lunes 11 de noviembre de 2024
Poemas inéditos. Jesús Montoya

Canción del exilio
Mi tierra tiene palmeras
donde canta el zorzal;
las aves, que aquí gorjean,
no gorjean como allá.
Nuestro cielo tiene más estrellas,
nuestras planicies tienen más flores,
nuestros bosques tienen más vida,
nuestra vida más amores.
Al pensar, solitario, en la noche,
mayor placer encuentro allá;
mi tierra tiene palmeras
donde canta el zorzal.
Mi tierra tiene delicias
que no encuentro por acá;
al pensar ―solitario, en la noche―
mayor placer encuentro allá;
mi tierra tiene palmeras
donde canta el zorzal.
No permita Dios que yo muera,
sin que vuelva para allá;
sin que disfrute las delicias
que no encuentro por acá;
sin que aviste las palmeras
donde canta el zorzal.
Gonçalves Dias
Enxerto 3
Minha terra tem palmares
donde canta o Turpial
las aves que aquí gorjean
no gorjean como allá
Tierra! Grita na beira o navegante
e confundida e distante
uma linha indecisa
entre trevas e ondas se divisa:
nostro cielo tem más estrelas
nostra llanura más tolvaneras
nostro bucare tem más vida
nostra vida mais amores
já a vista columbra as riberas
ornadas de palmares
e uma brisa carregada
com a essência de violetas
silvestres e azahares
em cismar solo
al anochecer más prazer
encontro yo por allá
e allá vão os humildes pescadores
as redes a tender sobre a areia
dichosos não sentem as dores
nem a punzante pena
dos que lejos da matria lloram
minha terra tem ardores
que também encontré eu cá
em la fisura ― pródigo hasta a ondura
e más prazer …………. pese a tudo
encontro yo por allá
minha terra tem palmares
onde o zarcero políglota
arranca a entoar
e roda a canoa
e trás ela as horas deslízanse
ligeras sem eu sentir
o pensamento mío viaja
pelo país das quimeras
y só acha os meus olhos
sin mirada
não permita Deus que eu muerra
sem que volte para lá
sem que desfrute as cores
que não encontro por cá
sem que me vista no bico
do pássaro que comience a voar
madre
aquí estou
de mi destierro venho
a te dar con a alma o mudo abrazo
que não te pude dar en tua agonía
a desabafar em teu glacial regazo a pena aguda
que no peito tenho e a render cuenta última dessa ausência mía.*
*Transposición y reescritura entre los poemas “Canção do exílio” (1846), de Gonçalves Dias y “Vuelta a la patria” (1875), de Juan Antonio Pérez Bonalde.
Clínica do poeta menor
O poeta menor que sou tem a culpa
o poeta menor que sou de ler Jorge Eduardo Eielson
o poeta menor que sou de esvaziar-se numa zona sem fronteiras
o poeta menor de escrever sem direção sem singela sideral
suma de santas datas
o poeta menor tem a culpa
ele se assenta na beira da ilha e diz que já não fuma
que já não engole substâncias
que só água pelo bico agulha lhe abarca
lhe dá até sonolência insólita
refletir em ser o poeta menor que sou
executor que em segunda língua pode
deixar um armário aberto
com as obras incompletas da poesia menor
que lê ― começando pelo Cono Sul
que sou do poeta menor que roça
as rochas com os dedos do pé
e caminha como voam os gaviões
põe coisas aqui com a partitura
por exemplo de um desenho “calcado”
numa escola que mutila ― que humilha
o poeta menor que sou
ou a estátua folclórica
o caricato movimento das sinais
das sinapses que calibram seus ensaios
críticos até ridículos diríamos
quando o observamos ―eu também o espio―
pegar os comprimidos 50 miligramas 75 Filipinas
viagens pelo mundo feliz orweliano
para que fique ―e se afinque na lama
como um cavalo― mas ele o poeta menor que sou
é alado às horas murchas e está planejando
o tempo todo como parar de estar sentado
e quer – sagitariano – remar contra correntes
sem coroas
ah………………. o poeta menor que sou
ó………….……. o poeta menor que sou
está parindo um dom esdrúxulo
doa suas roupagens a outras covas
aos mortos do lado
à vizinhança inteira como uma rosa
ó………. rosa miúda
ó que estúpido é oh ser ousado
ou nada quando a avó o manda
a não se entreter minoritário com o teatro do mundo
melhoras ―diz― melhoras para o senhor
para meu rei solar que beija
as folhas aí afora…………….……….…. melhoras
Clínica del poeta menor
El poeta menor tiene la culpa.
Se echa en la orilla del agua
que por el pico arrastra,
hasta somnolencia le da
rumiarse siniestro o torpe
ejecutor en segunda lengua.
Un armario podría dejarnos
con las obras incompletas
de la poesía menor que lee:
comienza por el cono sur
y desciende a rozar las rocas
con los dedos del pie.
Camina como revoloteo
de gavilán y gestea aquí,
por ejemplo, el calque
de la escuela que mutila.
Estatua folclórica
o caricato movimiento
arriba a las sinapsis
que calibran sus ensayos
cuando lo observamos
―yo también lo espío―
tomar sus pastillas:
50 miligramos de viajes
por el mundo orwelliano
para que se afinque cual caballo.
Pero este poeta menor que soy
zanca en hora álgida y planea,
sagitariano, cómo arrearse
a contracorriente.
Está pariendo un don:
dona sus ropajes a otras fosas
en la vecindad del huerto;
empírico se acorta
y, bajándose del palco,
nos deja de trinar.
