Tatuados de nubes. Entre nubes. Fernando Savater


 
 
Cuando era colegial, mis constantes distracciones me ganaban una frecuente reconvención: “¡estás en las nubes!”. Que venía reforzada, además, por mi propensión que nunca he perdido a un raro gesto de echar la cabeza hacia atrás como si mirase al cielo… He querido ver en tales reproches una especie de aperitivo de mi condición filosófica: después de todo, la anécdota mas conocida de Tales de Mileto —uno de los primeros presocráticos— es que por empeñarse en pasear mirando a las nubes en lugar de al camino se cayó a un pozo, lo que despertó la risa de una criada testigo del accidente. Y cuentan que a otro insigne pensador, Agustín de Hipona, la gente le conocía como “ese señor que mira tanto al cielo”. O sea, que estar en las nubes puede ser afición no sólo de malos escolares sino también de los enamorados de Sofía… Es un modesto alivio, claro, porque en mi caso, los años me han convencido de que tenían razón los maestros y ahora no me cabe duda de que soy por talante distraído y no por talento meditador. Me resigno a ello. Si alguien hoy me pregunta cómo veo el mundo, no tengo más remedio que acudir al parte meteorológico: “reina una nubosidad variable…”.

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Tatuados de nubes. Carlos Cruz-Diez y las nubes. Edda Armas


 
 
En correspondencia del 8 de junio 2015, le comenté al querido amigo Carlos Cruz-Diez, lo mucho que había disfrutado durante la lectura de cada capítulo de su autobiografía Vivir en Arte. Recuerdos de lo que me acuerdo, expresándole que quería contar con algún recuerdo de infancia suyo sobre las nubes, pues andaba en un proyecto investigándolas poéticamente. Al día siguiente, le pregunté directamente: “Las nubes ¿qué son para ti?”, a lo cual, de inmediato me disparó el breve relato que a continuación les comparto, en el que las vincula con los mitos. Idea germinal, que se desarrolla en el fascinante y conmovedor film Color Free, revelándonos su ambicioso proyecto de separar el color de la forma. En este film, estrenado a mediados de 2020, dirigido por Alberto Arvelo, según guión de Leonardo Henríquez, se reseña en los créditos finales, el curioso dato de que la edición del film se concluyó en 2019, el mismo día que el maestro falleció en su amada París.
 
 

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