domingo 30 de noviembre de 2025
Cuaderno inglés de poesía feminista. Javier Alvarado

VIRGINIA WOOLF CON SUS BANDERAS FLAMEANDO
Fue usted, Virginia, la que dijo
un lleno de neblina domingo de marzo:
me hundiré con mis banderas flameando.
Efraín Huerta
Virginia escuchaba voces. La voz que más la atormentaba era la de Orlando,
No tanto la de la señora Dalloway, atrapada en sus 24 horas, esas 24 horas que son un abismo,
Una castaña que morder
Para asilar la eternidad
Esas 24 horas que pertenecen al mundo, segunderos más que luces, minuteros más que sombras
En el comprar las flores y celebrar esa fiesta en medio de la multitud
En su hálito para desmoronarlo todo.
Los monólogos interiores siempre atormentaron a Virginia,
En su propia obra
En ese faro,
Donde nos costaba constelar algún poema,
Alguna súplica,
Atisbar aquella luz
Que demoraba su cauterio,
Su droga iluminada,
Qué verbo sensitivo,
Que cólera a los ángeles,
Ahora que el cerebro ha empeorado
Y no hay habitaciones propias
Para los huesos de fantasmas
Que deambulan
Y siguen deambulando
Por la campiña inglesa.
Era otro contemplarse las manos,
Otras rutas para adivinar un silbido
Entre el bosque,
El de la plata aspergeada y la nuca del espejo
Siempre dispuesta a permanecer intacta
Para una caricia,
Para un tardío gesto del ruiseñor
Cuando te posesionabas
En la escritura y de tu mano brotaban torrentes,
Efluvios,
Marejadas,
Simples olas
Que atormentaban a otros
En colores,
En rayos hacia adentro,
En la representación de la sangre,
De la rosa alquímica,
De la arena votiva que se deslizaba por debajo de la puerta.
Todo era el límite del mar y el condado.
Yo me quedé aquí, entre la suspicacia y el crimen,
En el auto flagelo
Ante la agrupación de las aguas,
Lo espiritual entre las ruinas y las claridades inconfundibles por las ramas del sendero,
En ese cuerpo intermediario que va serpenteando en las distancias.
Yo no lo creí posible, cuando Mrs. Woolf se perdía en los desastres
De la lluvia
Y el coro seguía inclemente tras de sí,
Tras sus desvaríos
Y ya no podía ni resistía escribir a las voces,
Deseosas, de combarse
En algún personaje para la memoria literaria
De todos los solsticios,
De todas las demencias
Cuando al confundirse con las estrellas y la podredumbre del quimérico otoño
Contempló la felicidad momentánea
En las hojas caídas,
En las piedras que adquirieron sesgos de rostros familiares
Y por la ventana: un camino se dibujó hacía el cenagoso río
Fue entonces cuando escribió las notas para tener consciencia
De la libertad propia y la libertad del cónyuge.
¿Qué barco le heredaste a Leonard Woolf?
¿Qué balandra para Vanessa Bell en la playa de Studland,
O las escenas domésticas o el interior de dos mujeres?
¿Qué barquichuelo para tu amante supuesta, Vita Sackville West?
Caminaste hacia las ondas, tomaste las caras de todos en la piedra
Y el abrigo se colmó de marineros hundibles
Y te adentraste hacia el frío cauce del agua, donde fuiste también
Agua de las aguas,
Agua de la bruma,
Agua del suspenso,
Agua del monólogo interior,
Agua de la nueva forma de novelar,
Agua de escribir poemas novelados,
Agua de la extirpación del sol,
Aguas del tormento y la desesperación de las fobias británicas,
Agua de Bernard, Susan, Rodha, Neville, Jinny, Louis y Percival.
Agua de los colores múltiples, agua de las letanías y de los sembrados de avena,
Agua de los disfraces y la sexualidad dormida,
Agua de los sexos que despiertan,
Agua del azogue y de los dioses que se advienen a ti,
Agua siempre que llega, agua de Virginia, Virginia de agua,
Agua del chorro hacia el aire, agua victoriosa, agua virgínica
Agua………………………que se hundirá…………con sus banderas flameando.
