In memoriam. Selección de Los ausentes. Rubén Ackerman.

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La última lección del maestro

a la memoria de Miguel Ron Pedrique

Ayer me vengué de tu muerte y bebí el doble,
por si acaso los muertos beben a través de los vivos.

Ackerman,
mañana me dan de alta
búscame una silla de ruedas
y llévame a tu casa
Ahora que vivo enfermo
aislado y rodeado de agua
por los cuatro costados
quiero recordar cómo es una casa
Inventa para mí un rostro menos azul
y tráeme un poco de dignidad para vivir lo que resta
Pásame el libro de Proust y un espejo
para ver La fiesta del tiempo en mi cuerpo
Llama a Salomón
dile que me están robando el dinero
llama a Lorraine
dile que me están quitando la vida
llama a mis amigos ebrios
sírveles un trago menos amargo
llama a la enfermera, al doctor
diles que me duele cuando me acuesto
cuando me siento
cuando respiro
cuando miro a la izquierda y a la derecha
pídeles un analgésico para el cuerpo
y otro para el alma
y sírveme un alcohol más fuerte que la vida
y que la muerte
y cuéntame una historia amable para el viaje
recuérdame como yo te enseñé leyendo a Eliot
el hombre no soporta tanta realidad
Adiós, me voy al alba
adiós, me voy entre el sueño y la vigilia
a la hora en que vivos y muertos se embriagan
Ackerman,
mañana me dan de alta
búscame una silla de ruedas
y llévame a tu casa.
 

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Vigilia

Mi lengua materna es un susurro en Yiddish,
de noche,
desde la habitación de mis padres,
yo escucho en la sombra ese susurro,
mis padres piensan que duermo
mis padres que ahora duermen un sueño prolongado…
mis padres me dicen, duérmete, sueña con los angelitos,
pero yo no sueño, ni duermo
y a veces, mamá llora.
 

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Transnistria

A la memoria de la abuela Raquel Vaisman

El hombre no soporta tanta realidad.

T. S. Eliot

 

 

I
Conchas de papa para el desayuno
dos tíos muertos para el almuerzo
oscuridad, mucha oscuridad para la cena
 
 

II

El tío Boris regresa
con su cara de judío contrahecha
con su muerte prematura entre los dientes
con su cuaderno de ecuaciones no resueltas
con sus huesos hambrientos de indigente.
Su mirada nos interroga en silencio
¿Quién entre nosotros podrá contestar?
 
 
III

Sin casa ni vida
el abuelo cava un enorme hueco en el suelo para protegernos de la intemperie y dice:
—Vamos a dormir hasta que termine la guerra
Un tío muerto cava una enorme tumba en las nubes por si el destino es aciago y nos dice:
— Vamos a dormir hasta que termine la guerra.
Papá suele levitar entre Europa y América con su ajedrez lleno de presagios y su gambito indescifrable y nos dice:
— Vamos a dormir hasta que termine la guerra.

Mamá cocina una sopa para los vivos y los muertos y guarda en su mesa de noche los lentes de la abuela Raquel y una fotografía de mi hermana Silvia y nos dice:
—Vamos a dormir hasta que termine la guerra.
 
 
IV

Los acreedores llegan puntualmente (debemos mucho)
El acreedor del aire nos deja asfixiados
El acreedor de luz nos deja en tinieblas
El acreedor del hospital nos deja enfermos en la calle
El acreedor de vida nos dice que tenemos varios giros vencidos, que si no creemos en dios que por lo menos nunca dudemos de nuestras deudas.
 
 
V

El abuelo Isaac todos los días se olvida de la muerte y resucita a la abuela Brane, se sienta en un café a esperar los espectros de sus amigos muertos y nos dice:
— Vamos a dormir hasta que termine la guerra.

La abuela Raquel siempre acuna a los tíos muertos, mientras prepara una sopa para
indigentes, pero los tíos nunca pueden probar la sopa de la abuela, porque los muertos de hambre suelen ausentarse, pierden el apetito y siempre nos dicen:
— Vamos a dormir hasta que termine la guerra.
 

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Que no te toque el sol

Que no te toque el sol
que no te toque la mañana
que no te digan qué hacer, ni cuándo, ni dónde
que no te pongan un nombre con las cansadas letras del hartazgo
ni te regalen un oficio preñado de tedio
que no te saquen al circo
vuelve a tu casa, a tu cuarto, a tu cama
y sueña por nosotros el sueño de todos
apaga la luz
buenas noches Emily.
 

