Tres poemas de La mano segadora. Selección antológica [1983-2021] . Luis Pérez Oramas

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La familia

 

El mundo se mueve por murmullos
no por fuerzas ni energías
no por cósmicas tragedias
ni por la voz de dios ni por celadas.
El mundo se congela en los susurros
de la gente que amanece
con el cuerpo tendido por el sueño
y tensa la potencia fascinante
de escupir la vida.
Todas las mañanas
buscamos fútiles la escena
en la que no estuvimos nunca
donde hemos venido
escondidos en jadeos incesantes
en sudores de cuerpos que ignoramos.
La brisa es filial
en la alta noche de la espera.
Es paterno el verbo matinal
de las vigilias.
Es materna la música que mueve
las aguas del mundo, las aguas del amor
las aguas.
 
 
 


 
 
 

La dulce astilla

 

Escribo para estar
junto al tibio pulso de lo que hemos sido.
Escribo
para impregnarme de canciones solares
y pasadas
para sentir el olor de capín a mediodía
cuando aún no labraba
su dulce astilla de madera
la muerte en nuestro cuerpo.
Escribo
para sentir la mano
tierna de mi padre en la mejilla
la paciencia de su voz
en los condumios
para recibir
el salino aire abierto
de Naiguatá de vuelta
a casa
de vuelta al prado
que no era agreste en la palabra.
Escribo para volver
de nuevo a la matinal
eucaristía que anunciaba
largas tardes de tedio, ignotas
tierras en la noche de la radio
materna e infinita la impaciencia
de ver tiniebla en luz
lugar áspero en llanuras.
 
 
 


 
 
 

El gallo

 

[La sombra del apostador]
 

la luna es inmortal

sin que ella lo sepa

Igor Barreto
 
 

Las bestias
rituales en su muerte
eran la ceremonia
de nuestra inmortalidad
y su plegaria.
¿Hace cuánto tiempo
no viven más los hombres entre bestias
de cuyo nombre extraen
el nombre de su sexo erecto
—el gallo—
el río tieso de su simiente
eterna?
Dejarás caer ese animal
en bocas de otros
en cavernas fecundas
e infecundas quiebras, en la mano
hollada por la nada
del desierto
donde la naturaleza brota
cuando no se esconde.
Eres inmortal
o no lo eres.
No hay camino medio
en el bosque
luminoso de tu sombra:
bosones, hoyos negros, quanta
cuerda.
Pero saber de tu inmortalidad
es ya no serlo.
 
 
 
 
 

La mano segadora. Selección antológica [1983-2021] . Caracas: Fundación La Poeteca, 2022.
 
 
 

Luis Pérez Oramas. (Caracas, 1960). Ensayista y poeta. Ph.D. en Historia del Arte por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales (París, 1993). Curador de la colección Patricia Phelps de Cisneros (1995-2002). Curador de Arte Latinoamericano en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (2003-2017) y director curatorial de la Trigésima Bienal Internacional de Arte de Sao Paulo (2012-2013). Actualmente reside en Nueva York y trabaja como escritor y curador independiente, asesor curatorial de la colección Hochschild Correa (Lima) y director curatorial de la Galería Nara Roesler (Sao Paulo, Rio de Janeiro y Nueva York). Ha publicado los libros de poesía: Poemas (1978); Salmos (y boleros) de la casa (1986); La gana breve (1994); Gacelas y otros poemas (1999); Prisionero del aire (2008); La dulce astilla (2015) y Animal vesperal (2022). Y en ensayo: Armando Reverón: de los prodigios de la luz a los trabajos del arte (1990); Mirar furtivo (1995); La década impensable y otros escritos fechados (1996); La cocina de Jurassic Park y otros ensayos visuales (1997); Gego-Anudamientos (2004); La república baldía. Crónica de una falacia revolucionaria (1995-2014); Olvidar la muerte. Pensamiento del toreo desde América (2015) y La (in)actualidad de la pintura y vericuetos de la imagen. Tres ensayos (2021).
 
 
 
 
Con autorización de Fundación La Poeteca.
 
 
 
 
fotografía: cortesía de Fundación La Poeteca
 
 

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