CAROL ANN DUFFY
“Carol Ann Duffy fue nombrada poeta laureada de Gran Bretaña, un título honorífico que concede la Corona desde 1668 y que hasta ahora nunca había recaído en una mujer.”
Prensa Internacional
I get our bread-knife and go out.
The pavements glitter suddenly. I touch your arm. C.A.D.
Así existieron las escenas y las tramas románticas, cuando se sucedieron
A través de muchos reyes y reinas, los poetas laureados, aquellos que cantaron
A princesas y príncipes
Y contaban con favores de los monarcas
Y la corte,
Para esgrimir ese título que serpenteó entre generaciones masculinas
Y eran rimas nobles, poderosas, metáforas chorreantes y recurrentes
Como el arcoíris que se traga el arroyo, en el plenilunio de las ardillas
Que van fantaseando con su repetición de la tierra
En cámara lenta,
En el llamado de las cohortes y de la saga imperial,
Después fue tu poema y la saga
De tocarte el hombro cuando se esgrime
La cotidianidad con un cuchillo.
La primera mujer poeta laureada
De Gran Bretaña: Carol Ann Duffy,
Mientras la observo desde el signo cifrado
(La astucia voyerista)
Y escudriño en el cajón del gavetero.
Tomo mi bolígrafo y salgo a la calle
Busco la poesía, miro a las gentes, voy apuntando.
Te encuentro
Leyendo versos a las cebollas. Toco tu brazo.
ELIZABETH BARRET BROWNING
I
Encontrar aquí el tiempo redimido. La noche de una espera,
Lo cambiante como el dínamo y su sombra,
Aun cuando no fuese a despertar, a acomodar la caña
Y enfilar la pequeña nave para augurar la pesca.
Nuestros condados olían a leña, a un fárrago
Que se levanta entre la carne. El lobo y el aullido
Enquistado en la roca. No tenía salida entre mis miedos
Y mis deslaves que van por la cordillera. El zorro plateado
Olfateaba entre las estepas y yo iba reescribiendo mi historia
Y los sonetos al portugués. Allí estuve, imaginando el sol
Dentro de mi como dentro de Lisboa o de Coimbra.
Antes la ceniza y su vocablo gris, una metáfora balbuceante
Para congregarse ante el café y esperar lo oportuno
Ante a resaca que produce las uvas añejas
Y el vino guardado en la despensa donde también ponen sus huevos
Las lechuzas mientras afuera el marsupial intenta
Arrebatar una madriguera al oro y las piedras preciosas
Se atoran a su cola como asteroides que pertenecen
A la única especie de la salvación, el tierno huerto
Y los espinos creciendo y creciendo, la neblina
Apoderándose de los grumos y el condado,
El militar que ha quedado viudo y las cartas de su esposa
Siguen rellenando los prados
Relatando la felicidad que alguna vez ocupó
El lugar de las espigas, mientras esa flauta limitaba
Con el viento y la voz y los sucesos venían a encontrarme
De rama en rama, de aparejo en aparejo y la luz
Se asía a una mano en el principio.
II
Yo estuve muda, incontrolable. Odiaba la cocina
Y los desvanes donde se guardaba la mocedad
De la guitarra, una madera que conserva sus fibras
Para el canto tardío, ahí en mi cordura otoñal,
Cómo decirlo, sino me identifico con otra estación
Que esta de las hojas que se baten y caen y cuelgan
Y vuelven a caer
Como una lluvia perenne destinada a un solo árbol
O a una sola mirada que contempla lo verde y lo ocre,
Lo vestido y lo desnudo, la vida y la muerte
Congregada a un solo destello, a una extremidad
Anquilosada, vertida luego a la nieve
Al grumo del sol o al destello de la plata líquida.
Mi sol es un conjuro. Mi sol es un condumio.
Las palabras se vuelven soles en la boca
Y en la palma de las manos, los panes simulan al sol
En su esperada puerta. La poesía puede salvar o dañarnos
En su irritada flor que se acaricia
Con el puñal arrebatado por la encina, cuando se van los versos
Y las obras contra la esclavitud y el trabajo infantil
Y las rimas vuelven a su aroma inglés
Cuando se leen sobre una campiña, mirando al tordo
Y al ciervo, al pato silvestre y a la ardilla
Rastrear el tropo para llevarlo a su marcha triunfal
Con el heno y la avellana.
