Poemas. Christiane Dimitriades

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ese borde entre la piel y el vacío.
José Lezama Lima

 
 

Las palabras
regresan
allí donde
sólo hay agua
y pantano
En este viraje
todavía pretenden asirse de mis huesos
Nada pueden nombrar
Desconocen su propio significado
También yo
comienzo a sentir
los tibios contornos de esta morada
Afuera
sobre la superficie
toda identidad queda abolida
Es cosa de otros
 
 
 


 
 
 

Son cristales rotos
que el tiempo sigilosamente
convierte en círculos

y cuando una mano paciente
los recoge

se tornan
collar para el amante

verdugo

rosario para el creyente

postergación

versos para el poeta
 
 
 


 
 
 

Pájaro herido
verbo desorientado
cayendo
en esta inhóspita residencia
 
 
 


 
 
 

Escribe
aunque las palabras se deshagan
en un papel
quizá ya viejo y mohoso
que el tiempo malogra
Escribe
porque es tu único sueño
donde también asoma el olvido
y puedes despertar a tiempo
antes de que te sorprenda
esa pesadilla alojada
en tus noches
 
 
 
de Voz de fondo, 2019
 
 
 


 
 
 

Cuando nos encaprichamos con causas perdidas llegamos a pensar que todas lo son, y no nos equivocamos completamente.
Emil Cioran

 
 

El cuarto jugador no habla, es el otro, mi par.
Siempre del lado opuesto de un puente tendido
entre los dos, lee, escruta el destino de mi mano
y de las líneas ocultas en su interior, trazadas
por la impericia de algún dios.
 
 
 


 
 
 

La existencia del poeta será engullida por el
olvido. Ningún libro, ni siquiera el amor resistirá
su embate. Quizás algún desconocido pronuncie
sus palabras y les devuelva por un instante la voz.
 
 
 


 
 
 

Cuando el cansancio agobia y el cuerpo desobedece,
una voz guía mi mano y reescribe en el lugar de
cada paso en falso cumplido.
 
 
 


 
 
 

Uno se va haciendo en la quietud de las noches.
La vida a contraluz: retablos en cadena con
los matices del olvido.

 
 
 


 
 
 

Por alguna misteriosa razón hay aves que se arrojan
al agua en picada para morir. Este impulso hacia
la muerte es afín al de quienes juegan contra
sí mismos. Su obsesión no reside en el placer del
juego o en la ganancia que puedan obtener, sino
en su desesperada entrega al azar, en su fascinación
por las fichas que caen, una a una, sobre el tapete
verde de la mesa encubriendo una pérdida
ancestral.
 
 
 
de El cuarto jugador, 2020

 
 
 


 
 
 
Da a tu proverbio también sentido: dale sombra.
Paul Celan

 
 

A esta la hora de la tarde el impulso de escribir adquiere el brío de
una bestia balanceándose dentro de la cuadra para huir de su
impuesta reclusión, sin embargo, me detengo, no logro escribir.

El verbo “asombrar” nació en las caballerías, del espanto de las
bestias ante sus propias sombras.
 
 
 


 
 
 

Si pudiera prestarte mi voz para que hable de tu vana jornada en la
que hurgas los basurales, del cansancio que ya no distingue la
enfermedad del desconsuelo, de tu regreso a casa por las doscientas
treinta escaleras con las manos colmadas de rancia oscuridad.

De los amantes y de los libros nos queda alguna imagen,
deslustrada por la impertinencia del tiempo.
 
 
 


 
 
 

Sobre los muertos que amamos ningún verbo debe conjugarse en
tiempo pasado.
 
 
 


 
 
 

El silencio oculta el insondable misterio de una falta, cuando al fin
mi voz irrumpe, la despótica gramática pretende someterla.
 
 
 

de Verdad dice quien sombra dice, 2023
 
 
 


 
 
 

(… también el sueño es una obra …)
Anna Ajmátova

 
 

los sueños
esas sombras
en donde el día se reclina
y reposa de su inútil ajetreo
 
 
 


 
 
 

el día abandona
la insondable morada
de los náufragos del sueño

sólo confía
en la arrogancia de la luz
 
 
 


 
 
 

arrebatarle al sueño
sus pálidas visiones
(cuán ligeras son)

 
 
 


 
 
 

dibujar
sobre la fina membrana
de la inconsciencia
el difuso paisaje
su polvareda
 
 
 


 
 
 

la sustancia de la noche son los sueños
la puesta de sol de las palabras
cuando el mundo tiembla de frío
y un enigmático dedo nos indica
el “ya fue” y un porvenir
 
 
 


 
 
 

entre algas marinas
bogan imprecisas figuras
dispuestas a zarpar
¿hacia dónde?

ebrias de oscuridad
ejecutan una silenciosa partitura
esperan al otro visitante
que tarda en llegar
y nunca comparece
 
 
 


 
 
 

los sueños no tienen final
dejan suspendido
su trazo inacabado
una línea por escribir
 
 
 

de Los sueños, inédito, 2023

 
 
 
 

Christiane Dimitriades. (Egipto, 1953). Venezolana, de origen griego. Llega a Venezuela a los tres años de edad. Es licenciada en Filosofía y profesora de Estética en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela. Es autora de los poemarios Del eterno retorno (La Draga y el Dragón, Caracas,1987), Encuentros del poeta con el psicoanalista (Fundarte, Caracas, 1991), Voz de fondo (Oscar Todtmann Editores, Caracas, 2019), El cuarto jugador (Dcir ediciones, Caracas, 2020), Verdad dice quien sombra dice (El Taller Blanco Ediciones, Cali, Colombia, 2023) y Los sueños (inédito). En 1997 publica una novela: Sabath (Grijalbo, Caracas). Es la compiladora de Mínima antología de estética (2001, Caracas, Fondo Editorial de Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela). Ha publicado poesía y ensayos sobre arte y filosofía en diversos periódicos y revistas especializadas del país (Imagen, Revista Nacional de Cultura, Lamigal, Revista M, Revista Casapaís, Revista checa Plav, Poesía, Papel Literario de El Nacional, El Universal, entre otros) y ha escrito textos para varios catálogos sobre artistas visuales.
 
 
 
 
Con autorización de la autora.
 
 
 
 
fotografía: cortesía de la autora
 

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