domingo 18 de octubre de 2020
La chicharra (Lyristes plebejus) y su canto ha sido la fascinación de muchos artistas. Los trovadores del siglo XIII las usaban como amuleto, disecadas en sus sombreros de faena. La tradición poética venezolana no se queda atrás, la chicharra pasó por el ojo y el oído de un cuantioso número de poetas, desde Va y Ven de Luis Fernando Álvarez (1937) hasta Partitura de la Cigarra de Eugenio Montejo (1999), siempre orbitando ese capullo de vibraciones, que en cualquier latitud del trópico anuncia las lluvias. Estos insectos se han relacionado con la belleza, con la música y en otro sentido con el agónico ejercicio de estar vivo. No es casualidad que el título de este libro, Canto de chicharra, provenga de un verso de Rafael José Muñoz, el poeta venezolano, muy leído por las nuevas generaciones por su compleja y hermética poética.
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