Ese animal que engaña mi vientre / Soy una herida que se deja atenuar. Juan Martins

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Ese animal que engaña mi vientre

Selección

[a Cavafy]

CIMBRAR CON LA BOCA llena de escándalos, donde el dolor es olvido de mi otra boca sólo para despedirme. Tan ilícito a la carne has declinado con esa escritura del desaliento. Como siempre, la ingratitud extiende tu mirada y el mar no trae sus restos de vuelta, eso sí, su cristalina membrana cae sobre tus pies y abandona las redes después de la noche. Tu amor ha quedado hundido en la sal.
 
 
 


 
 
 

LIDIA DE CADAQUÉS es el nombre que veo sobre la sinuosidad del mar y ante tus pies de barro. Sé que le acompañabas cuando morías de ti. Y ahora descansas de la memoria. Todo se agrume en la voz del pintor que supo recitar sobre la piel. Si ese sueño fuera surrealista entonces esa memoria es el polvo de Portlligat que te tiene para su gloria en el nudo de las paredes. Siempre escribo con minúscula tu sensualidad y me educa en la mística del pincel. No pude poseer tus sueños pero tu trazo penetra cualquier sentido de pureza. Así logro imaginar que tu vientre suda por los labios del incesto.
 
 
 


 
 
 

TUS MANOS SE PARTIERON dentro de tu voz. Sumisa y virgen por la oscuridad, tus calles encarnan el bestiario de la noche. En esta habitación la presencia del espejo me recuerda que tengo que regresar al otro lado del anticuario para saludar a mi gato —he recobrado el don de hablarle a los gatos—, pero tendré que lidiar con tu boca, lenta y cansina por mentir, y reposa en mis sábanas un pedazo de amor para otra amante en el silencio del sueño.
 
 
 


 
 
 
SU MUERTE SOBRE el agua reclama porque el paisaje es de metal.
 
 
 


 
 
 
EL INSOMNIO DE LAS HOJAS despierta nuestro delirio de la infancia, despierta la obsesión del recuerdo, despierta el sufrimiento, el aliento de este otoño y, sobre esa derrota del paisaje, sellan la huida de la voz para asir de esta ruina un secreto que nos congrega hasta el amanecer.
 
 
 


 
 
 

[a Roberto Juarroz]

EL RITMO DEL AIRE no termina sino en un humilde lugar del vacío, la caída ha rechazado la gravedad de las palabras que producen el aliento de los hombres, cuya divinidad se arrastra a la postre de la sombra y alcanza un vestigio de la esperanza por crecer en el exiguo espacio del verso.
 
 
 


 
 
 
LA NOCHE escupe dentro de la luciérnaga el resto del día.

 
 
 


 
 
 

Soy una herida que se deja atenuar

Selección

A la memoria de Harry Almela

Ignoro su honda permanencia
en la ciudad que me engaña
como a una mujer,
donde la piel se ajusta
a la blanda sombra de su espejo
y esta sangre se escurre por la vida
desde la ansiedad de sus amantes.
Al ser recibido de una población asolada
como el jardín de una realidad,
siempre abstracta y albedrío
por un gris eterno de tus restos.

La belleza tiene ese saludo que desprecio
porque el cielo se harta de los que mienten.

La ciudad, otra vez la ciudad, no descubre
dos cosas iguales en un poema de los muros.

 
 
 


 
 
 
Se ha extendido sobre el versículo
este adjetivo insonoro que anda desnudo
por la huida de los sueños.
Los sueños, al otro lado de la escritura,
muestran las frases de la derrota
como deshacer el mundo por las horas.

La piel en la disección lame de tus ojos el olvido
o el anhelo me devuelve tu cuerpo
como un gesto de la palabra.
Tu deseo es una frase en el borde mis labios.

 
 
 


 
 
 

En lo insondable del recuerdo,
sabrás que la palabra es una membrana
que se desvanece en el pensamiento.

Todo ha quedado en tu mirada
que está sedienta
y fuera de mis ojos,
pero en algún lugar del deseo
tanteo con los dedos de Dios
(me atrevo a decir
que este papel biblia nos pertenece),
sin la audiencia de las catedrales,
sin la presencia de este cáliz,
donde el pecado pueda abatir la duda.
Con esta desolación,
sabré también
que en la transparencia del infinito
no habita la seducción de los cuerpos.

La duda me arrastra hasta el umbral,
pero insistimos en redimir el temor
sobre los aforismos de tus labios.
 
 
 
 
 
Juan Martins. (Maracay, Venezuela, 1960). Dramaturgo, escritor, editor, director y crítico teatral. Sus obras teatrales ha sido traducidas al francés y al portugués. Conduce la revista de teoría y crítica teatral Teatralidad. Entre sus obras publicadas destacan los ensayos: Él es Vila-Matas, no soy Bartleby (2014), El delirio del sentido, desde una poética del dolor y otros ensayos (2014), Novelas son nombres, ensayos inexactos (2016), De qué hablo cuando hablo de Murakami (2016); en teatro, Voix Off (2020); en narrativa: El vuelo fractal de la mosca (2020). Recibió en 2018 el Premio de la III Bienal de Literatura de Poesía Abraham Salloum Bitar con su libro: Soy una herida que se deja atenuar (2019). Ha colaborado en revistas de Venezuela y de otros países (España, Cuba y Argentina). Su dramaturgia ha sido reconocida con varios premios nacionales e internacionales.
 
 
 
Los poemas se publican con autorización del autor.
 
 
 
 
 
fotografía: cortesía del autor
 
 

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