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En el vagón del tren

En el vagón del tren el tuberculoso encuentra al narcotizado
es el antiguo dibujo del mundo “ Hypocrite lecteur, — mon semblable,
— mon frère
!“
es el encuentro fortuito sin máquinas de coser, ni paraguas, ni mesas
de disección, es el milagro al revés
–no hay lugar donde reposar la cabeza
no hay palabra que pueda contenernos
ni templo, ni casa, ni madre, ni techo
ellos conocen el viaje, el viaje interminable, el viaje a ninguna parte
saben que la puerta del paraíso está cerrada –o no existe–
son los príncipes de los malos entendidos –están despiertos–
Otto, narcotizado acerca la jeringa y lee un pasaje de la Biblia
Franz tose y se convierte en insecto
Otto comienza su larga apología de la promiscuidad
El deseo palpita detrás de la impostura del mandamiento /dice/
el cuerpo es el templo del deseo
Hay que leer el cuerpo, fornicar o suicidarse
Franz camina hacia atrás y hacia adelante, tose –está un poco mareado–
sus patas traseras se arrastran entre una multitud de judíos menesterosos
sus patas delanteras van desde la oficina de seguros al sanatorio de tuberculosos
Adolf redacta mi lucha, Martin adora las manos asesinas de Adolf
“no ves sus manos hermosas, le dice a Karl”
Hanna ama a Martin que adora las manos asesinas de Adolf
Y redacta una tesis sobre la banalidad
Ghersom arruga la frente –los nazis no eran banales–
El amor es inmoral
Franz muere de tuberculosis en el sanatorio

Otto se fuga del manicomio, abraza la muerte drogado
Sigmund – magister dixit– da su diagnóstico “demencia precoz”.
 

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Planilla de solicitud

Piensa usted detener el tiempo
Anda a contra corriente, dando tumbos en las esquinas
Tiene usted los ojos en la espalda
Repite un soliloquio interminable
Ha perdido a todos sus interlocutores
Quiere usted robarle algo a la muerte
Retrocedo en un gesto desatinado las manillas del reloj
Danza impúdicamente día a día ante un auditorio de fantasmas
Recoge sueños desgastados en los basureros
Quiere usted recuperar el abrazo del amigo que partió para siempre
Desea usted volver a sentir el estremecimiento que sintió la primera vez frente a su amante
Quiere usted recuperar intacta su infancia, resucitar a sus muertos, extender el mantel
servirles pan y vino
No se siente usted a gusto como sobreviviente
Entonces, llene esta planilla de solicitud y por favor no nos llame,
nosotros le avisamos.
 

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Ella no dice nada

Ella no dice nada
su silencio es su templo………….su dios el vacío
un día la dejaron en la orilla mercaderes que hacían negocios ilícitos
ella ve el mar
sus ojos están llenos de sal
se sienta, espera, siempre espera
Ella anuda sueños marchitos al caer la tarde
su rictus sin norte, sin pasado, la muestra impávida
ahora que todo está dispuesto para la cena
no vendrá ningún comensal a acompañarla
ella acerca su oído al caracol
intenta descifrar un antiguo enigma
mientras el plato se cae de la mesa
y ya nadie bendice al pan ni al vino
ella cree en el mal de ojo
dobla sus dedos,
espanta espectros
calla y escucha frente al mar.

 

 

 

 
Rubén Ackerman. (Caracas, Venezuela, 1954 – Cuenca, Ecuador, 2017). Publicista con estudios en psicología y sociología en la Universidad Central de Venezuela, participó en talleres literarios dirigidos por Armando Rojas Guardia, Cecilia Ortiz, Gabriela Kizer y Edda Armas. Sus poemas aparecen en las antologías El ojo errante (2009) y 102 poetas. Jamming (2015) y en medios digitales como Stand Up Poetry, La Parada Poética. Su único poemario publicado en vida es Los ausentes (2016), libro que obtuvo la mención Ilustre Municipalidad de Cuenca de la VI edición del Certamen Hispanoamericano de Poesía Festival de La Lira 2017.
 

 

fotografía: Julio César Mesa Arboleda

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#Holocausto#LosAusentes#PoesíaVenezolana#RubénAckerman

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