III
Elizabeth Barret Browning, desde tus plantaciones de sonetos,
Desde tus labrantíos de rimas, de holocaustos y tropos.
Almario no vencido en la diafanidad de una estrella,
De un coloquio en Coxoe Hall, Durhan, cuando el amante
Se pierda entre la ropa y la muchedumbre
En su incipiente esplendor. Todo no perecerá. “El amor
Por ser amor
Es bello.”
ELIZABETH BISHOP
Esta es la casa de los locos. E.B.
***
la casa que habitamos bajo la roca magnética… E. B.
Esta es la poeta que no les escribió a las rosas.
Esta es la poeta
Comparada con el ratón de campo, amiga de Robert Lowell.
Esta es Elizabeth Bishop
Cuya obra sigue creciendo
Con la batahola de los años.
Ella, cuya madre enloqueció
Y cuyo padre se fue a dormir
En medio del verano
Añorando una primavera fría.
Esta es ella, discípula de Marianne Moore
La que se obsesionó
Con la poesía perfecta
La que recuerda Samambaia
Y la roca magnética
Y la colina herrumbrosa
En las potestades del agua.
Esta es ella, la que se angustió
Con todo lo que escribía, con todo lo que borró
Con todo lo que pensaba
Para la poesía pluscuamperfecta
Desde el estudio donde se desflecaba el cielo
Como la cabellera de Lota
En medio de los pedregales de Brasil,
La que recuerda Samambaia
Y la roca magnética
Y la colina herrumbrosa
En las potestades del agua.
Esta es ella, la que se abrumó
Con todo lo que podía recolectar
Para la mente
Para las numeraciones caóticas y los tropos
(La descripción minuciosa)
Para la poesía perfecta
Desde el estudio donde se desflecaba el cielo
Como la cabellera de Lota
En medio de los pedregales de Brasil,
La que recuerda Samambaia
Y la roca magnética
Y la colina herrumbrosa
En las potestades del agua.
Esta es ella, la que se obsesionó
Con cada palabra, con cada pliego de maestría
La música, la métrica,
El sentido y el sonido
Desde el estudio donde se desflecaba el cielo
Como la cabellera de Lota
En medio de los pedregales de Brasil,
La que recuerda Samambaia
Y la roca magnética
Y la colina herrumbrosa
En las potestades del agua
Esta es la poeta, la que aprendió portugués
Y se fue a Ouro Preto
Para repasar la durabilidad de los guijarros,
La que frotó una piedra contra otra
En la ecuación del fuego
Buscando una poesía dotada
Siempre en el claustro del estudio
Donde se desflecaba el cielo
Como la cabellera de Lota
En medio de los pedregales de Brasil,
La que recuerda Samambaia
Y la roca magnética
Y la colina herrumbrosa
En las potestades del agua.
Esta es la poeta, ganadora del Premio Pulitzer
Y del Premio Neustadt y cuya obra crece
Más del centenar de poemas publicados;
La que enseñó poesía en Harvard
Para que algo le diera de comer en la cátedra.
Siguió con su poesía perfecta
Allá en Estados Unidos
Pero todavía encerrada en el estudio
Donde se desflecaba el cielo
Como la cabellera de Lota
En medio de los pedregales de Brasil,
La que recuerda Samambaia
Y la roca magnética
Y la colina herrumbrosa
En las potestades del agua.
Esta es la poeta, la que vio la poesía moribunda,
La poesía muerta, en los ojos
De Lota de Macedo Soares,
La que aprendió de Camoes
«Que cuánto más os pago más os debo»
La que siguió rememorando
La poesía perfecta
En el estudio donde se desflecaba el cielo
Como la cabellera de su amante
En medio de los pedregales de Brasil,
La que recuerda Samambaia
Y la roca magnética
Y la colina herrumbrosa
En las potestades del agua.
