Dos cautiverios. Armando Rojas Guardia


 
 
especial para el cautivo. décimo aniversario.
 
 
Hay dos tipos de cautiverios. El primero es involuntario e impuesto. Es la cárcel de la cual nos habla Cervantes en el prólogo de El Quijote: “donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido tiene su habitación”. El cautivo de esa clase de presidio nunca fue mejor descrito que en la “Balada del preso insomne”, de Leoncio Martínez: “sucio, famélico, ruin”. Como afirmó José Rafael Pocaterra, uno no se gradúa en verdad de venezolano hasta haber pasado por la cárcel: hace muy pocos días contemplamos a través de las redes sociales las bochornosas imágenes de un muchacho semidesnudo sometido a la satánica crueldad, a la sevicia sistemática de sus captores. Me atreví, a propósito de esas imágenes, a asegurar que ellas delataban que en nuestro país ya habíamos ingresado al horror literalmente obsceno, al terreno minado de la pornografía política. Ese muchacho nos representa a todos los que en Venezuela nos oponemos a la opresión, a la crueldad y a la barbarie.

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