco

dibujo empeña
terca mirada
tensa hilacha
enseña el diente negro
y junta
caligrafía de retina
hervidura de combas
a cámara negra
a lejanía que entra en retirada

mar
mar de bastos
mar de mar
mar de marasmo lento
de llegada

mar aumenta
mar se riza
pica
baraja espuma
mueble roto
sudadas gotas sobre tela
pared celeste descamando
quemada de agua
de salitre
blanco bosque de aire
punzado

bisonte de espuma
piel inmensa haciendo aguas
haciendo sangre
hundimiento en hervor ido
hundimiento tenaza
mejilla plata
mejilla hueco
ahondamiento
bulto
negrura combada
elevada
no elevada
mejilla
estéril en picada
partida
arriba
la brisa
quemado labio
desconchado beso al aire
beso a la roca golpeada
calza
el puño sobre el puño
bombea al centro de tu pecho
amargas sienes
rebaños en fila
combas
agitados
grises ojos
otra vez inmenso
plata
iris blanco espesando blanco
blanco
blanco
espuma sólida de carne
espesa carne blanca clavada de nervios
el mundo se hace ojo
se hincha
se deshincha
se duplica
mar de ojos
mar de ojos
que se traga
que se engulle
volteado siempre
mezclando
la espuma blanca
la espuma negra
la negada
la de cabellos hacia dentro

mar de ojos
mar capricho
mundo mirado
de sí mismo
en lejanía
de bloque
de entraña
destajada
castillo de gotas de agua
humedad lerda del aire
hecho mar
del mar hecho aire
punzando
de nuevo
salitre
avance de marea
prótesis de masa oscura
lenguarada
sobre roca
sobre blancas paredes en picada
muros bocas
bloques rojos
armaduras
y el salitre
junta muerte

junta punza

gotas

sobre el mueble

la mordida

contrafuerte

los pechos

los pubis


y el tiempo


que desconcha


y se mira










José Delpino. (Maracaibo, 1981). Poeta y ensayista, residenciado en Caracas desde 1997. Ha publicado poemas, reseñas y ensayos en diversas revistas venezolanas, como El Salmón, Letralia, y en la revista española Quimera. Mientras realizaba estudios de Letras en la UCV, participó en los talleres literarios del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG) con Miguel Márquez en 2005-2006 y de la Univesridad Simón Bolívar (USB) con Arturo Gutiérrez Plaza en 1998-1999. Obtuvo un Máster en Literatura Hispánica en el CSIC en Madrid, y actualmente es estudiante de posgrado de la USB de la Maestría de Literatura Latinoamericana. Entre sus principales intereses está la poesía latinoamericana contemporánea, el cine, la crítica cultural y el teatro. Con su primer poemario, Fanes (Equinoccio, 2010), obtuvo el III Premio Nacional Universitario de Literatura (2009).

 

fotografía: cortesía del autor

 

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