A medianoche
El uniforme azul es valentía.
Se distingue de cante cual gallo
en la oscurana, pero enseguida,
ni él mismo se basta: sobran
las mentadas metáforas.
El uniforme azul es un gitano
con la boca chorreada de templos,
de reclamos, de recaídas
en la indumentaria.
Eternos descendemos en él
entre pulsera y sandalia cual adagios.
El pie y la muñeca se balancean;
es sabido: el cuerpo está ahí,
no siempre la mente, no siempre
la voz de pulpos comentarios,
de pulpos sedentarios no sé ya,
pero está, yace hasta el afuera
y se imagina su patio pata de elefante
plantado.
Vivirá.
Dança
O Balé Triádico de Oskar Schlemmer, a flor azul, o símbolo do louva-a-deus, a comedia da arte, as notas que tecem os dias: retos, baixos, curvilíneos na ala; as notas, com giz em lousas abertas, artífices destes testemunhos tartamudos, das tentativas de suicídio, das facadas, da esquizofrenia, da adição às sustâncias, enfim, todo trecho que pode parecer sintético, porém não é sustentado em choros curtos, onde a calma é uma saída concreta de corredor melodioso. E lá vai esse ressoar brasileiro. Ano passado morri, mas esse ano eu não sei. Fácil não tem sido. Não chega, nem perto, a ser provisório. Porém amei Raul Pompeia, quebrado na sua infantil processão pelo Ateneu. Ah, esse parangolé silábico do século XIX. E agora bate a saudade como um violão preto, jogado na cadeira dum solitário bar do interior. Algo dele vem entre as coisas: cabaça, tronco, joelho, virilha ―leio― são suas partes. Parece comigo. E nada mais.
El arquero
No hay flecha envenenada,
asidua en este talón, solo el resplandor
de lo pequeño y su materia
conexa con el mundo, todo lagrimal
al Señor del Arco, en reunión,
como nos sentábamos en el ala,
en la cura.
Acuario
Los colores como tertulias se arrancan
de la mente a lo lejos, como si no hubiesen sido
sobre hojas, en pláticas a media tarde,
para apaciguar aquello indecible,
aquello de inalterable que iba dándose
en nombres según rasgos científicos
que nos explicaron apartados de las flores
que dibujamos para sanar, artífices
de nuestro interior, eso ha quedado,
no el deseo de salir, sino el acto de brotar
a pesar de la exasperación, del gran respiradero
fuera del acuario.
Pomar
a Bruna e Benício
Pomar em dia de folga
é luz de formiga fosca.
Pomar que amanhece
no corpo do bebê de colo,
abrindo-se às amoras
como perolas.
Pomar ― só a observação
musga do descobrir das rosas,
o silencio fundo como casa;
sem explicação suficientemente
cadenciosa.
Pomar, a pausa por tinta
de chinelo acima da terra.
Local de trote fraco até ascender
o claustro e olhar o primeiro
pássaro como um ser crédulo
trinar.
Pomar é lama no rosto, dança
do pequeno dragão embaixo
do pé de acerola.
Pomar por relva viva.
Pomar por relva que estoura de átomos
sem falar, como nós no silêncio
ajoelhado
de viver.
Huerta
a Bruna y Benício
Huerta en día libre
es luz de hormiga hosca.
Huerta que amanece
al cuerpo del bebé de brazos
abriéndose a las moras
como perlas.
Huerta ― solo la observación
musga del descubrir de las rosas,
el silencio hondo como casa;
sin explicación lo suficientemente
cadenciosa.
Huerta, la pausa por tinta
de chola encima de la tierra.
Lugar de trote débil hasta ascender
el claustro y mirar el primer
pájaro como un ser crédulo
trinar.
Huerta es barro al rostro, danza
del pequeño dragón debajo
del árbol de cereza.
Huerta por hierba viva.
Huerta por hierba que explota de átomos
sin hablar, como nosotros en el silencio
arrodillado
de vivir.
Jesús Montoya (Tovar, Mérida, Venezuela, 1993). Poeta, traductor y ensayista. Doctorando en Estudios Literarios en la Universidad Federal de São Carlos. Es Licenciado en Letras mención Lengua y Literatura Hispanoamericana y Venezolana por la Universidad de Los Andes y Magíster en Estudios Literarios por la Universidad Federal de São Carlos. Ha publicado los libros de poemas: Las noches de mis años (Monte Ávila Editores, 2016), Hay un sitio detrás de los incendios (Valparaíso Ediciones, 2017), Rua São Paulo (Fundavag Ediciones, 2019), obra con la que obtuvo el II Premio Franco-Venezolano a la Joven Vocación Literaria, y Transandínica (hochroth Verlag, 2021), libro bilingüe español/alemán, con versiones del poeta y traductor Léonce W. Lupette. Tradujo el disco de poemas Catecismo salvaje (El Taller Blanco Ediciones, 2021), del poeta brasileño Wilson Alves-Bezerra, y Trato con el viento. 22 voces brasileñas contemporáneas (Editorial Escarabajo, La Noche Agitada, 2024). Pertenece al comité de redacción de la revista Poesía de la Universidad de Carabobo. Participó en la residencia virtual Looren América Latina “O que estamos traduzindo?” (2021), con el apoyo de Specimen – The Babel Review of Translations y la Fundación Pro Helvetia. Actualmente se desempeña como profesor de español.
Con autorización del autor.
fotografía: Cortesía del autor
Deja un comentario