Cuatro poemas. José Hierro. En el centenario de su natalicio

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Las nubes

Inútilmente interrogas.
Tus ojos miran al cielo.
Buscas, detrás de las nubes,
huellas que se llevó el viento.

Buscas las manos calientes,
los rostros de los que fueron,
el círculo donde yerran
tocando sus instrumentos.

Nubes que eran ritmo, canto
sin final y sin comienzo,
campanas de espumas pálidas
volteando su secreto,

palmas de mármol, criaturas
girando al compás del tiempo,
imitándole a la vida
su perpetuo movimiento.

Inútilmente interrogas
desde tus párpados ciegos.
Qué haces mirando a las nubes,

de Cuanto sé de mí, 1957

 
 
 


 
 
 

Fe de vida

Sé que el invierno está aquí,
detrás de esa puerta. Sé
que si ahora saliese fuera
lo hallaría todo muerto,
luchando por renacer.
Sé que si busco una rama
no la encontraré.
Sé que si busco una mano
que me salve del olvido
no la encontraré.
Sé que si busco al que fui
no lo encontraré.

Pero estoy aquí. Me muevo,
vivo. Me llamo José
Hierro. Alegría (Alegría
que está caída a mis pies.)
Nada en orden. Todo roto,
a punto de ya no ser.

Pero toco la alegría,
porque aunque todo esté muerto
yo aún estoy vivo y lo sé.

de Alegría, 1947
 
 
 


 
 
 

Destino alegre

Nos han abandonado en medio del camino.
Entre la luz íbamos ciegos.
Somos aves de paso, nubes altas de estío,
vagabundos eternos.
Mala gente que pasa cantando por los campos.
Aunque el camino es áspero y son duros los tiempos,
cantamos con el alma. Y no hay un hombre solo
que comprenda la viva razón del canto nuestro.

Vivimos y morimos muertes y vidas de otros.
Sobre nuestras espaldas pesan mucho los muertos.
Su hondo grito nos pide que muramos un poco,
como murieron todos ellos,
que vivamos deprisa, quemando locamente
la vida que ellos no vivieron.

Ríos furiosos, ríos turbios, ríos veloces,
(Pero nadie nos mide lo hondo, sino lo estrecho.)
Mordemos las orillas, derribamos los puentes.
Dicen que vamos ciegos.

Pero vivimos. Llevan nuestras aguas la esencia
de las muertes y vidas de vivos y de muertos.
Ya veis si es bien alegre saber a ciencia cierta
que hemos nacido para esto.

de Tierra sin nosotros, 1947
 
 
 


 
 
 

Junto al mar

Si muero, que me pongan desnudo,
desnudo junto al mar.
Serán las aguas grises mi escudo
y no habrá que luchar.

Si muero que me dejen a solas.
El mar es mi jardín.
No puede, quien amaba las olas,
desear otro fin.

Oiré la melodía del viento,
la misteriosa voz.
Será por fin vencido el momento
que siega como hoz.

Que siega pesadumbres. Y cuando
la noche empiece a arder,
Soñando, sollozando, cantando,
yo volveré a nacer.

de Quinta del 42, 1952
 
 
 

Los poemas están tomadas de https://trianarts.com/ que, a su vez, los toma de: José Hierro. Poesías completas (1947-2002). Madrid: Colección Visor de Poesía, 2009.
 
 
 
 
 
José Hierro (Madrid, 3 de abril de 1922 – 21 de diciembre de 2002). Publicó los poemarios: Tierra sin nosotros (1947), Alegría (1947), Con las piedras, con el viento (1950), Quinta del 42 (1952), Estatuas adyacentes (1955), Cuanto sé de mí (1957), Libro de las alucinaciones (1964), Agenda (1991), Prehistoria literaria, 1937-1938 (1991), Cuaderno de Nueva York (1998). Entre los reconocimientos recibidos destacan: Premio Adonáis (1947), Premio Nacional de Poesía (1953), Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1981), Premio Nacional de las Letras Españolas (1990), Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1995), Premio Cervantes (1998).
 
 
 
 
Con autorización de la Fundación José Hierro y la Editorial Visor.
 
 
 
 
fotografía: http://www.cpoesiajosehierro.org/web/index.php/principal/jose-hierro/item/coleccion-personal-jose-hierro-jh
 

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