domingo 30 de noviembre de 2025
Beber de la sombra. Víctor Fuenmayor

Salir a flote
Saliendo a flote de mí mismo, con mis segundos
pasos me levanto de la cama hacia una vida contada
que me vive en intermitencias.
Aparecen flashes instantáneos de la memoria, con
iluminación propia del olvido y del desolvido, de
donde emanan nombres de episodios en rollos
revelados de una película sin cámara ni guionista.
De las eternidades pasmadas dentro de mí brotan
intimidades al toque sutil de una palabra, y convierten
mi cuerpo en instantes y secuencias, con cortos relevos
de partos y apariciones, donde existo y solo vivo como
aquel que imagina la cuna de su propia existencia
llevando el cuerpo hasta el nido de alguna esperanza.
No me existe la verdad ni la verdadera vida
sin el rescate de alguna imagen, colgada en mis pantallas
de fondo, del escenario
que necesito saber nombrar cuando sale a flote.
Palabras perfumes
Subo ramas quebradizas de sílabas y resinas en el
jardín desierto. Escribo palabras con el dedo en las
secas arenas. Me elevo hasta el copo de palmeras de
abecedarios que provocan sonidos con las palmas
de las manos al viento y filtran entre dedos, olas y
océnanos los días prisioneros del momento.
Me arrodilla la vida ante mis ojos cansados, sin
perdones. No me detiene su impulso de sometimiento
porque cierro los párpados. Me persignan hojas de
ramas y arbustos olorosos, rozando el santo lugar de
la voz entre el pecho y los labios.
Atravieso la mudez en las ventanas de cuartos para
dormir al silencio naciente de una raíz verbal que
me enraíza en mi patio. Con el oído puesto en el
árbol circulante de savia y de sangre, escapo del
lloro y la ebriedad cuando el tronco se hace tambor
que agita mis pies con pasos de ancestros y de
bosques, sin siquiera moverme de la cama.
Bendecido de otras bendiciones que no tienen
iglesias ni capillas, olfateo el centro mismo de todo
lo que bendice la palabra. Un murmullo de salmo
perfuma la piel de palabras que me cubren y el ritmo
del tiempo sin agujas encamina el cansancio a las
raíces de mis pies dormidos.
Soy sueño y dueño de la planta de mis pies descalzos,
que buscan una tierra prometida sin el éxodo, un
bosque humano unido de raíces al son de pasos. Soy
semilla y fango de palabras, fruto con alas que aleja
bosques de territorios conocidos a otros parajes
lejanos y que, aun exhausto, sigue volátil buscando su
selva o su desierto con perfume de palabras, donde
construye el nido un ángel olvidado y rebelde.
Aleteo
Todavía como, como come un pájaro,
aleteando la imaginación del canto
cuando traga y toca
cantar sin la garganta,
beber del cáliz ya vacío,
comer viendo la espiga en el pan de cada día,
tragar el pescado con el pez moviéndose en el pico
con el buchado salado del océano.
Mi cuerpo no desea más raciones que el sabor del
aire.
Alimentando plenos los pulmones del canto,
me alivian las cuerdas del grito atrapado en mi
garganta.
Enamorado
Sin saber nunca con qué letra ni pie inicio el viaje,
la música toca la sirena indecisa al desembarco.
Busco la bisagra o la clave del bolero, tango o el corrido
con que barrio y sirena abren paso al viajero.
El navegante se detiene en la calle asoleada
y se entrega a la primera voz cantante
de una mujer lanzabesos desde la ventana.
Tierra prometida del deseo, tan cercana a tu muerte,
labrando líneas del arado en terrenos de amor único.
Vivo cantando las mismas letras de canciones de amor
desde el espejismo de islas perdidas ya en el mar.
VII
Tú me llueves por dentro,
humedeces con tu paso
la médula de todas las lenguas.
Tú pasas por palabras
que no son de la tierra
y que nos hieren.
Contigo ellas pasan sin rayar
esta garganta seca de la ausencia.
Libro mi cuerpo
Este es mi cuerpo ahora
y libro mi voz
con un lomo escrito
que titula;
con un pie de imprenta
que nace y camina
sobre las trazas de la estraza,
sobre los cielos de celofán.
Este es mi cuerpo que libro
envuelto en el papel con la ñapa
dándole el vuelto a la lengua.
Y mi cuerpo libro de deseo
te continúa amando
con la lengua
sin un punto final
que nos envuelve…
La cámara oscura
Uno se escribe
en el blanco.
Uno se escribe
en las noches blancas
que acicalan las tinieblas.
Uno se escribe
encerrándose en la cámara oscura,
buscando los surcos donde el grano
germine una palabra, un nombre, un rostro.
Uno espera eso
que da en el blanco
haciéndose uno la víctima
visceral y literal
que se ahoga en la cubeta
haciéndose la imagen.
Uno se va secando
tendido en una cuerda,
secándose por dentro
con el ventilador de la pieza.
Uno se dispara en el comienzo
y es tarde ya cuando la maquinaria del amor
nos revela en el fin.
Uno se va luego borrándose
en las sepias del tiempo,
rayándose en el negativo.
Uno se va borrando, perdiéndose,
sin jamás hacerse una copia.
Y rayándose, uno se hace polvo
en la luz de los días.
La palabra enamorada
Lo que el amor declara
nunca puede decir dónde termina.
Lo que el deseo dice
tampoco termina donde el amor acaba.
Amante, tú que sabes dónde me escondo,
porque me amas, me amaste y me amarás,
escribe lo que nunca termina de decirse.
Oculto estaré, así, escondido
hasta que escribas el silencio
de todos los amores que se dicen.
El velo llevarás de quien me ama
y levantaré la voz de aquello que enmudece
la palabra en la carne.
Deseo decir el deseo
con que me deseas
callándote la palabra enamorada.
Víctor Fuenmayor (Venezuela, 1940). Es autor de las novelas Zonambularia (1978) y ¿Qué tengo yo contigo? (1988); de los libros de ensayo El inmenso llamado: las voces en la escritura de Teresa de la Parra (1974), Materia, cripta y lectura de Horacio Quiroga (1998), El cuerpo de la obra (1999) y Armando Reverón. La cábala personal: del toque a la antirrepresentación (2024). Es coautor de Ser cuerpo, ser música: didáctica del ser creativo (2008, junto con Fanny Luckert). Son suyos los poemarios Donde la luz me encarna (1990) y Libro mi cuerpo (1991). En 2017, Oscar Todtmann editores publicó su poesía reunida bajo el título Beber de la sombra. Doctor en Semiología bajo la dirección de Julia Kristeva en la Universidad París VII. Es Caballero de la Orden de las Artes y de las Letras de la República Francesa, doctor honoris causa de LUZ y fundador de las instituciones Taller de Expresión Primitiva (TEP), Asociación Venezolana de Semiótica (AVS) y Fundación Institu-to de Expresión y Creatividad (FIDEC). Obtuvo el Premio de la Crítica 2024 de AICA Venezuela, el premio de poesía de la Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1986) y una mención en el concurso de novela Guillermo Meneses (1978). Perteneció al grupo literario 40 grados a la sombra, con el que publicó sus primeros poemas en la antología 7 de 40 (1964).
Con autorización del autor
fotografía: Euro Montero

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