Esta es la poeta que terminó sus días
Junto a Alice Methfessel,
La que encontró las geografías
Y la tierra escudriñando las formas perfectas
De la poesía
Y que siguió encerrada, copiando, borrando,
Tachando, estrujando en el estudio
Donde se desflecaba el cielo
En medio de los pedregales de Brasil
La que recuerda Samambaia
Y la roca magnética
Y la colina herrumbrosa
En las potestades del agua.
Esta es la poeta, Elizabeth Bishop
La que escribió a Ezra Pound
Desde la casa de los locos.
La que se obsesionó con la perfección de la poesía
Y la música del carnaval y el arte de perder
Y que sigue creciendo como el aletear
De las perdices blancas;
La que seguirá escribiendo, borrando, tachando
En el estudio donde se desflecaba el cielo
Y la cabellera de Lota
En medio de los pedregales de Brasil,
La que recuerda Samambaia
Y la roca magnética
Y la colina herrumbrosa
En las potestades del agua.
CHRISTINA ROSSETTI
(LA SANTA QUEER)
Te ofrezco mi amistad si tú la quieres;
pero darte mi amor: no, gracias, John.
C.R.
Rehusé a casarme, John.
………..Preferí no hacerte la comida, ni tener hijos; ni tejer largas bufandas para el acero del invierno.
Preferí ser la santa queer de las estaciones,
La que escribió versos sacros a Jesús,
La que cantó al trigo, a las mariposas y al agua del cornejo.
Amé el campo. Las hadas son diminutas y se insertan al oído
Chirrean sus llaves en la duración.
Los versos coronan nuestras vidas
Contemplo el tiempo y esta lapidación de los laureles.
No quise poseer las heridas tántricas del matrimonio.
No quiero absolutamente nada sobre mi tumba
Que no sea la voluntad de existir de la hierba coronada con el rocío postrero.
JANE KENYON
Dos águilas reales
Reanudan el vuelo
Sobre la laguna.
Eagle Pond
Vuelve a recibirnos
Con sus heladas
Y con sus hojas
disueltas
Como en un cuaderno
De un zootecnista.
Hace frio y, aun así
El hielo tañe
Reverberante
Como si fuese a convocar
Una antigua corona para el fuego;
Esa que se ciñó sobre la cama pintada
Con versos
Que dieron pie
A un sueño
De leyenda.
Ah, la poeta mujer-dormida
Entre arabescos
Y pértigas. Es el sueño convaleciente
Tras una restauración con el verano,
Polluela que duerme con las voluntades de la pasión
Y del almendro.
En ella se hace la noche
Con toda la fauna estelar
Emigrando por su cuello,
Caravanas de dioses
Que egresan de contemplar la tempestad.
Las águilas reales
Desde la altura
Ubican una presa
Entre el abismo
y la cumbre,
Entre la pubertad
Y el destierro
Y se lanzan
Una vez más
Como un rayo
hacia un rosal
Indivisible.
Es la cantiga
Para superar
Los aires,
Para vencer
Todas las velocidades del viento.
Es el amor
Que se pinta,
Es el amor
Que sobrevive
Sucedáneamente
Sobre los bulbos de las flores
Es el amor como una avalancha
y sobre la coloratura de los conos.
Dos águilas reales
Siguen revoloteando
Por el prístino
Cielo
De Eagle Pond.
Uno mira al otro
―Ignorando―
Cuál ascenderá primero,
Cuál
De los otros
Dos
Se quedará pintando la cama
Para empollar una y otra vez la eternidad.
Cuaderno inglés de poesía feminista recibió el Premio Internacional de Poesía de Fuente Vaqueros. Casa Natal de Federico García Lorca.
Javier Alvarado. (Panamá, 1982). Poeta. Ganador de premios nacionales e internacionales de poesía como el Ricardo Miró, Rubén Darío de Nicaragua, Mención Casa de las Américas de Cuba, Mención Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo, Sor Juana Inés de la Cruz, Fuente Vaqueros-Casa Natal de Federico García Lorca. Se le concedió el Premio Dámaso Alonso por su obra y trayectoria. Es miembro del Consejo Internacional de la Fundación Vicente Huidobro. Miembro correspondiente de las Academias Hondureña y Panameña de la Lengua.
Con autorización del autor
fotografía: cortesía del autor

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