Teoría de las niñas. María Baranda

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María Baranda

 
 
I

Hay un hilo de luz que traza máquinas celestes.
–Arriba al aire y para siempre.–
Es la voz
larga y honda del que pinta.
Traza un muro, luego otro.
Ordena las partículas que ve en repisas,
cajones,
el filo de la cama donde sueña.

Los sueños para él son terrestres
–los contempla–,
manos desaforadas en esquirlas,
rocas pulidas en las ventanas
para los ojos de los niños.
 
 
 
 
 
 

II

Los niños suben la cuesta de sílabas perdidas
en sus ojos. Dicen la A
como una esperanza cierta, ciertísima.
Debajo de cada letra
hay un fino apunte
como un grito imaginario
–en el tiempo sin tiempo, nuestro tiempo–
en la hondura de las paredes blancas.
Los ojos.
Las paredes blancas son los ojos.
Las paredes blancas son un libro.
Sus líneas,
hondos pozos del tamaño de un cuervo.

Los niños en el dibujo son niñas.
 
 
 
 
 
 

III

Niñas de sal
–se aperciben–
como una colmena de ángeles plurales,
frutos de un planeta lejano y transparente,
los rostros
guardan el sonido de las piedras, manos
que están aún
por desdecirse
como una palabra redonda y gutural,
sexo sin tiempo,
raja que parte en dos
el grito del amor más simple.
 
 
 
 
 
 
IV
Cuando el dibujante traza una línea,
relincha la oreja de Dios:
es una yegua.
 
 
 


 
 
 

Debajo de la tierra mira el cielo y se completa.
Piensa en un color cercado por viejas cicatrices.
Un negro conveniente,
un azul de cuerdas para el cieno,
el gris molido que adultera la pimienta.
Prueba la miel que unge por sus venas.
Lame todo lo lento
y viscoso de sus sueños.
Traza círculos con flores amarillas
para el sudario de su texto.
 
 
 


 
 
 
El dibujante toma la escoba. Lentas apariciones del polvo en
las esquinas. Desgarraduras. Piensa en el papel y en aquellos
cuerpos en fuga. Basurales para la risa. Tiempo que cae lento
de su mano. Sostiene con fuerza su escoba. Los edificios
gimen a su paso, las aceras eructan. Él escucha, escucha el
estertor del tiempo, sus moléculas. Las niñas son lo
inmaterial, sustancia interior del mundo a su imagen y
semejanza. Dios escucha. Dios es polvo. Dios cae lento a las
cinco de la tarde inclinándose sin el peso de plomo de su
cuerpo. Cae a fondo.
 
 
 


 
 
 

Teoría de las niñas de María Baranda, Ediciones Vaso Roto, 2018.
 
 
 
María Baranda. (México, 1962). Ha publicado varios libros de poesía. Ha sido traducida al francés, inglés y chino mandarín. Ha recibido los premios Efraín Huerta 1995, Iberoamericano de Poesía Francisco de Quevedo 1998 en España, Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2003 y el Premio Sabines-Gatien Lapointe 2015 en Canadá. Su último libro es Teoría de las niñas.
 
 
 

fotografía: cortesía de la autora

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#MaríaBaranda#PoesíaMexicana#TeoríaDeLasNiñas

Comments

  1. Hilda Velez Rodriguez - viernes 24 de mayo de 2019 @ 3:17 pm

    Bellísima poesía.

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