Paciencia mineral. Néstor Mendoza

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Identidad

El pasaporte señala un nombre
y un lugar de nacimiento;
el país de procedencia
ahora es un punto borroso.

Azul en la cara frontal
y el escudo patrio en el centro.
Pocos sellos de salida y entrada.

Nada de turismo.

Niña caucásica.
Cabello negro con rulos.
Definitivamente provinciana.
sus ropas de tan usadas
se les nota alguna transparencia.

El documento fue encontrado
dentro de una pequeña cartera,
la de su padre, qué negligencia.

La joven a pesar de todo se ríe en la foto.

El pasaporte de un menor de edad
deberá ser reclamado por el padre,
madre, representante legal o apoderado,

estas palabras
pueden leerse en la web de la oficina
que recibe tantas cosas extraviadas.
 
 
 


 
 
 

Una estatuilla, la Venus de Tacarigua

Las manos detienen juntas
el rectángulo que intento
asimilar como cabeza;
es su cabeza.
Le deben doler las manos
por tanto esfuerzo
y tiempo sosteniéndolo;
si baja una mano podría desplomarse.

La cabeza de la mujer con ojos
que podrían ser dos grietas empeñadas
en cerrarse o en permanecer abiertas.

Sólo vale la antigua veneración.
Sólo vale la arqueología de quien encuentra la estatuilla.
Sólo vale el antiguo arte aborigen.

Piernas bulbosas, resaltan tus pies,
brazos y manos colocados sobre la cintura
o sosteniendo la cabeza, hipertrofiada;
alcanzas volúmenes ovalados o naviformes;
fuertes y decididas proporciones.

La mujer que representa deja de serlo y se mueve.
Tú la ves y te empeñas en darle forma, otra, para pertenecerle.
 
 
 


 
 
 

Ave frente al espejo

Si arrancamos todo, pluma tras pluma,
veríamos con más asombro y menos
desgano el buche del animal;
y no sólo el buche tibio
sino decenas de orificios sin plumaje
y las pelusas que van quedando.

Una paloma sin plumas en el pecho
es un síntoma de enfermedad
o de violencia entre ellas
( violencia intraespecífica, dicen)
o de algún paseante apresurado.

Pero lo que intentas comprobar
es la capacidad del animal para
reconocerse en el espejo.

La paloma sabría que ese estómago
sin plumas es el suyo y no de otro
de su misma especie; sabría, quizás,
y por el frío, que ese pecho es el suyo.

Es tan sencillo el acto que naturalmente
pasa por alto; poco importa un pecho
sin plumas pero el animal podría tener
conciencia de esto ante el espejo.
 
 
 
 
Néstor Mendoza (Maracay, Venezuela, 1985). Poeta, ensayista y editor. Licenciado en Educación, en la especialidad de Lengua y Literatura (Universidad de Carabobo). Realizó estudios de posgrado en la Maestría de Literatura Latinoamericana (Universidad Pedagógica Experimental Libertador, 2010-2011, UPEL). Editor de El Taller Blanco Ediciones. Ha publicado, hasta ahora, cinco poemarios: Andamios (Equinoccio, Caracas, 2012), merecedor del IV Premio Nacional Universitario de Literatura 2011; Pasajero (Dcir Ediciones, Caracas, 2015); Ojiva (El Taller Blanco Edic iones, Bogotá, 2019 y 2022), libro que cuenta con una edición alemana: Sprengkopf (Hochroth Heidelberg, 2020), con traducción de Michael Ebmeyer; Dípticos (Editorial Seshat, Bogotá, 2020) y Paciencia mineral (Ediciones Estival, Maracay, 2023). También, la antología Simulacro. 2007-2020 (Editorial Seshat, Bogotá, 2021). En ensayo: Alfabeto de humo. Ensayos sobre poesía venezolana (Ediciones Estival, Maracay, 2022). Finalista del I Concurso Nacional de Poesía Joven «Rafael Cadenas» 2016. Finalista del XL Premio Internacional de Poesía «Juan Alcaide» (Ciudad Real, España, 2021). Finalista del 5to Premio «Lo Mejor de Nos» (La Vida de Nos/Banesco, Caracas, 2022), para textos de no ficción. Con la crónica “El primer lector de Borges” resultó ganador de la Convocatoria de Reseñas (Ediciones El Silencio/Ministerio de Cultura de Colombia, Cali, 2022).
 
 
 
para descargar haz clic aquí Paciencia mineral
 
 
 
 
Con autorización del autor.
 
 
 
 
fotografía: José Antonio Rosales
 
 

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